dissabte, d’abril 28, 2007

CÁPSULAS

1.
El fin de semana pasado mi padre contó en casa una anécdota del instituto donde trabaja. Si el hecho de ver a mi padre compartiendo algo del trabajo ya sería de por sí reseñable, lo que me interesa es lo que nos dijo. Un compañero suyo, maestro, llamó a casa de un alumno que ese día no había ido a clase para informar a sus padres de la ausencia del hijo. El hijo respondió al teléfono: Sí, dígame, soy mi padre.

2.
Lo siguiente me fue descrito de boca de Pau también el sábado pasado. Durante el rodaje de una escena del telefilm en el que están abusando de él (pero al menos ya está colocado), la directora no quedaba del todo satisfecha con cómo se rompía un espejo, episodio ante el que el amigo de Pau no se contuvo la siguiente observación, que dirigió a la directora: Lo que tú quieres es que se rompa como en las películas.

3.
El martes pasé por el quiosco para ver si por fin la distribuidora se había acordado de mí y había traído el número 14 de Las aventuras de Superman. La distribuidora, para mi sorpresa, me había tenido en consideración en su último reparto pero, bromista ella, en vez del tebeo en cuestión, había entregado lo que le había salido de los cojones, en este caso, un dvd con los cortos de animación protagonizados por Superman y dirigidos por Dave Fleischer en los años 40. Un desenlace totalmente anticlimático para una historia arrastrada durante meses. Ya compraré el número en Valencia.

dissabte, d’abril 21, 2007

CON LAS OREJAS AL VOLANTE

Desde hace unos meses, conducir se ha convertido en una experiencia nueva. Sigue sin ser algo que me entusiasme ni necesite compulsivamente, como es el atiborrarme de lecturas dispares y de porno (ambos vicios infantiles que ya no me abandonarán jamás), pero desde que Pau me dio un dvd repleto de música destinado a ser escuchado en el reproductor mp3 del coche nuevo, si tengo que coger el coche, ese dvd va conmigo, e introducirlo en la ranura es la primera acción que llevo a cabo después de acomodarme al volante. Cuando giro el contacto, se silencia unos segundos, pero tras esa pequeña interrupción, la música no deja de sonar hasta que alcanzo el destino -la universidad, por lo general.

The First Song, de Band of Horses, me da la bienvenida cada vez que empieza el disco. Al principio solía dejarla, pero últimamente salto a otras canciones, como Close your Eyes, Beneath the Rose o Don't You, de Micah P. Hinson o, en los últimos días, Left your Door Unlocked, de Harlan T. Bobo, que me recuerda al ambiente melancónico de The Book of Illusions de Auster, novela que me tiene absorbidos los sesos desde hace una semana. He escuchado también estas canciones en el portátil, pero no suenan ni de lejos la mitad de bien que teniendo una línea de asfalto en el horizonte.

No acostumbro a hacer demasiado caso a la música. Cada uno tiene sus aficiones y sin duda saber de grupos, estilos y canciones no es la mía. Ya me ocupan suficiente tiempo las historias presentadas en novelas, cuentos, ensayos, tebeos, películas, series de TV o periódicos. Es por ello que de vez en cuando no viene mal que alguien me aconseje con un puñado de canciones a las que valga la pena poner la oreja encima.

Para que os hagáis una idea de lo que con bastante probabilidad sea lo que esté escuchando el día que me estampe contra uno de los quitamiedos de alguna salida de la carretera o me sorprenda algún camión de cara, aquí una muestra: Beneath the Rose, de Micah P. Hinson (26 años ahora, tres menos cuando sacó esta canción; para deprimirse).



dilluns, d’abril 16, 2007

LÍNEAS CIRCULARES

En un despliegue investigador titánico y sin precedentes, una acción de total y absoluto desprendimiento y abnegado sacrificio, labor que jamás volveréis a contemplar en esta página, vuestro demente Senador se ha embarcado esta tarde en una misión de fines completamente divulgativos, con la única finalidad de beneficiar a la comunidad de seres que dicen llamarse humanos y que con él comparten región. Éste es el resultado:

