diumenge, de novembre 25, 2007

GOMINOLAS DESINFLADAS

El martes que viene Cuatro emitirá el cuarto episodio de Gominolas y yo no estaré ahí para verlo. Más que nada porque prefiero verlo a través del sitio web dos días más tarde, que me viene mejor. Aun así, no sé si aguantaré mucho más. Todo era diferente hace casi tres semanas...

No sé si os ha pasado alguna vez. Llevar tiempo siguiendo una serie estadounidense sin haber tenido oportunidad de ver todavía el piloto. Me refiero a las series tal y como eran concebidas antes de la explosión del continuará hace unos años, las de historias autoconclusivas en cada episodio (o tramas desarrolladas como mucho en dos o tres partes, coindicidiendo por lo normal con los finales e inicios de temporada) y con subtramas que hilaban cada temporada y la serie entera.

Entonces, un día, ¡zas! veis el piloto. Si no estáis informados notaréis algo extraño. Los rostros serán más jóvenes, en la historia no se hará referencia a ciertos sucesos importantes e, incluso, si habéis llegado a tiempo, contemplaréis la escena en la que los personajes se conocen o se reencuentran. Un sexto sentido os advierte de que lo que estáis viendo es el primer episodio absoluto, el que se escribió y se filmó antes de todos los otros que habéis visto ya. Sí, es el piloto, y el sentimiento de extrañeza se transforma en otro. Es el primer episodio, los guionistas jamás antes habían escrito otro episodio, los actores jamás habían interpretado a esos personajes y, sin embargo, los personajes son ya los personajes. Los engranajes tal vez no rueden como lo harán más adelante, pero la diferencia es mínima, y la serie, con sólo un episodio, es ya la serie que conocemos, y los personajes son ya ellos. Desde el primer episodio.

Gominolas tiene un primer episodio que no está mal. Apuntaba maneras: rodado en cine, con una duración inferior a los tres cuartos, centrado no en una familia ni en un grupo de profesionales, sino en unos personajes perdedores que se reencuentran veinte años después, con una recreación creíble de los ochenta y una estupenda canción coreografiada. Esta canción, por desgracia, sigue siendo lo mejor que ha dado la serie.



«Hola, yo soy Plátano / yo soy Menta / yo Melocotón / yo soy Regaliz / y yo soy un pequeño Fresón». Los primeros días, estos versos trajeron una sonrisa a mi anodina existencia e iba medio canturreándola por ahí. Pero una canción no sostiene una serie, por mucho que pueda evocarla, y mis esperanzas se encaminaban en otra dirección: Benja, Bruno, Susana y Tinín hunden sus raíces en un esquema de personajes que se remonta, hasta donde tengo noticia, a 1900.

Mmm... como veo que esto puede alargarse más de lo normal, paro aquí, me apunto en una libreta el resto de ideas que quería desarrollar y ya sigo mañana.