dimecres, de desembre 31, 2008

LISTA DE LIBROS LEÍDOS EN 2008 (2)

En el mes de julio no acabé ningún libro. Fue entonces cuando apreté el ritmo y corregí los tres primeros capítulos del proyecto pensando que ya lo iba a acabar. Pero no. Y al contrario, en agosto me bloqueé y no pude escribir durante un tiempo, lo que me ocasionó un apetito lector que me llevó a devorar once libros en tres meses, hasta el mes de octubre. Son los títulos que siguen:

9. La conspiración de Cristo. La mayor ficción de la historia. Acharya S., 1999. [Valdemar. Madrid: 2006]. 650 páginas de apasionante lectura. Llevaba meses persiguiendo este título de la colección Intempestivas de Valdemar (mi editorial fetiche), con una ausencia absoluta de suerte. En las librerías me decían que estaba agotado o que la distribuidora no lo tenía. Era tal mi interés que telefoneé a la distribuidora y pregunté por el problema: habían enviado sus ejemplares a Barcelona y no quedaba ninguno para Valencia (espero que no haya ningún tejemaneje ideológico por detrás). La librera se enteró de que había llamado a la distribuidora a sus espaldas y me armó medio pollo porque pensó que desconfiaba de ella. Resultado: medio año sin entrar en esa librería. Al final pedí el libro a través de la web de la editorial y en cuatro días lo tenía en casa. Menos de una semana después, estaba listo. Resultado: convicción casi absoluta de la inexistencia histórica de nadie llamado Jesús de Nazaret.

10. Artículos. Mariano José de Larra, 1928-1837. [Cátedra. Madrid: 2000]. Debido a un tipo extraño de superstición, esperé a acabar este libro hasta que no superara en edad a su autor, un suicida de 27 años. La impresión es muy positiva. Y extraña. Por los ecos de la vida urbana actual que resuenan en los ambientes del Madrid de hace casi dos siglos. Muy recomendable. De haber nacido en 1980, Larra habría tenido un blog (más visitado que éste, por supuesto).

11. El fabuloso libro de las leyendas urbanas. Demasiado bueno para ser cierto. Jan Harold Brunvand, 1999. [Alba Editorial. Barcelona: 2004]. Una colección de tropecientas historias de lo más variopintas que se han transmitido de individuo a individuo durante las últimas décadas (como mínimo). Muy curioso.

12. Mecanoscrit del segon origen. Manuel de Pedrolo, 1974. [Edicions 62. Barcelona: 1997]. De lo más mejor que he leído este año. Ignoro si esta obra de Pedrolo es conocida en el ámbito hispano, pero por aquí es famosa porque constituye un hito de la literatura de ciencia ficción en catalán. Y qué catalán: sólo por ver hasta dónde fue capaz Pedrolo de llevar el idioma ya vale la pena leerla. La premisa: unos extraterrestres devastan el planeta y sobreviven Alba, de 14 años, y Dídac, de 9. El final: estremecedor. En medio: 150 páginas.

13. Anticuerpos. Kevin J. Anderson, 1997. [Plaza & Janés. Barcelona: 1998]. Esta novela de Expediente X llevaba cinco años en la estantería, esperando su momento. Más años todavía hace que busco Calcinación espontánea, el título que me falta de las novelas de TXF, escrito por el mismo autor, famoso por su labor en series como Star Wars o Dune. No, si al final tendré que hacerme con alguna copia del original inglés, titulado Ground Zero. Digo que como era la última que me quedaba de las que tengo, en cierta manera me la estaba reservando, aunque imaginaba que la historia no iba a ser nada del otro mundo. Es eso exactamente, pero también muy entretenida. De vez en cuando se agradece un texto para encefalogramas planos.