No es que estuviera hastiado, ocioso y desocupado, no, ni siquiera asqueado hasta decir basta del bienamado Premiere, que Dios lo tenga en su Gloria (pero pronto), ni deseara adelantar mi reloj vital medio siglo y emplear mi tiempo en actividades de jubilado, para tratar de comprender mejor qué pasa por el cerebro de mi abuela (que cada día está peor). Mi único fin era experimentar en mis carnes el último día gratuito del nuevo transporte intraurbano gandiense en período de pruebas. Esto es, aprovecharme subrepticiamente del dinero de los contribuyentes y de los servicios municipales de la ciudad que rodea a mi pueblo y que, en consecuencia, no es mi ciudad.

Acompañado como estaba de mi ejemplar de The Book of Illusions, de Paul Auster, en el que me adentré por primera vez hace unas pocas noches para tratar de remediar mi reciente insomnio, subí a las 17:15 horas, abonando el importe de cero euros, a la línea 3 (también conocida como Sector Norte o interna) de L'urbà a su parada delante del Hospital. Mi plan maestro consistía en:

a) acabar de leer el segundo capítulo de The Book of Illusions, en el que se describen algunas películas del desaparecido cineasta Hector Mann. (conseguido)

b) simultanear la magnífica tarea descrita en a) con no uno sino dos viajes gratuitos alrededor de Gandia. (conseguido)

c) robar al Estado. (conseguido)

d) mezclarme con la gente a la que algún día gobernaré. (pachín-pachán)

El momento más crítico de ambos trayectos ha sido cuando, en el primero de ellos, el conductor ha efectuado parada de varios minutos enfrente de la estación de Renfe, ha dado unas zancadas por el interior del autobús hacia una mujer a quien hasta ese mismo instante yo había tomado por una viajera corriente, casi sin mediar palabra ha cogido el bebé que ella protegía plácidamente dormido en su regazo, y se ha apeado para cruzar temerariamente la calle, en dirección hacia otro autobús aparcado, para fardar de niño ante otro conductor. En ese preciso segundo me asaltó la duda de si apearme yo también y dejar para otro día mi viaje en autobús. La escena: un padre y una madre jóvenes, un nuevo empleo en la novísima línea de autobuses de Gandia, un hijo en común, de pocos días, dormidito, el hecho de presumir de bebé ante un compañero de trabajo... Era evidente que el conductor iba a morir en el segundo rollo de película. Y si daba la casualidad de que yo viajaba con él, me tocaría también. En esta tesitura me hallaba cuando, en un acto de gallarda valentía, decidí no levantarme y seguir leyendo a Auster mientras el vehículo seguía estacionado, pues en caso de reiniciar su marcha, el movimiento me impediría proseguir la lectura tan tranquilo. ¡Miré a la muerte a los ojos!

Demasiado común hoy en día, el hilo musical también se ha adueñado de los oídos del pasaje. Blandiendo proclamas y loas del amor heterosexual y la vida en pareja, ha arruinado en parte mi viaje. Ha tenido, sin embargo, un valor enriquecedor en mí, pues me ha recordado que para cuando devenga el amo del mundo y el lombrithismo llegue a cada rincón del alma humana, mi red de propagandistas y genetistas (los conocidos como gen-prop) habrá conseguido erradicar hasta el más nimio resquicio de sentimientos que embrutecen nuestra psique. ¡Un nuevo amanecer para Eugenesia! Y recordando este alentador futuro, he abandonado el segundo autobús (línea 4, Sector Sur, externa) y he encaminado mis pasos de vuelta al hogar.

