La semana pasada empecé por fin, tras más de medio año de preparación, a redactar el trabajo final de carrera. Está todo tan en el aire que no tengo ni idea de cómo quedará cada apartado en concreto. El caso es que entre el TFC, los libros (¡y comic books!) relacionados que todavía me quedan por leer y los ejercicios atrasados de alemán (y otros asuntos), mi mente no está demasiado por la labor de escribir entradas largas. Sin embargo, de vez en cuando...
Hace un par de noches me vi «Bartlet's Third State of the Union», el decimotercer episodio de la segunda temporada de El ala oeste de la Casa Blanca. O, en breve, TWW 2x13. Es una serie maravillosa.
Sin entrar a analizar demasiado, me encanta ver argumentos políticos en una serie que retrata cómo podría ser, y nunca podrá ser, una administración en Estados Unidos. Una administración que sí, es muy americana, y sí, es muy religiosa, pero que también es muy sensata e inteligente. Me encanta cómo el creador Aaron Sorkin y su pandilla han convertido en imágenes y palabras esa idea de «América». Esa «América» que no es una realidad, sino un concepto: huir de una Europa sucia, aprender de los errores, empezar de cero, ser protagonista de la construcción de un Estado, alcanzar la alfabetización universal y garantizar un servicio sanitario para todos. Esa «América» que no es América, sino la meta que soñaron los ilustrados para la Humanidad. La administración Bartlet es además idealizada e irreal en cuanto todavía no ha mostrado sus garras la CIA (o por aquello de verlo en inglés, si ha salido yo no me he dado cuenta). Pero oye, para eso también está la ficción: para recrear la realidad a nuestro gusto, o para inventar una nueva.
Me encantan los actores y los personajes todos. Una de las cosas que más me sorprendió de la serie cuando empecé a verla hace años en La2 (o en TVE, no recuerdo) fue que dos personajes, Toby Ziegler y Sam Seaborn, se dedicaran a escribir los discursos del Presidente. No que dos personas escriban los discursos (alguien tiene que hacerlo), sino el hecho de que, en una serie de televisión, ¡se estuviera dando importancia a la palabra escrita! ¡A la importancia de una frase bien construida! ¡Al significado de una única palabra en una frase! [Además, «Ziegler» viene de la palabra alemana «Ziegel», que significa ladrillo, por lo que su apellido remarcaría su carácter de «constructor» de frases].
Pero sobre todo, casi con lo que más disfruto, es con la coreografía de los personajes mientras caminan por los pasillos y los despachos de la Casa Blanca. Lo que pudo empezar como una necesidad narrativa para ofrecer de forma atractiva y dinámica al espectador unos diálogos casi ininterrumpidos, se acabó convirtiendo en la marca visual de la serie. No sólo eso: gracias al hecho de haber dotado de protagonismo al discurso visual, la serie no se limita a contar historias de forma lineal, sino que es ella misma una especie de catálogo de las diferentes maneras de contar una historia (sin pasarse, claro, que esto es TV y ese logro ya lo alcanzó Expediente X). Me gustan los flashbacks de la serie, como por ejemplo cuando al principio de la segunda temporada, después del atentado, vuelven a presentar a los personajes mostrándonos escenas de su vida anterior a su trabajo en la Casa Blanca. En este caso, me parece además una gran estrategia para transmitir a una nueva audiencia la sensación de que todavía pueden engancharse a la serie, que es como si acabara de empezar. Me gustan aún más cuando un personaje se convierte en narrador de esos flashbacks, como hace Josh Lyman en «Celestial Navigation» (1x15) y repite aún mejor en «Noël» (2x10), mi episodio favorito hasta ahora.
Pero ya digo: sobre todo, sobre todo, esos planos de seguimiento con la steadicam me derriten. Quien sea que esté detrás de ese objetivo es (o son) un puto maestro. Y cuanto menos cortes hay, cuanto mayor es la duración de la toma, más me gustan. Mi preferido: ese plano de 2'50'' al principio de «Five Votes Down» (1x04), en el que la cámara se sitúa tanto delante como detrás de los actores, baja con ellos las escaleras y los acompaña por los pasillos de un edificio, los reencuadra desde un plano entero de Sam y Mandy hasta casi un primer plano de C.J., y que alterna a los personajes que entran y salen de plano para mantener conversaciones a dos o a tres voces. Eso ya no es planificación: es una danza coreografiada.