14. ¡Zap! Miguel Ibáñez, 1995. [Futura Ediciones. Barcelona: 1995]. ¡Es un obsequio personal del autor! (moltes gràcies, Mike!). El pobre hombre debió zamparse demasiadas horas de televisión para poder escribir este libro y, en un acto de generosidad, decidió compartir estas páginas con el resto para que no necesitemos someternos a tamaña tortura de forma directa. Un volumen muy extraño con algunas verdades recónditas.

15. La máquina del tiempo. Herbert George Wells, 1895. [Diario El País. Madrid: 2004]. Como ocurre con tantos clásicos que han sido volcados al cine, uno cree conocerlos sin haberlos leído. Nada más lejos de la realidad. Ésta es una novela más extraña si cabe por su breve extensión, característica que precisamente le ha permitido originar tantas versiones.

16. Comic Book Nation. The Transformation of Youth Culture in America. Bradford W. Wright, 2001. [The Johns Hopkins University Press. Baltimore (Maryland, EEUU): 2003]. Un trabajo excepcional. Wright ha culminado una historia del comic book atendiendo a los mensajes que éstos han transmitido en cada década y a cómo los sucesos históricos del siglo XX se han visto reflejados en las páginas de los tebeos estadounidenses. Imprescindible.

17. Monster Show. Una historia cultural del horror. David J. Skal, 1993. [Valdemar. Madrid: 2008]. Un análisis muy interesante y revelador que delata las conexiones entre los acontecimientos traumáticos tan abundantes del siglo XX y el cine de terror. El ensayo ahonda en una reflexión que resumí hace tiempo en una frase: «las películas engañan, pero no mienten». Más todavía que el reflejo del siglo pasado en un género cinematográfico, me ha sorprendido el texto paralelo relativo al desgajo de la figura de la mujer respecto de su función reproductiva, y cómo desde la revolución sexual de los 60 el resultado de la concepción (el hijo) se ha convertido en el personaje monstruoso definitivo. Skal reparte unas pinceladas aquí y allá sobre el tema, desde Frankenstein hasta Rosemary's Baby, sin saciar mis ganas de profundizar en esta línea; lástima que el caótico sistema de notas y bibliografía me dificultará el dar con algún título de referencia. No obstante esto último, muy recomendable (como todo lo que he leído de Intempestivas).

18. El horror de Dunwich. Howard Phillips Lovecraft, 1928. [Alianza Editorial. Madrid: 1993]. Quince años ha tenido que esperar este librillo. Fue publicado dentro de la colección de Alianza Cien, aquélla que vendía cada ejemplar por cien pesetas. Era una gran iniciativa, y me apena que no sobreviviera al euro. Al respecto, echo en falta una editorial española que se atreva con formatos económicos de bolsillo; pero de verdad, al estilo de la Reclam de Stuttgart, que desde hace décadas pone en el mercado librillos idénticos en tamaño a los de Alianza Cien, ¡y hasta publica obras en sus idiomas originales! (¿Cómo se atreven? ¡¿Dónde se ha visto eso?!). Sobre la historia de Lovecraft, decir que es lo primero que leo de él, que me ha encantado y que es en verdad aterrador.

19. El poeta y los lunáticos. Gilbert Keith Chesterton, 1929. [Valdemar. Madrid: 2006]. Con éste ya suman trece los títulos de Chesterton digeridos, a un ritmo mínimo de una ración por año. No me ha llegado tanto como otras obras suyas y eso ha hecho que lo leyera con el piloto automático. A pesar de todo, la lectura de Chesterton me sigue resultando muy agradable.

Concluirá en la tercera parte...

dilluns, de desembre 29, 2008

LISTA DE LIBROS LEÍDOS EN 2008 (1)

Para quien le pueda interesar, publico aquí la lista de las lecturas que me han ocupado durante este año 2008 que termina. Bueno, si soy sincero, no es una lista de lecturas en general, sino sólo lo que se indica en el título del post: una lista con los libros leídos este año. El porrón de tebeos, así como los ejemplares de National Geographic y de Imágenes de Actualidad van aparte (vamos, que el único control que llevo es su presencia en las estanterías). Para no sobrecargar la entrada, he dividido el listado en tres partes. En esta primera entrega aparecen los que he leído durante los primeros seis meses del año.