PD: ¿el resultado de tanta investigación? a) No existen las líneas 1 y 2, b) la 3 y la 4 cada una tarda en efectuar su recorrido media hora casi exacta y, c) dado que para los jubilados mañana (y pasado, y al otro) también será gratis, se van a hartar de dar vueltas.

dijous, d’abril 12, 2007

EN ESTAS PASCUAS...

Qué tiempo más extraño son las pascuas. Para quien no lo sepa, por aquí seguimos de fiesta hasta el martes y, hasta entonces, el calendario de las actividades planeadas no dejará de comprimirse para poder adaptarse al tiempo restante, que llegará a contarse por horas. Hace una semana, disponía de 12 días en los que había distribuido trabajos por realizar, las películas que quería ver, redacciones que tenía que escribir, ponerme al día con la media docena de episodios de Lost pendientes, empezar a releer el libro de Rafa Marín sobre Marvel para identificar qué faceta no había tratado él que me interesara abordar a mí en el proyecto, seguir con la lectura del volumen 2 del Showcase de Superman (que recopila historias publicadas en Action Comics y Superman desde noviembre de 1959 a mayo de 1961), pasar apuntes a limpio, escribir algún guioncillo que me ronda la cabeza...

Quedan cuatro días y medio, que es menos que doce pero todavía supone suficiente tiempo. Porque algo he hecho, no me malinterpretéis. Vale, ver Lost no es una obligación, pero no sólo de éstas hay que vivir, y cuando yo planeo un calendario, dejo tiempo para todo. Tengo presente mi ritmo lento de trabajo y preveo el tiempo dedicado a perder el tiempo, previsiones que resultan siempre de lo más escasas. De Lost me quedan tres, más el nuevo de anoche, cuatro, y ya los dejaré para la semana que viene (a no ser que se me acabe de bajar The Man from Tallahassee, pero ni uno más).

También he acabado el segundo tomo de BGC: Clásicos de la Ciencia Ficción de EC, algún libro, y el número de julio del año pasado de NGSM. Lo que queda, no leeré más que tebeos y el periódico, no sea que lo que de verdad debo hacer no lo acabe.

Del blog, una válvula de escape y espacio de entrenamiento que he recuperado, espero que siga teniendo este ritmo (como mínimo) de aquí en adelante, y así superar el infame record de 8 posts en un mes establecido en febrero del año pasado. Parece posible, pues en marzo estuve a punto de conseguirlo. Con éste ya serán cuatro sin que haya acabado la primera quincena.

Películas por ahora pocas: la muy avanzada a su tiempo C'era una volta il West / Once Upon a Time in the West, de horrenda traducción española que no voy a recordar aquí, con el deseo de que se pierda en la noche de los tiempos; y la divertidísima y excepcional Ohayo / Buenos días, de Ozu. Japón no está tan lejos culturalmente como nos quieren hacer creer. Por favor, si alguno consigue la edición en dvd de DeAPlaneta, que no haga caso a la descripción que de la trama aparece en la parte de atrás de la carátula: es otra película. Por extensión, casi nunca os fiéis de esas descripciones, pues años de experiencia (comparación lectura vs. visionado) desprenden que la gente que escribe esos textos no ha visto más allá del minuto 10 de película, siendo optimistas.

Lo más aburrido, pasar apuntes a limpio, sigue sin prisas pero sin pausas, y lo mismo puede decirse de las prácticas de Derecho. Lo más importante, el Premiere y el After Effects, son harina de otro costal y me producen una pereza gatuna. Bueno, al menos ya grabé los planos de croma (el trabajo consiste en trasladar un sueño real de la mente al vídeo de imágenes compuestas).

Quedan en el tintero las excursiones pascueras de fin de semana pascuero, canceladas por la lluvia que no quiere abandonarnos. Uno tendería a pensar que el factor lluvia sumado al hecho de hallarme solo en casa hasta el sábado, cuando regresen mis padres de Italia, incrementaría la productividad y facilitaría el cumplimiento del calendario, pero no es así. La norma es levantarse tarde y perezosonear la mañana.

