Parece ser que después de todo voy a tener que volver (mierda, ¿dónde me he metido?); gracias a todos. El único problema que le veo a todo esto es que ahora tendré que hablar de cosas, pero bueno, ya se verá la regularidad con que lo hago.
Una cosa curiosa que me pasó ayer fue que vi (por tercera vez, si no me fallan las cuentas) El Padrino. Parte II. Lo digo más que nada para que seáis conscientes de la talla de sucesos asombrosos que tachonan mi vida. Un torbellino de novedades, vamos.
Pues bien, me llamó la atención que esta vez se me hizo extrañamente corta (y eso que es más larga que la primera, que revisité hace unos meses). Desconozco cuántos de vosotros habéis visto la película, pero tiene fama de confusa y es fácil perderse en la trama (a mí me pasó la primera vez que la vi). La segunda parte son dos películas, en realidad: la mayoría del metraje continúa la historia poco después de donde quedó al final de la primera parte, y esta historia se intercala con la de cómo Vito Andolini se convirtió en Vito Corleone y formó su familia (tanto la de sangre como la de poder, que con el tiempo resultan inescindibles). La secuela, digamos, recupera personajes y actores de la primera parte, lo que la hace más atractiva al espectador y da a entender que es la continuación de verdad; la precuela, por otra parte, nos presenta algunos de los personajes que ya conocemos, cuando todavía no son ellos, e interpretados por nuevas caras (ambientados en otra época, con otro diseño de producción, diferente fotografía...). Coppola lo sabía y era consciente de que su mayor reto era montar las dos historias de forma que se completaran. «¿Y ahora cómo coño junto yo todo esto?», seguro que pensó.
La respuesta no es fácil, pero el chico lo consiguió (35 añicos tenía cuando la estrenó). ¿Cómo? Así, de memoria y sin habérmela visto parando y tomando (muchas) notas, utilizó (él y el ejército de montadores) la sintaxis del montaje para que en vez de separar y diferenciar las dos historias, estuvieran engarzadas en la edición. Me explico: no pasa de una escena de Michael Corleone (el hijo y heredero del imperio) a otra escena de la historia de Vito con un fundido a negro en medio. Lo que hace es 1) encadenar (por fundido) un plano medio de Michael con otro de Vito o, 2) recurrir a la brusca, pero siempre elegante y eficaz transición por corte (así, a pelo, sin efectos ni hostias). ¿Qué consecuencias tiene esto? El fundido a negro y desde negro separa mucho, muchísimo, dos escenas, tanto que equivale a un punto y aparte o a un cambio de capítulo (o secuencia); esto es: algo se acaba y otra cosa nueva empieza. Los cambios de una escena de Michael a otra de Vito mediante corte provocan tal confusión que durante unos segundos (tal vez incluso hasta que no vuelve a cambiar de plano) tardas en darte cuenta de que se ha vuelto a interrumpir una historia para retomar la otra. Porque, al fin y al cabo, las dos historias son la misma, o la opuesta: la de una familia que se une y la de una familia que se separa.
Pero bueno, a lo que iba. Se me hizo corta porque toda la trama de Michael es consecuencia directa de los hechos de la primera parte. Me sorprendió ver cómo fluía todo y cómo ocurrían las cosas que no podían suceder de otra manera. Hyman Roth le recuerda a Michael el asesinato de Moe Green al final de la primera, y ese crimen arrastra unos lodos que reclaman sangre de Corleone. Michael, que tan asentadito parecía en su trono, ve cómo le salen enemigos por todas partes dentro de sus propias filas y se pasa la primera mitad de la película hablando con unos y con otros y jugando tantas cartas que uno pierde la cuenta. Y si al final de la primera es respaldado por su gente, en ésta acaba solo en la cima, incapaz de confiar en nadie. Ni siquiera de Tom Hagen.
Una curiosidad, que enlaza con lo anterior. Debido a la compañía, vi la película doblada, y esta mañana, al encontrar una escena que quería volver a ver, y verla en versión original, me he dado cuenta (escandalizado) de que el doblaje ni siquiera respeta las frases en siciliano. Casi a las tres horas de película (minuto 51 del segundo DVD), en la escena en la que Michael pide a Tom Hagen que si no cree en él como padrino puede coger la puerta y largarse con su familia, Tom le pregunta por qué le ofende de esa manera para inmediatamente después afirmar que sí, se queda. Allí donde la versión inglesa dice «Si, io staio», en la española se oye «Si, rimango». Alucinante.