Ahí vamos, pues, con la lista de libros leídos entre enero y junio de 2008:

1. Divertim-nos fins a morir. El discurs públic a l'època del "show-business". Neil Postman, 1985. [Llibres de l'índex. Barcelona: 1990]. Atraído por el título, referenciado en las bibliografías incluidas en Comic Visions, Pop Control y El estilo del mundo, no podía dejar pasar mucho tiempo un libro citado por David Marc, Mike Ibáñez y Vicente Verdú. No me decepcionó en absoluto, e incluso llegué a escribir algo sobre él en su momento. Postman expone una historia de los medios de comunicación en EEUU desde el siglo XVIII y cómo tanto su proliferación como la velocidad y la simplificación de los mensajes han contribuido a reducir hasta lo microscópico nuestra capacidad de atención y reflexión. No os quedéis con estas pocas palabras: son sólo 200 páginas que valen realmente la pena.

2. Die Angst und der Tod. Carsten Tsara macht sich sorgen. Franz Specht, 2006. [Max Hueber Verlag. Ismaning (Alemania): 2006]. Otra lectura de alemán. Poco que decir. Carsten Tsara es un detective que se preocupa por la ausencia de su vecina.

3. The Comic Book Makers. Joe & Jim Simon, 1990. [Vanguard Productions. Lebanon (New Jersey, EEUU): 2003]. Primordial. Fantabuloso. Un recuento de la vida profesional del artista y pionero de los comic books, Joe Simon, redactado con la ayuda de su hijo Jim. Me hice con él debido a mi interés por el comic book de superhéroes y, en concreto, por la figura de Jack Kirby, con quien trabajó en las décadas de los 40 y los 50 y junto a quien creó Captain America en 1940. Me resultó muy útil para detallar la cronología de los primeros años de la industria. Fue, además, toda una sorpresa el sostener el libro en mis manos: no me esperaba que fuera tan grande ni, menos todavía, que incluyera tantas imágenes, incluso en color, impresas en papel de calidad.

4. Del tebeo al manga. Una historia de los comics. 3. El comic-book: superhéroes y otros géneros. VVAA, 2008. [Panini. Torroella de Montgrí (Girona): 2008]. Éste es otro de los libros que he utilizado para conocer los orígenes de la industria del comic book. Hasta la fecha he leído tres de los cinco volúmenes publicados por Panini de su historia de los cómics (me faltan el segundo y el quinto), y éste me ha parecido el mejor de todos ellos. Un texto muy útil e informativo para cualquiera que quiera introducirse en este campo.

5. The Comics Journal Library, Volume One: Jack Kirby. VVAA, 2002. [Fantagraphics Books. Seattle (Washington, EEUU): 2002]. Otra maravilla. Un monográfico dedicado a Jack Kirby que recopila tres entrevistas publicadas en la revista The Comics Journal, realizadas en 1969, 1971 y 1989 (la famosa de Gary Groth), así como ensayos sobre su obra y artículos que recuerdan el conflicto que Marvel y Kirby protagonizaron a mediados de los 80 en torno a la devolución de los originales del artista (y el destino de muchas de estas páginas).

6. Die Blaumacherin. Leonhard Thoma, 2003. [Hueber / Editorial Idiomas. Madrid: 2003]. Otra lectura de alemán y una nueva recopilación de cuentos de Thoma. Estos relatos me engancharon más que los del año pasado incluidos en Der Hundetraum.