A esta altura del día, tras la pausa bloguera, ya es hora de seguir.

PD: las siglas. BGC: Biblioteca Grandes del Cómic, colección genérica de Planeta DeAgostini, todavía en marcha. EC: Entertaining Comics, editorial americana de los años 40 y 50. NGSM: National Geographic Society Magazine, mi preferida.

dimecres, d’abril 11, 2007

¡KAY-I-AR-BEE-WY!

Me acerco aquí para alejarme por hoy (bueno, ayer) de los sinsabores del premiere, que se me cuelga después de cada acción. Un asco, vamos. Por suerte, las obras impresas en papel no se quedan colgadas (¡viva la tecnología analógica!) y, en un ambiente suficientemente iluminado, sumado al milagroso ejercicio de unos órganos fotorreceptores, sigue siendo posible la lectura de tebeos.

Todavía sin mi dosis mensual de novedades (bueno, ha salido el Crisis Infinita #2, que ha sido extraordinariamente distribuido antes de tiempo, en algunos lugares de España con sorpresa incluida, pero esta vez no caeré), seguiré ejercitándome en las labores de pseudo analista de tebeos. La cosa va como sigue: el lunes por la tarde releí el número 1 de The Fantastic Four (noviembre 1961), tomando notas sobre lo que sucedía en cada página. Estoy ya casi seguro de que dedicaré el proyecto al análisis de las aventuras de la primera familia del Universo Marvel. Parece una tontería, pero todavía no he empezado y ya se está complicando. Por ahora tomo como modelos el libro de Rafa Marín sobre Marvel (leído hace unos años) y el de Manuel Barrero sobre Barry Smith. Ayer no avancé mucho en este sentido: sólo leí unas pocas páginas del libro de Barrero, todavía sobre los inicios de Windsor-Smith en Marvel (su número de The X-Men, tres de Daredevil y dos de The Avengers), ocupado como estaba en perder el tiempo y luchando contra el premiere. Barrero me da pistas sobre en qué cosas fijarme cuando analizo una composición de página, pero no es mi intención desgranar las diagramaciones de Kirby en FF (ahí queda eso), ni estudiar la estructura de un solo número o de una determinada (reducida) cantidad de números alrededor de la misma trama, sino, y hasta que tope con una realidad que me lo impida y me haga variar de rumbo, tratar de describir cómo Stan Lee y Jack Kirby, en los años 60, construyeron, mes a mes, un mundo de ficción ambientado en nuestro presente. Me centraré sobre todo en Los 4 Fantásticos, y en cómo, sin ser conscientes de que estaban haciendo historia, sus creadores iban sacándose personajes de la manga al tiempo que definían las personalidades de la familia, expandiendo los límites del edificio Baxter (su base) hacia fuera, hasta muy lejos en el espacio, y hacia dentro, hasta lo más hondo del alma de las criaturas melodramáticas que pueblan el Universo Marvel. También, por supuesto, el fantástico concepto del continuará y el de los personajes invitados. Con un poco de suerte, alguien ya habrá hecho todo esto y lo habrá publicado en EEUU, así que sólo tendré que conseguir el libro, leerlo y sablearlo. Si no lo ha hecho nadie (bueno, Marín les dedica unas cuantas páginas), o lo que encuentre no se adapte exactamente a mis propósitos, entonces me toca trabajar. Lo que sí hay, según leo en la bibliografía de Barrero, son libros (estadounidenses, claro) sobre el comic-book y la historia del tebeo de superhéroes. Será cuestión de localizarlos.

No será sólo leer la primera década de The Fantastic Four y tomar notas (que no es poco), sino tratar la obra en su contexto. Por supuesto, cuento con gran cantidad de artículos en los propios tebeos, pero debería localizar las fuentes en las que se basan. Por ejemplo, cuando me dicen que Kirby dibujó un tebeo entero de 20 páginas del Capitán América en un fin de semana para suplir un retraso de Steranko en la entrega de su siguiente número sobre la muerte de Steve Rogers (por favor, no vayáis a creeros que el Capi sólo ha muerto este año), me lo creo, vale, seguro que Kirby fue capaz de eso, ¿pero dónde lo ha leído quien lo ha escrito?