Y el humor, claro. La siguiente escena, del final de 2x13, es un ejemplo. Antes de verla, os pongo en antecedentes. Ainsley Hayes es una republicana a la que contratan como abogada en 2x05 y a la que proporcionan como despacho, cual agente Mulder, un cuarto en los sótanos. El cuarto en cuestión es el «steam pipe trunk distribution venue», que sería algo así como el «lugar principal de distribución de las tuberías de vapor» del edificio; vamos, que ni siquiera está habilitado como despacho. Desde que la contrataron no ha tenido todavía la oportunidad de hablar con el Presidente, por lo que Sam provoca el encuentro. En la escena, Ainsley está eufórica porque ha salido por primera vez en televisión como representante de la Casa Blanca, y viste un albornoz porque ha manchado su vestido tras sentarse en un banco recién pintado. El banco recién pintado es el running gag de este episodio. Me encantan los running gags.
La escena en cuestión:
Y para que no perdáis detalle, la transcripción, que he copiado y adaptado de aquí:
INTERIOR. DESPACHO DE AINSLEY. NOCHE.
Ainsley (Emily Procter) está cantando y bailando Blame It on the Bossa Nova, una canción escrita por Barry Mann y Cynthia Weil que Eydie Gorme popularizó en 1963. No repara en Sam (Rob Lowe) que, a su espalda, se aproxima a la puerta lentamente.
AINSLEY (cantando y bailando): Blame it on the bossa nova with its magic spell... Blame it on the bossa nova that he did so well...
Sam se detiene en la puerta.
SAM: Ainsley!
Ainsley se gira, ríe y continua cantando y bailando.
AINSLEY: Oh, it all began with just a little dance (se aprieta el cinturón) but soon it ended up a big romance.
SAM: Well, I hardly know where to start.
AINSLEY: I was feeling so good after my segment that I went into the sculpture garden. (Sonríe).
SAM: You guys... really, there's a wet paint sign on the bench.
AINSLEY: My assistant went to get me clothes. (Sin dejar de bailar).
SAM: Why are you moving like that?
AINSLEY: I'm blaming it on the Bossa Nova!
SAM (riendo): Okay.
AINSLEY: I know what you mean about that adrenaline high. (Se gira y coge una copa de su mesa). I think I've definitely got it. Plus, the bartender made me a Pink Squirrel Suzy. I'm not the teetotaler you think I am. (Bebe).
SAM: Is there any alcohol in that at all?
AINSLEY: There's a dash of creme d'cacao, my friend.
Ella le ofrece un trago mientras sigue bailando. Sam ríe, se ruboriza, mira al suelo y avanza unos pasos.
SAM: I came down here to tell you...
AINSLEY: Oh, dance with me, Sam!
Ainsley se le acerca bailando. Él parece un poco tímido. Ella se gira de nuevo bailando hacia su escritorio y vuelve a cantar.
AINSLEY: ...a family.
Detrás de Sam, el Presidente Bartlet (Martin Sheen) aparece lentamente en la entrada.
AINSLEY: And when our kids ask...
Ainsley se gira hacia Sam y grita y tira la copa cuando ve a Bartlet en la entrada. Sam también se gira. Mira a Ainsley para ver su reacción.
BARTLET: What's up?
AINSLEY: Mr. President!
BARTLET: I never even knew we had a nightclub down here.
AINSLEY: Oh, my gosh!
Ainsley se gira y apaga la radio rápidamente. Mientras, Sam intenta salvar la situación.
SAM: Mr. President, I don't believe you've met Ainsley Hayes.
Ainsley recupera la compostura y se ajusta el albornoz.
BARTLET (se acerca un poco): Yeah, Ainsley, I wanted to say hello and to mention, you know... "lot of people assumed you were hired because you're a blonde, republican sex kitten" and well, they're obviously wrong. Keep up the good work.
AINSLEY: Yes, sir.
BARTLET (a Sam): You know we're meeting?
SAM: Yes, sir.
BARTLET: Ok.
Bartlet asiente, se gira y sale.
SAM: That could have been worse.
Ainsley sigue paralizada.
SAM: No, probably not. (Y sale).