7. The Catcher in the Rye. Jerome David Salinger, 1945-46. [Penguin Books. Londres: 1994]. Aunque tuviera poco que ver con la asignatura, la maestra de Lengua Española nos mandó leer este libro, un clásico de la literatura estadounidense, en segundo de BUP (curso 1995-96). A mí me encantó. También recuerdo que una compañera de clase me comentó que no le había gustado, así que no sé si hay que ser chico para apreciar más esta novela, pero bueno, yo no dejo de recomendarla por eso. Hace dos años tuve la oportunidad de viajar a Glasgow a visitar a Álex y de una librería de segunda mano me traje la edición inglesa que he saboreado este año. Me ha gustado más si cabe, gracias a ese estilo tan directo, tan oral, tan auténtico, que lo convierte en un texto idóneo para ser leído en voz alta.

8. Del tebeo al manga. Una historia de los comics. 4. Marvel Comics: Un universo en constante evolución. VVAA, 2008. [Panini. Torroella de Montgrí (Girona): 2008]. Si el tercero me parece el mejor, considero este cuarto como el peor de los tomos que llevo leídos de esta colección de Panini. El cuerpo principal del texto es de lo más endeble, y es interrumpido más que nunca, casi en cada página, por textos independientes. Me dio la sensación de estar leyendo una recopilación de esos artículos breves que se publican en los tebeos de superhéroes; la inclusión de uno de estos textos en un tebeo es una decisión perfecta para informar al lector, pero una obra de esta envergadura se merecía algo con más sustancia. Aquello que más me decepcionó fue que se dedicara tan poco espacio a los primeros años de Marvel.

En la siguiente entrega, más.

diumenge, de desembre 21, 2008

CONSTELACIONES Y PALOMITAS

En agosto, durante la lectura de La conspiración de Cristo, se me encendió una bombillita y relacioné dos ideas. Por una parte, la relevancia que los pueblos de la antigüedad otorgaban a las constelaciones y, por otra, la difusión e implantación de las que han disfrutado el cine y otros medios audiovisuales a lo largo del siglo XX y lo que llevamos de XXI. Hallé una conexión, no sé si ya propuesta por otros o cogida por los pelos, que explica nuestra obsesión por las imágenes en movimiento como algo más allá del gusto por las narraciones o el fruto de un desarrollo tecnológico. Es posible que me haya pasado, pero el peso de los aspectos comunes me lleva a intentar plasmar por escrito esta teoría y permitir que sea juzgada.

Aunque no lo parezca, las noches son muy oscuras. Esta afirmación tan tonta en realidad no es ninguna tontería. La oscuridad no es una calle mal iluminada, algo que siglo y pico de corriente alterna casi nos ha hecho olvidar. Hace milenios, la luz se ceñía a la duración del día y, de la misma manera que el Sol gobernaba el calendario, en las noches sin Luna eran las estrellas las que atraían la atención del ser humano. Y no vayáis a pensar de ningún modo que prestaban al cielo nocturno la misma atención que podemos dedicar ahora a seguir los diálogos de un episodio cualquiera de The West Wing. Nada de eso. De ninguna manera. Decir que observaban y atendían a las estrellas es quedarse muy corto. Se desvivían por ellas como si les fuera la vida en ello.

Los antiguos bautizaron los astros y, de acuerdo con la ley de la Gestalt de la proximidad, agruparon en constelaciones aquellos puntos luminosos, imaginando siluetas increíbles, transformando éstas en personajes fantásticos y convirtiendo a estos últimos en protagonistas de las tramas más inverosímiles. Convertidas en narraciones, fueron ya fácilmente memorizadas y asimiladas.

Éste era el tipo de pensamientos que me abordaban mientras devoraba el libro de Acharya. Imaginaba a nuestros antepasados, a la caída del Sol, reunidos en grupos, alzar la vista y convertirse en espectadores del mismo drama al que habían asistido la noche anterior y al que asistirían la noche siguiente. Protagonizado por unos personajes que se alzaban tras el horizonte y desfilaban por la bóveda celeste para volverse a ocultar. La obra se repetía con ligeras variaciones cada noche, hasta el punto de que algunos personajes sólo intervenían (eran visibles) algunos meses del año.