Barrero intercala la situación personal de Smith como inmigrante ilegal en EEUU con sus trabajos. Algo así debería hacerse con la vida de Lee y Kirby. Claro que, para alguien como Kirby, quien, según dice Abraham García en un especial sobre el autor de hace años, dibujaba casi mil doscientas páginas anuales (tres y pico al día) durante 1962 y 1963, y una media de 670 al año entre 1958 y 1978, poca vida le debía quedar. Al menos enumeraré todas las colecciones que tenía que dibujar cada mes mientras se ocupaba también de Los 4 Fantásticos. Todavía debo echar cálculos: ya os las diré.

Mmm... yo no quería hablar de nada de esto. Al menos, no así. Sigo teniendo pendiente ampliar unas notas sobre el FF #1 y el DD #163, más que nada para tratar de aplicar el "chip Pavía" y el Modo de Representación Institucional (MRI) al tebeo de superhéroes. Pero ya es tarde para eso.

divendres, d’abril 06, 2007

VEINTE MINUTOS EN FUTUR@

A última hora de la tarde de ayer me pasé por lo más parecido a una tienda de cómics que tiene Gandia. Por nada en particular: por echar un vistazo, guarecerme de la llovizna vespertina (habitual de estos días), comprobar si ya habían traído algunas novedades de abril, ver relucientes tebeos de colorines. Así, mirando la estantería, cogiendo ejemplares, hojeándolos y devolviéndolos a su lugar (y dejarlos, todo sea dicho, más ordenados de lo que estaban), ocupé un agradable cuarto de hora largo. Y no compré nada.

Me venía a la cabeza una frase que Bart Simpson pronuncia en el número #1 de Bartman (aparecido en EEUU en diciembre de 1993 y por aquí, así de memoria, en el verano de 1996; cosas de la magnífica labor de Ediciones B, que jamás fechaba los tebeos de los Simpson ni que le fuera la vida en ello): «¿Hay algo que inspire más adoración en la verde tierra de Dios que una estantería atiborrada de tebeos en el punto álgido del verano?». Si lo hay, al menos, no está a mi alcance. (Me ha costado un rato localizar la frase de marras).

Novedades del mes, pocas. Lo más atractivo, a pesar de su reducido tamaño, El informe 11-S, editado por Panini (y no, no os he puesto el enlace oficial porque el sitio de Panini Cómics es de lo peorcito que uno puede encontrar; de nada). Como el estilo de la narración es totalmente estadounidense (esto es, de cómic de superhéroes, mainstream, pijamero o como queráis llamarlo), esperaba la obra en formato comic-book, pero según he podido comprobar en Amazon, parece ser que ese tamaño que me resulta un poco pequeño, casi de bolsillo, es el mismo que el original, así que nada que reprochar (a no ser que me haya confundido convirtiendo pulgadas en centímetros). Es un tebeo (y no "novela gráfica", como reza la portada; escupo y escupiré mil veces sobre ese calificativo) que supongo que caerá algún día, más pronto que tarde, a pesar del precio (cinco euros menos sería perfecto). Y por supuesto me tira mucho más que leerme la traducción española del informe, que cuesta 18 (dos menos) y sale por tanto más cara. El cálculo es sencillo: al mismo precio, y sin que tenga por qué tratarse de la misma obra, un tebeo resulta más barato porque ofrece texto e imagen, el trabajo del guionista sumado al del dibujante. Por ejemplo, la edición de Planeta de V de Vendetta, a 18 euros, no sólo es más barata que un libro que cueste lo mismo, sino (esta vez en una comparación "a peso" y "por tamaño", además del precio, claro) que también lo es respecto de El informe 11-S. Por tanto, en el caso de que tenga 20 euros en la mano que pueda dedicar a comprar un solo tebeo (este detalle es importante), los gastaré en otros títulos que me compensen (subjetivamente) más, esto es: completar la colección de Will Eisner, hacerme con otras obras de Joe Sacco, o con los tebeos que Jack Kirby realizó en DC, u otro volumen de Rip Kirby (y tal vez alguna cosilla más, pero estos son los básicos).