[A todo esto... buscando el enlace de la steady... ¡me he enterado de que un plano de travelling en inglés no se dice «travelling», sino «tracking shot»! No me importa que los idiomas se presten palabras unos a otros, es algo que ocurre desde hace siglos y forma parte natural de la evolución de las lenguas, pero que lo de «travelling» sea otro ejemplo infame de inventarse palabras que parecen inglesas, como «footing» o «autostop»... me ha dolido].
Hace un par de noches me vi «Bartlet's Third State of the Union», el decimotercer episodio de la segunda temporada de El ala oeste de la Casa Blanca. O, en breve, TWW 2x13. Es una serie maravillosa.
Sin entrar a analizar demasiado, me encanta ver argumentos políticos en una serie que retrata cómo podría ser, y nunca podrá ser, una administración en Estados Unidos. Una administración que sí, es muy americana, y sí, es muy religiosa, pero que también es muy sensata e inteligente. Me encanta cómo el creador Aaron Sorkin y su pandilla han convertido en imágenes y palabras esa idea de «América». Esa «América» que no es una realidad, sino un concepto: huir de una Europa sucia, aprender de los errores, empezar de cero, ser protagonista de la construcción de un Estado, alcanzar la alfabetización universal y garantizar un servicio sanitario para todos. Esa «América» que no es América, sino la meta que soñaron los ilustrados para la Humanidad. La administración Bartlet es además idealizada e irreal en cuanto todavía no ha mostrado sus garras la CIA (o por aquello de verlo en inglés, si ha salido yo no me he dado cuenta). Pero oye, para eso también está la ficción: para recrear la realidad a nuestro gusto, o para inventar una nueva.
Me encantan los actores y los personajes todos. Una de las cosas que más me sorprendió de la serie cuando empecé a verla hace años en La2 (o en TVE, no recuerdo) fue que dos personajes, Toby Ziegler y Sam Seaborn, se dedicaran a escribir los discursos del Presidente. No que dos personas escriban los discursos (alguien tiene que hacerlo), sino el hecho de que, en una serie de televisión, ¡se estuviera dando importancia a la palabra escrita! ¡A la importancia de una frase bien construida! ¡Al significado de una única palabra en una frase! [Además, «Ziegler» viene de la palabra alemana «Ziegel», que significa ladrillo, por lo que su apellido remarcaría su carácter de «constructor» de frases].
Pero sobre todo, casi con lo que más disfruto, es con la coreografía de los personajes mientras caminan por los pasillos y los despachos de la Casa Blanca. Lo que pudo empezar como una necesidad narrativa para ofrecer de forma atractiva y dinámica al espectador unos diálogos casi ininterrumpidos, se acabó convirtiendo en la marca visual de la serie. No sólo eso: gracias al hecho de haber dotado de protagonismo al discurso visual, la serie no se limita a contar historias de forma lineal, sino que es ella misma una especie de catálogo de las diferentes maneras de contar una historia (sin pasarse, claro, que esto es TV y ese logro ya lo alcanzó Expediente X). Me gustan los flashbacks de la serie, como por ejemplo cuando al principio de la segunda temporada, después del atentado, vuelven a presentar a los personajes mostrándonos escenas de su vida anterior a su trabajo en la Casa Blanca. En este caso, me parece además una gran estrategia para transmitir a una nueva audiencia la sensación de que todavía pueden engancharse a la serie, que es como si acabara de empezar. Me gustan aún más cuando un personaje se convierte en narrador de esos flashbacks, como hace Josh Lyman en «Celestial Navigation» (1x15) y repite aún mejor en «Noël» (2x10), mi episodio favorito hasta ahora.
Pero ya digo: sobre todo, sobre todo, esos planos de seguimiento con la steadicam me derriten. Quien sea que esté detrás de ese objetivo es (o son) un puto maestro. Y cuanto menos cortes hay, cuanto mayor es la duración de la toma, más me gustan. Mi preferido: ese plano de 2'50'' al principio de «Five Votes Down» (1x04), en el que la cámara se sitúa tanto delante como detrás de los actores, baja con ellos las escaleras y los acompaña por los pasillos de un edificio, los reencuadra desde un plano entero de Sam y Mandy hasta casi un primer plano de C.J., y que alterna a los personajes que entran y salen de plano para mantener conversaciones a dos o a tres voces. Eso ya no es planificación: es una danza coreografiada.
