(Bartman #3, VIII-94, página 17; en España, en algún momento dos años después)
...leyendo esto otro:
«Según los cálculos, era posible que la explosión de la Bomba [...] pudiera inflamar el nitrógeno de la atmósfera de la tierra, y por tanto quemar el mundo entero. Las posibilidades de que esto ocurriera se calcularon como tres en un millón. "Parecía un riesgo razonable para seguir adelante"». (Cultura del apocalipsis, página 489).
A todo esto, ya me he acabado el librillo. Otro día os hablo en más detalle de él. Lo compré atraído por este texto, esperando encontrar cosas parecidas. No fue así, pero lo devorado estos días me ha interesado todavía más. Una gracia de libro, de verdad.
Después de hoy ya nada volverá a ser lo mismo. Si alguna vez tuve credibilidad (ya me dijeron que no), extermino aquí la poca que me pudiera quedar. Por una vez, y sin que sirva de precedente, podéis encontrar mi horrendo careto en el blog de David, quien pergeñó todo y dispuso, sí, del ser humanoide que tenía más a mano, pero también de aquél que (a su pesar) se ajustaba más al papel.
No lo enlazo directamente por dos motivos: a) para que quede aquí la menor constancia posible, b) para que os paséis por el blog del autor.
Espero que el tiempo invertido sirva al menos para que el senyoret apruebe hoy la asignatura. Me sé de un profesor que se va a reír de lo lindo. No será el único.
PD: inteligentemente, el montador ha recortado mi papel y el corto no queda mal del todo. Has d'aprovar, David!
Ais, quiero postear pero hoy no tengo ganas de pensar en los temas de la lista. ¿Qué hago? Mmm... ¡claro! Traduzco y retoco un poco el correo que me envió mi hermano la semana pasada sobre el servicio postal italiano, que además ya le pedí permiso para publicarlo aquí, y mato dos pajáros de un tiro: publico y cumplo una labor social.
«Llego con las hojas que quería enviarte:
«-Quería enviar una carta con esto. Lo más rápido posible. Urgente..., certificada... «-Urgente, 74 horas. Certificada, una semana. «-Urgente. «-Un momento.
«La mujer se levanta y se dirige a una estantería, de donde extrae una carpeta grande y comienza a pasar hojas. Por fin parece que encuentra las instrucciones para enviar una carta urgente.
«-¿Pero qué quieres enviar? «-Esto. «-¿Y el sobre? «-¿Usted no puede venderme uno? «-No. No tengo... Tengo grandes.
«Continúa mirando las instrucciones.
«-¿Código fiscal? (como un documento de identidad). «-No. «-Eh... «-¿¿¿Quiere decir que no puedo enviar la carta??? «-Eh... (baja la vista a las instrucciones). Vale, rellene esto. Le falta el sobre.
«Entra a buscar el sobre. Cuando vuelve, es enorme, al menos un A3.
«-¿Te vale? «-No. «-Entonces tienes que ir a comprarlo. «-...puf, vale. Hasta luego.
Luego:
«-Ya estoy aquí. «-Eh... a ver... rellene esto, eso... bla, bla, bla... «-Entonces tendremos que poner una fotocopia de su documento de identidad. «-Eh... ¿me hace usted la fotocopia? «-Sí. «-(uff...)
«Se va a hacer la fotocopia.
«-Si no llegara la carta, ¿quiere que vuelva? «-¿CÓMO? «-Que si quiere que vuelva si la carta no llega. «-... «-¿Entiende? Si el destinatario no estuviera en casa, ¿quiere que vuelva la carta? «-Ya, ya. Pero si no estuviera en casa, guardarían la carta en correos hasta que pudiera ir.
«Me mira con cara de incredulidad: "¿De verdad hacen eso? Aquí las tiramos a la basura".