Novedades del mes, pocas, pero porque la tienda tiene una relación rara con el distribuidor (o tal vez no la tenga). A punto he estado de caer con el especial Illuminati de Los Nuevos Vengadores, preludio de la Civil War, pero... ¡2.50! ¡Con menos del doble me hago con un número de El cuarto mundo de Jack Kirby, que no sólo seguro que es mejor sino que me cundiría más! Lástima que de ésta sólo tuvieran los números #5 y #6; de haber estado el #1 habría sido más de lo que hubiera podido resistir. Si tiene que caer la Civil War, que sea sin preludios ni chantajes completistas.

Ni rastro del Daredevil de Brubaker, ni de Green Lantern, ni de Sandman, ni de La cosa del pantano. Lo que me lleva a pensar que no sólo hay que hablar de los tebeos cuando salen, sino también cuando no salen, que es la mayor parte del tiempo. Mirando los tebeos que no iba a comprar, he descubierto que en Marvel Team-Up Spiderman llevan unos meses publicando una historia de los cómics Marvel que me puede resultar útil para el proyecto. Pero como esta semana se ha anunciado (también por parte de Panini) el inicio de la publicación de los doce tomos de Una historia de los cómics, y como el que hará el número 4 será todo para Marvel, servidor se huele que el contenido no puede variar mucho y estará más ampliado (espero).

Sobre el proyecto hablaré la semana que viene. Hoy habéis descubierto que ser lector de tebeos ha hecho de mí un pesetero. Y es que cuando la diferencia entre tener dos euros y no tenerlos, afecta a tener un tebeo, o no tenerlo... la curva del confort y de la frivolidad occidental se encuentra en un lugar tan alto que sólo puede descender.

dilluns, d’abril 02, 2007

CÓMO MARVEL HIZO NEGOCIO CONMIGO

Yo a lo mío. Sin mencionar de nuevo el nombre de esa serie limitada de la que habréis acabado más que hartos, sí continuaré algunos temas del post de hace unos días. En concreto, las estrategias que usan los guionistas y dibujantes de tebeos de superhéroes para que compremos el siguiente número de una colección o, mejor, satisfagamos nuestra curiosidad haciéndonos con un ejemplar de otra serie.

Para ello, tomemos un ejemplo clásico: el Daredevil de Frank Miller. No por nada: Daredevil fue el primer superhéroe de Marvel que leí; más concretamente, su número 163, con fecha de portada de marzo de 1980. Soy tan viejo que por entonces ya existía, pero digamos que no respiraba todavía como ser independiente. El tebeo en cuestión llegó a mis manos en una edición de una década más tarde, en el número 6 del cuaderno dominical de historietas Los comics de El Sol, del periódico del mismo nombre (entonces sentí como un hecho muy importante el ser testigo del re-nacimiento de un diario).