Y el humor, claro. La siguiente escena, del final de 2x13, es un ejemplo. Antes de verla, os pongo en antecedentes. Ainsley Hayes es una republicana a la que contratan como abogada en 2x05 y a la que proporcionan como despacho, cual agente Mulder, un cuarto en los sótanos. El cuarto en cuestión es el «steam pipe trunk distribution venue», que sería algo así como el «lugar principal de distribución de las tuberías de vapor» del edificio; vamos, que ni siquiera está habilitado como despacho. Desde que la contrataron no ha tenido todavía la oportunidad de hablar con el Presidente, por lo que Sam provoca el encuentro. En la escena, Ainsley está eufórica porque ha salido por primera vez en televisión como representante de la Casa Blanca, y viste un albornoz porque ha manchado su vestido tras sentarse en un banco recién pintado. El banco recién pintado es el running gag de este episodio. Me encantan los running gags.
La escena en cuestión:
Y para que no perdáis detalle, la transcripción, que he copiado y adaptado de aquí:
INTERIOR. DESPACHO DE AINSLEY. NOCHE.
Ainsley (Emily Procter) está cantando y bailando Blame It on the Bossa Nova, una canción escrita por Barry Mann y Cynthia Weil que Eydie Gorme popularizó en 1963. No repara en Sam (Rob Lowe) que, a su espalda, se aproxima a la puerta lentamente.
AINSLEY (cantando y bailando): Blame it on the bossa nova with its magic spell... Blame it on the bossa nova that he did so well...
Sam se detiene en la puerta.
SAM: Ainsley!
Ainsley se gira, ríe y continua cantando y bailando.
AINSLEY: Oh, it all began with just a little dance (se aprieta el cinturón) but soon it ended up a big romance.
SAM: Well, I hardly know where to start.
AINSLEY: I was feeling so good after my segment that I went into the sculpture garden. (Sonríe).
SAM: You guys... really, there's a wet paint sign on the bench.
AINSLEY: My assistant went to get me clothes. (Sin dejar de bailar).
SAM: Why are you moving like that?
AINSLEY: I'm blaming it on the Bossa Nova!
SAM (riendo): Okay.
AINSLEY: I know what you mean about that adrenaline high. (Se gira y coge una copa de su mesa). I think I've definitely got it. Plus, the bartender made me a Pink Squirrel Suzy. I'm not the teetotaler you think I am. (Bebe).
SAM: Is there any alcohol in that at all?
AINSLEY: There's a dash of creme d'cacao, my friend.
Ella le ofrece un trago mientras sigue bailando. Sam ríe, se ruboriza, mira al suelo y avanza unos pasos.
SAM: I came down here to tell you...
AINSLEY: Oh, dance with me, Sam!
Ainsley se le acerca bailando. Él parece un poco tímido. Ella se gira de nuevo bailando hacia su escritorio y vuelve a cantar.
AINSLEY: ...a family.
Detrás de Sam, el Presidente Bartlet (Martin Sheen) aparece lentamente en la entrada.
AINSLEY: And when our kids ask...
Ainsley se gira hacia Sam y grita y tira la copa cuando ve a Bartlet en la entrada. Sam también se gira. Mira a Ainsley para ver su reacción.
BARTLET: What's up?
AINSLEY: Mr. President!
BARTLET: I never even knew we had a nightclub down here.
AINSLEY: Oh, my gosh!
Ainsley se gira y apaga la radio rápidamente. Mientras, Sam intenta salvar la situación.
SAM: Mr. President, I don't believe you've met Ainsley Hayes.
Ainsley recupera la compostura y se ajusta el albornoz.
BARTLET (se acerca un poco): Yeah, Ainsley, I wanted to say hello and to mention, you know... "lot of people assumed you were hired because you're a blonde, republican sex kitten" and well, they're obviously wrong. Keep up the good work.
AINSLEY: Yes, sir.
BARTLET (a Sam): You know we're meeting?
SAM: Yes, sir.
BARTLET: Ok.
Bartlet asiente, se gira y sale.
SAM: That could have been worse.
Ainsley sigue paralizada.
SAM: No, probably not. (Y sale).
[A todo esto... buscando el enlace de la steady... ¡me he enterado de que un plano de travelling en inglés no se dice «travelling», sino «tracking shot»! No me importa que los idiomas se presten palabras unos a otros, es algo que ocurre desde hace siglos y forma parte natural de la evolución de las lenguas, pero que lo de «travelling» sea otro ejemplo infame de inventarse palabras que parecen inglesas, como «footing» o «autostop»... me ha dolido].