dimecres, de març 19, 2008

BULA TERRORISTA

Para aclarar mis sentimientos, me hice la pregunta las pasadas navidades: ¿qué me gusta menos de verdad, las fallas o la navidad? Porque lo habitual es que uno odie las fallas cuando son fallas y haga ascos de la navidad cuando es navidad. Así que hace tres meses me planteé el interrogante y concluí que mi nivel de tolerancia hacia las fallas es muchísimo menor que el que he desarrollado hacia cualquier otra fiesta.

Está claro que la navidad es una invitación al suicidio. No sólo por su lado vomitivo de las reuniones familiares y el sentimiento de soledad que produce en muchos, sino por la exaltación del consumo y la destrucción del planeta. Se celebrará el renacimiento del Sol, pero de nuestros actos se desprende que buscamos aniquilar nuestro hábitat, que queremos destrozarlo AHORA, y que sólo tenemos derecho a hacerlo NOSOTROS.

De mi repulsa a las fallas he descubierto que soporto mejor la invasión ideológica y visual de la navidad que la saturación sonora que termina esta noche. El ruido continuado impide pensar. Respecto del cine, en la carrera aprendimos que uno puede dejar de mirar y no hacer caso del mensaje, pero no podemos dejar de oír. Sobre este mecanismo se construyen las pelis de terror. En esta tortura se basan las fallas. Puedes decidir no ver una sola falla, pero ten por seguro que los falleros harán que te enteres de que están de fiesta.

Lo que más me molesta de los falleros es su impunidad. Pueden montar una carpa enorme en medio de la calle. Pueden prender hogueras enormes en los cruces. Pueden alterar el tráfico de vehículos a su antojo. Pueden hacer estallar artefactos explosivos de cualquier potencia, a cualquier hora, en cualquier lugar y hacia cualquier dirección. Pueden ensuciar los pueblos y ciudades con niveles de mierda que nadie soñaría con ver junta. Pueden cometer faltas gordas de ortografía. Pueden desfilar bajo tu ventana con una banda de música anuladora del libre-pensar y tirando cohetes a las ocho de la mañana. Pueden montar verbenas de madrugada. ¡Y la policía mirando!

Seamos serios: en cualquier país civilizado y con un puñado de leyes estos falleros acabarían sus días en prisión. Pero resulta que vivimos en Valencia, territorio sin ley gobernado por el MAL. Con un poco de suerte éstas serán las últimas fallas que tenga que soportar en mi vida.

O eso, o concesión de bula para todo el mundo DESDE YA para cometer actos terroristas. A ver si los falleros van a ser los únicos que puedan incendiar las calles.

PD: por cierto, siempre me ha llamado la atención la similitud fonética entre «falla» y «fire». ¿Alguien sabe algo?

dijous, de març 13, 2008

«¡VENGA ESAS PALMAS!»

Cuán importante es recuperar la sonrisa después del mal trago que han supuesto los resultados electorales por esta zona dejada de la mano de Crom. Qué mejor manera para ello que un vídeo que vi el lunes en el blog de Absence y que es tan descacharrante que una fuerza superior a mí me impele a enlazarlo sin que lo pueda remediar. Antes de que pase de moda este señor, añado.

dimecres, de març 12, 2008

PORCENTAJES

Me llama la atención que los porcentajes de votos obtenidos por cada partido se midan en relación al total de los votos y no al total de los electores. No es que esos porcentajes estén mal, pero sí crean una imagen que no se corresponde con la realidad.

Por ejemplo: un 43,64% de los votos ha sido para el PSOE y un 40,11% para el PP, pero eso no significa, aunque sea muy tentador repetirlo, que el 43% de la sociedad española apoya al PSOE ni el 40% al PP. Sólo que, de entre los votantes, esos porcentajes se han decantado por una u otra opción. Pero resulta que hay gente que no vota.

Parece que el censo electoral para el domingo incluía a 35.067.281 personas. Tomando esta cifra como el 100% de los electores, los 11.064.524 votos del PSOE representan al 31,55% del censo, y los 10.169.973 del PP al 29%. Por un lado me entristece que llamen democracia a un sistema en el que la voluntad de menos de la tercera parte de los electores imponga un presidente al otro 70% que o no ha votado o ha votado a otros partidos. Por otro lado me tranquiliza que el PP ni siquiera llegue al 30%, pues eso facilita las cosas para que jamás vuelva a ganar unas elecciones nacionales.

He efectuado los mismos cálculos para la provincia donde vivo, Valencia, y el pensamiento alegre del lunes se ha esfumado. Sobre un censo de 1.899.224 electores, 594.273, el 31,29% votó al PSOE, lo que supone un porcentaje muy parecido al del resto de España; y 767.504 votó al PP, lo que equivale al desorbitante ¡40,41%! Eso quiere decir que sólo existe un 59,59% de posibilidades de que no conozca a ningún votante del PP. Efectivamente, conozco unos cuantos desde hace años, y procuro no acordarme de ello cuando les hablo.

No, no creo que los comunidadvalenciánicos permitan que el PP se vaya de aquí hasta pasados 20 años. Y me preocupa que cada vez me cueste más disociar al PP de la idea de «Valencia», como si fueran ya una y la misma cosa. Por otra parte, tampoco me extraña, pues ser del PP se está convirtiendo en algo tan valenciano como ser fallero, y ser del PP tiene mucho que ver con ser fallero, igual que ser fallero tiene mucho que ver con ser del PP. «Ser fallero», por cierto, no es sólo «ser fallero»: «ser fallero» es un estado mental.

dilluns, de març 10, 2008

UN PENSAMIENTO ALEGRE

Por un lado, me siento como en una historia de paranoia de los 50, en la que me encuentro rodeado por un enemigo que soy incapaz de reconocer. ¿De verdad son tantos? ¿Es cierto que no se irán nunca? Llegaron hace trece años y sólo hacen que ir a más. ¿Cómo es que les siguen votando? ¿Cómo es que cada vez les vota más gente?

Me asusta que la mayoría de las personas adultas que me cruzo por la calle ayer deseara como presidente de gobierno a ese hombre que hincha los carrillos cuando saluda. Si fuera sólo Rajoy, todavía: así dejaríamos que se hundiera solo para demostrar a todo el mundo lo que no es capaz de hacer. Pero es que detrás de él irían Acebes, Zaplana, Cañete... Y de verdad que no entiendo cómo hay nadie que quiera ver sus rostros y oír sus voces todos los días en los medios de comunicación, escupiendo insidias. De verdad que no lo entiendo.

Por otra parte, me consuela saber que 1.411.052 valencianos están hoy cabreados porque los putos sociatas rojos de mierda seguirán gobernando; que mi abuelo tendrá un mal día porque piensa que ya con los años que tiene no volverá a ver a la derecha en el poder; y, sobre todo, que esos que dicen que ese engendro bautizado España se romperá (no se puede romper lo que nunca ha estado unido) y que debíamos dar una patada a los inmigrantes (entonces sí se iría la economía por el sumidero) hayan perdido. Convertiré ése en el pensamiento positivo del día.

Malgrat tot això, la Safor cada dia és més blava. Molt. Tota.