El Daredevil #163 incluía el episodio titulado «¡Callejón sin salida!», escrito por Roger McKenzie y dibujado por Miller (23 años a la sazón). En él, el abogado ciego Matt Murdock se escaquea de una fiesta de sociedad para encontrarse con Hulk (entonces traducido indistintamente como «la Masa») en un callejón (el «blind alley» del título original) de Nueva York. Tras unas palabras y algún golpe, consigue tranquilizarlo para que se convierta en Bruce Banner, pero poco después, solo frente a los ruidos y humos de la metrópolis, su organismo se altera hasta transformarse de nuevo en un Hulk enloquecido que busca a Banner por lo que le hizo sin saber que Banner es él mismo, lo que conduce en las páginas finales a un enfrentamiento (esta vez sí) con Daredevil (el «aliado ciego» que también puede leerse en el título: «blind ally»), quien no ceja en su intento de razonar con él. El protagonista acaba con algunas costillas rotas (son gajes del oficio, ¿a qué superhéroe no le rompen unas costillas de vez en cuando?; por otra parte, tranquilos, dos números después ya le vemos dando saltos), y el diálogo que sigue entre unos policías todavía me conmueve: «¿Alguien ha visto a la Masa?», «¡Sí, yo la vi, me pasó por delante y ahora ya debe estar a muchos kilómetros de aquí!... Pero nunca olvidaré la expresión de su rostro... nunca... ¡Parecía que acabara de perder a su único amigo!». ¿Ñoño? Tal vez, pero qué escena más bonica.

La del 163 es una historia con una estructura muy clásica: primer encuentro resuelto con diálogo / intermedio para conocer mejor al personaje / enfrentamiento final resuelto con violencia. Es, sin embargo, peculiar porque el protagonista de la misma no es Daredevil / Matt Murdock, sino Hulk / Bruce Banner, a quien realmente conocemos en este número. Son 18 páginas que se leen en apenas 10 minutos, en las que encontramos no sólo la evidente referencia a la colección de Hulk (The Incredible Hulk): en la segunda viñeta de la primera página, entre los asistentes a la fiesta que celebra el fiscal Blake Tower, aparecen James J. Jameson (director del Daily Bugle, directamente de las páginas de The Amazing Spider-Man) y Tony Stark (The Invincible Iron Man). No vuelven a aparecer: su función es la de crear pequeñas interconexiones entre los títulos de la casa para transmitir la idea de universo cohesionado. Su presencia puede asimismo plantar la duda en la cabeza del completista: "Igual que yo compro todos los números de Daredevil, pero no compro los de Iron Man, habrá alguien que compre Iron Man pero no compre Daredevil y no sepa que su personaje preferido ha salido en la colección de mi personaje preferido. ¿Y si Daredevil ha salido en algún número de Iron Man y yo no me he dado cuenta? ¡¡Entonces NO tendría todas las apariciones de Daredevil!!". Así piensa un completista llevado al extremo (yo no estoy tan enfermo, por si tenéis alguna duda: me faltan unas cuantas miniseries de Daredevil y ni de coña controlo sus apariciones; ya tengo suficiente con la serie regular, que ni siquiera tengo completa: ¡etapa de Ann Nocenti, ya!).

Seguramente este número atraería más de un lector hacia la serie de Hulk o, dado que Daredevil, por entonces de periodicidad bimestral, pasaba por una mala racha de ventas, se acercaría más a la realidad decir que fueron lectores de Hulk quienes, atraídos por el extraordinario protagonismo de su personaje en la serie de Daredevil, se interesaran por el 163. Para mantener los lectores fijos que pudiera tener Daredevil, y para retener a los curiosos, nada mejor como el final del episodio: «¡La identidad secreta de Daredevil ha sido descubierta!». Se trata de una subtrama protagonizada por el periodista del Bugle Ben Urich (presentado en DD #153, julio 1978), quien en este número acaba de atar cabos y cuyo punto álgido tendría lugar en el número del mes siguiente, en el que se recuperaría el origen de Daredevil. Nada mejor para conseguir lectores que el hacerles creer que están siguiendo algo desde el principio; después, claro, hay que contar buenas historias (o no muy malas). La del 163 sigue funcionando, ¡pero es que la del 164 es mejor! ¡Y salen los Vengadores! Miller y McKenzie, y después Miller en solitario, consiguieron atraer (y mantener) la atención lo suficiente para que, poco más de un año después, la bimestralidad fuera historia. Otra cosa son los retrasos. Y no miro a nadie.

Volveré sobre Daredevil. Sí, es una amenaza.