«-Bueno. Si no llega...? «(Esa carta debe llegar). -Sí, claro que quiero que vuelva. «-No, lo digo porque si vuelve tendría que pagar la vuelta. «(Está de coña. Qué hijos de puta). -OK, como sea. «-OK. Serán 33€. ¿Le va bien? «(¿Cómo que si me va bien? Pues no. Me estás cobrando una pasta por una carta de mierda que no sé si llegará, tengo el tiempo justo, ya estoy hasta los huevos, es la única manera que tengo de enviarla...). -Si es lo que vale... pagaré.
«¿Qué hacía esa mujer trabajando en correos? Es que ningún italiano de ese barrio ha enviado nunca una carta urgente? ¿Por qué no está todo informatizado ya?).
«Cuando todo parecía resuelto, la mujer dice:
«-En esta casilla debe indicar qué tipo de material está enviando.
«Yo había visto esa casilla. La había dejado en blanco porque en una esquina de la misma había un recuadro que indicaba "documenti", donde ya había marcado una "X". No le di importancia.
«-Ya he marcado que son "documenti". «-Ya, pero... ¿qué es? Debe especificarlo. «-¿Cómo? Eh... no sé. Son papeles... para la universidad.
«A todo esto ella está atenta al PC. Está mirando una lista de las posibles cosas que podrían definir lo que estoy enviando.
«-¿Pero qué son? Tienes que indicarlo. Es preciso. «-Pufff... ¡Es personal! «-Pero... Tienes que especificarlo. ¿Cuál de estas cosas es? «(Si no puedo ver la pantalla...). -No lo sé. Es usted quien ve la lista. Lo más parecido. Usted sabrá. «-Errrg... «-"Documenti", "università". «-Escriba aquí.
«Señala la casilla en blanco, donde escribo "documenti università". Después de esto la mujer por fin se puso a imprimir etiquetas y pegarlas al sobre. Entonces ya pude irme».
El sábado llegó a mis manos el primer número del nuevo volumen de Superman publicado por Planeta, tras un volumen anterior al que no he prestado la más mínima atención. Los motivos para volver al redil:
-un precio por número americano anterior al 2001. -la edición en grapa, que el personaje no conocía en España desde ni se sabe (me bajé del carro cuando coleaba Zinco, en la primera mitad de los 90). -Kurt Busiek, Carlos Pacheco y Jesús Merino.
¿Y Superman? No espero que me llegue a interesar tanto el personaje como me pasaba (y me sigue ocurriendo) con la etapa de Byrne, pero sí encontrar historias que merezcan la pena. Sobre todo, volver a leer tebeos maquinados por Busiek (en ambas colecciones: Superman y Action Comics) y dibujados por Pacheco. Qué cosas. Actores y directores españoles cruzan el charco para trabajar en Hollywood (o en el extranjero) y se informa a todo el mundo. Un español dibuja un icono de 70 años, el héroe más reconocible, y nos enteramos los de siempre.
Este primer número también supone el regreso de otro elemento, si no frecuente, sí habitual en la lectura de tebeos. Pinchad la imagen:
En la cuarta viñeta de esta cuarta página se da el típico ejemplo de "personalidades intercambiadas", también conocido como "este personaje no puede decir esta frase", "síndrome de los jóvenes castores", o "fallo de continuidad que expulsa al lector durante unos segundos fuera del relato".
La frase que inicia Superman en la segunda viñeta, «No sé qué serán esas esferas que orbitan a tu alrededor...», es completada por su contrincante («¡...pero tampoco te van a ayudar!») en vez de por él mismo, quien también pronuncia una frase ajena en la cuarta viñeta.
El intercambio de textos en los bocadillos es algo que ocurre de vez en cuando, y hay que verlo como una apelación por parte de packager hacia una lectura más activa y creativa, sin la que el lector se limitaría a interpretar en su mente de forma automatizada el espacio y el tiempo entre viñetas, así como la duración y la coreografía en el interior de cada una de éstas, sin mencionar, por supuesto, que esta simple (?) traslación de frases aporta un revitalizante desvío en el trayecto que sigue nuestra mirada a través de la página, que nos guía mediante la posición de los textos de apoyo, la ubicación de los bocadillos, la distribución de las viñetas, el raccord de movimiento o de mirada de los personajes, las líneas maestras del dibujo...