En este punto conviene recordar un interesante párrafo que leí hace años para compartir con vosotros otro antecedente antes de dar el próximo paso:

«A 24 fotogramas por segundo, una película proyectada avanza un fotograma cada 42 milisegundos. (Un milisegundo es una milésima de segundo.) Puesto que el obturador interrumpe el haz de luz del proyector dos veces, en realidad cada fotograma se muestra tres veces durante ese intervalo de 42 milisegundos. Cada una de las exposiciones está en la pantalla durante 8,5 milisegundos, con 5,4 milisegundos en negro entre cada una. En una película que dura 100 minutos, ¡el público está sentado en absoluta oscuridad durante casi cuarenta minutos! Sin embargo, no percibimos estos breves intervalos de oscuridad debido a los procesos de fusión crítica de parpadeo y de movimiento aparente dentro de nuestro sistema visual». [David Bordwell y Kristin Thompson en El arte cinematográfico. Una introducción (Paidós, 1995), p. 31].

Se me ocurrió, pues, que eso de sentarse dentro de una sala oscura guardaba alguna relación con el antiguo ritual de observar el firmamento. Así, del mismo modo que nuestros antepasados contemplaban las constelaciones en el cielo nocturno, los espectadores de cine actuales gustan de embebecerse con las intervenciones de sus particulares «estrellas del celuloide», formas de luz que aparecen y desaparecen ante sus ojos, que interpretan dramas parecidos pero no iguales proyectados sobre una pantalla cóncava. Preferentemente, de noche.

A este respecto, siempre me ha parecido curioso lo extraño que resulta ir al cine de día. En abril de 1997, por ejemplo, asistí con mi hermano a una sesión vespertina de El retorno del Jedi en los cines Cristina de Gandia. Cuando salimos a la calle, me chocó que todavía hubiera luz. Era como si pensara: «No puede ser. Si hace sólo un momento era de noche».

Creo que añado un elemento más a la comparación si recuerdo que, de la misma manera que «ir a ver las estrellas» se considera un plan romántico, no deja de sorprender el hecho de que la asistencia a una sala de cine se convirtiera durante el siglo XX en un ritual iniciático para toda nueva pareja.

He estado meditando todo esto desde agosto y no me parece del todo descabellado que, cuando empezó a extenderse la luz eléctrica en el siglo XIX, al mismo tiempo que iluminaban la oscuridad y, de paso, borraban el cielo, diferentes hombres en varios países sintieran la pulsión de recrear a pequeña escala esa danza de estrellas, ocultas por el resplandor artificial de las ciudades, sirviéndose de la misma energía que las había hecho desaparecer de nuestras noches. Inventaron de este modo el cinematógrafo, un mecanismo basado en la luz y en la oscuridad, en la rotación y en el parpadeo, que necesita del procesado de la mente humana para crear la ilusión de personajes que entran y salen del campo de visión, o aparecen y desaparecen de las escenas que conforman una trama.

Los humanos actuales hemos aceptado de forma masiva esa reinterpretación del milenario ritual porque la noche y las estrellas son la religión más antigua y poderosa de todas. No la hemos abandonado jamás y ahora, transformada en entretenimiento, sigue condicionando nuestra existencia como si nos fuera la vida en ello.

Por todo lo anterior, feliz Solsticio de Invierno a todo el mundo.

dilluns, de desembre 08, 2008

DESCENSO AL FUTURO (7)

«For God's sake, be economical with your lamps and candles! not a gallon you burn, but at least one drop of man's blood was spilled for it».

[Lo que viene a ser, según la traducción que manejo: «¡Por amor de Dios, economizad faroles y bujías! No hay un solo galón de aceite que quemáis que no haya costado por lo menos una gota de sangre humana»].

La frase es del capítulo 45 (The Affidavit / Declaración jurada) de Moby Dick, la estupenda novela que Herman Melville publicó en 1851. Melville se refería entonces al espermaceti o grasa de ballena; el siglo y medio transcurrido ha cambiado el objeto, pero no el mensaje.

dimecres, de desembre 03, 2008

¿DÓNDE ESTABAS, MARVEL GOLD?