Una cosa curiosa que me pasó ayer fue que vi (por tercera vez, si no me fallan las cuentas) El Padrino. Parte II. Lo digo más que nada para que seáis conscientes de la talla de sucesos asombrosos que tachonan mi vida. Un torbellino de novedades, vamos.
Pues bien, me llamó la atención que esta vez se me hizo extrañamente corta (y eso que es más larga que la primera, que revisité hace unos meses). Desconozco cuántos de vosotros habéis visto la película, pero tiene fama de confusa y es fácil perderse en la trama (a mí me pasó la primera vez que la vi). La segunda parte son dos películas, en realidad: la mayoría del metraje continúa la historia poco después de donde quedó al final de la primera parte, y esta historia se intercala con la de cómo Vito Andolini se convirtió en Vito Corleone y formó su familia (tanto la de sangre como la de poder, que con el tiempo resultan inescindibles). La secuela, digamos, recupera personajes y actores de la primera parte, lo que la hace más atractiva al espectador y da a entender que es la continuación de verdad; la precuela, por otra parte, nos presenta algunos de los personajes que ya conocemos, cuando todavía no son ellos, e interpretados por nuevas caras (ambientados en otra época, con otro diseño de producción, diferente fotografía...). Coppola lo sabía y era consciente de que su mayor reto era montar las dos historias de forma que se completaran. «¿Y ahora cómo coño junto yo todo esto?», seguro que pensó.
La respuesta no es fácil, pero el chico lo consiguió (35 añicos tenía cuando la estrenó). ¿Cómo? Así, de memoria y sin habérmela visto parando y tomando (muchas) notas, utilizó (él y el ejército de montadores) la sintaxis del montaje para que en vez de separar y diferenciar las dos historias, estuvieran engarzadas en la edición. Me explico: no pasa de una escena de Michael Corleone (el hijo y heredero del imperio) a otra escena de la historia de Vito con un fundido a negro en medio. Lo que hace es 1) encadenar (por fundido) un plano medio de Michael con otro de Vito o, 2) recurrir a la brusca, pero siempre elegante y eficaz transición por corte (así, a pelo, sin efectos ni hostias). ¿Qué consecuencias tiene esto? El fundido a negro y desde negro separa mucho, muchísimo, dos escenas, tanto que equivale a un punto y aparte o a un cambio de capítulo (o secuencia); esto es: algo se acaba y otra cosa nueva empieza. Los cambios de una escena de Michael a otra de Vito mediante corte provocan tal confusión que durante unos segundos (tal vez incluso hasta que no vuelve a cambiar de plano) tardas en darte cuenta de que se ha vuelto a interrumpir una historia para retomar la otra. Porque, al fin y al cabo, las dos historias son la misma, o la opuesta: la de una familia que se une y la de una familia que se separa.
Pero bueno, a lo que iba. Se me hizo corta porque toda la trama de Michael es consecuencia directa de los hechos de la primera parte. Me sorprendió ver cómo fluía todo y cómo ocurrían las cosas que no podían suceder de otra manera. Hyman Roth le recuerda a Michael el asesinato de Moe Green al final de la primera, y ese crimen arrastra unos lodos que reclaman sangre de Corleone. Michael, que tan asentadito parecía en su trono, ve cómo le salen enemigos por todas partes dentro de sus propias filas y se pasa la primera mitad de la película hablando con unos y con otros y jugando tantas cartas que uno pierde la cuenta. Y si al final de la primera es respaldado por su gente, en ésta acaba solo en la cima, incapaz de confiar en nadie. Ni siquiera de Tom Hagen.
Una curiosidad, que enlaza con lo anterior. Debido a la compañía, vi la película doblada, y esta mañana, al encontrar una escena que quería volver a ver, y verla en versión original, me he dado cuenta (escandalizado) de que el doblaje ni siquiera respeta las frases en siciliano. Casi a las tres horas de película (minuto 51 del segundo DVD), en la escena en la que Michael pide a Tom Hagen que si no cree en él como padrino puede coger la puerta y largarse con su familia, Tom le pregunta por qué le ofende de esa manera para inmediatamente después afirmar que sí, se queda. Allí donde la versión inglesa dice «Si, io staio», en la española se oye «Si, rimango». Alucinante.
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