Jamás de los jamases había ocurrido que no escribiera ni siquiera un post al mes. Ya cuidaba yo de ello. Sin embargo, en noviembre, nada. Supongo que es mi peculiar estilo de celebrar el tercer aniversario del blog. Ocurre que siempre actualizo desde el portátil y acostumbro a dejar éste en lo que podríamos llamar mi despacho, carente de conexión. De esta manera, allí escribo sin distraerme en internet y aquí me dedico a leer a mansalva (demasiado), al alemán (bastante menos) o a otras actividades analógicas.

A pesar de mi pereza digital, seguía anotando ideas para posibles textos, a los que sigo queriendo dar forma en un futuro cercano. Simplemente por el placer de seguir lanzando mensajes al océano, voy a comprometerme conmigo mismo a colgar un mínimo de un post a la semana desde ya. A ver cuánto dura la promesa.

Empecemos con algo sencillito. Hace poco he podido disfrutar con la saga de los Vengadores Operación: Tormenta Galáctica, en la edición en tres tomos que ha sacado Panini en los últimos meses. Me ha resultado muy entretenida y se la recomiendo a cualquier lector de superhéroes con unos cuantos años de afición. De la misma manera, no la recomendaría en absoluto para todo aquel que empezara a sentir cierta curiosidad por el género y creyera que va siendo hora de pillarse alguna lectura protagonizada por engreídos exhibicionistas daltónicos ciclados. Para eso, mucho mejor acercarse al Daredevil de Frank Miller o al Superman o Los 4 Fantásticos de John Byrne porque... bueno, así es como empecé yo.

No voy a contar nada del argumento más allá de lo que se puede leer en las contraportadas. Operación: Tormenta Galáctica es una macro-saga Marvel narrada en 19 partes repartidas en siete colecciones publicada en 1992. Lo que más me ha llamado la atención ha sido la capacidad de los guionistas para avanzar en la trama sin perder de vista quién es el protagonista de cada episodio. Éstos se van centrando en Capitán América, Quasar, Wonder Man, Iron Man o en a quién le toque cada vez al tiempo que se va desarrollando la acción principal. Parecerá una chorrada, pero es un detalle hacia aquellos lectores que en su momento sólo pretendieran leer un tebeo más de su personaje, sin atender al resto de la historia --y que no quisieran o no pudieran permitirse el desembolso de adquirir las otras colecciones.

Si dirijo mis alabanzas hacia los guionistas y alejo a los neófitos de esta saga es más que nada por los dibujantes. Sólo un estómago curtido en abominaciones puede tolerar esos rayajos sin despreciar el género en su integridad. No es que sean malos, pero podrían ser mucho mejores.

Estos tebeos cuentan, además, con un interés añadido, pues fueron los encargados de inaugurar, junto a la estupenda etapa de Roger Stern y John Byrne en Captain America, el formato-colección Marvel Gold de Panini, nueva plataforma, esta vez en color, a tamaño comic-book, cubiertas en rústica y precio ajustado, desde la que recuperarán sagas añejas de Marvel (reservemos el adjetivo «clásico» para otros destinatarios).

Pues qué queréis que os diga: yo estoy encantado. Es un formato manejable (vamos, que se puede abrir), fiel a las proporciones de página y, sobre todo, su precio no es un abuso. Hace unos días, la nueva web de Marvelmanía anunciaba el plan editorial que reserva Panini para los tebeos añejos durante el 2009 y la cosa pinta bastante atractiva. Para mí, claro, que sólo sigo fiel a Daredevil y me paso por el forro el resto de la actualidad Marvel y los tomos hipertasados. Me parece un acierto que Panini publique a partir de ahora estas «novedades» para cubrir un espectro de clientes que tenía descuidado: yo mismo.