El síndrome de los jóvenes castores (los tres sobrinos del Pato Donald que siempre dividen su frase en tres para que cada uno de ellos pronuncie un fragmento, como una mente con tres bocas) es la aportación del packager patrio a la demostración de que nos hallamos ante el lenguaje más fascinante del mundo.
Como suele pasar cuando uno deja pasar unos días sin escribir, se acumulan algunos temas. Intentaré solucionarlo a partir de hoy.
1. Conciliar el sueño tarde. Despertarse (sin ninguna razón) demasiado temprano. Levantarse cansado. Está durando ya demasiados días. Con una ducha y café puedo empezar a pensar a media mañana.
2. Anoche vi un hombre regar el asfalto. Mojaba su muro y la acera alrededor de su casa. Sí, vale, para "humedecer y refrescar", pero sin motivo justificable. Ya me parece denunciable que mis padres rieguen a mediodía, por lo que anoche fui testigo de un crimen. Mientras pasaba con mis perros cerca de él, y me entretenía contemplando cómo se recreaba trazando curvas de agua en el aire, entendí que estaba presumiendo de nivel de vida. Derrochando riqueza. Libando el más preciado de los líquidos al cuerpo del dios Asfalto.
3. Esta mañana en la secretaría de la facultad de Farmacia de València. Dos mellizos acompañados de, supongo, su padre, realizan una gestión delante de mí. La preinscripción tal vez. Ninguno de los dos tiene dirección de correo electrónico. Consuela saber que siempre hay gente más rara que uno.
4. Una de las primeras leyes del Código Lombrithesco, que será impuesto cuando Ella llegue, prohibirá a los hombres la exhibición de sus pies en los espacios públicos, bajo pena de amputación. Las mujeres (menos las viejas) hallarán, sin embargo, todo tipo de facilidades para tal actividad. Con ello se pretenderá promover el buen desarrollo de la digestión de todos los ciudadanos, así como establecer unas indicaciones mínimas para la estética de la nueva era.
El Full o, més bé, "El Llençol", deia el següent: «Estètica contra política: el funk i el punk. Última de les conferències del cicle coordinat per [Emapunt Tepunt], en la qual s'analitzaran dues tendències musicals contraposades, tant per l'origen com pels seus postulats estètics: el funk, arrelat a la música negra nordamericana i el punk, vinculat a les zones suburbials londinenques».
Tal volta deuria d'haver fet més cas al subtítol «Cicle de conferències Dues dècades de música pop: els anys 60-70», perquè per allò d'estètica contra política jo esperava altra cosa. No ho sé, que em parlaren d'estètica i política als 70, potser. La conferència resultà ser un repàs a la música d'aquella dècada (top five inclòs) i, si bé no coincidí amb el que jo m'havia imaginat, no estigué malament del tot. Em serví per conèixer grups i, sobretot, veure gravacions d'espectacles musicals i fragments de documentals interessants. Al tal Emapunt Tepunt se li endevinaven coneixements i bona voluntat, i es veia bona persona, però li mancava moltíssima traça en allò d'exposar idees en públic. Tindrà la mateixa que jo.
Em vaig quedar bocabadat en sentir Entre dos aguas i veure Paco de Lucía movent els dits (i fent carasses) a la guitarra l'any 1976, i em vaig tornar a preguntar, com moltes voltes en els darrers anys, qui collons té els drets per dur al cine un biopic de Nino Bravo. Perquè, parlem-ne clar: si no es fa, en aquest país som idiotes. I la gent del cine més. La història d'un valencià (d'ací al costaet), cantant d'èxit (de molt d'èxit) que mor en accident de carretera. Què més volen per una pel·lícula? Jo no tinc cap dubte: algun productor (que tontos no són) durà dècades pagant pels drets de fer un biopic de Nino Bravo. I més d'un guió hi haurà escrit. Si no s'ha fet ja, no serà per infrastructura: s'han estrenat "Els Cacaborja" i "Mierdatriste". Ha d'haver un problema més de base: l'actor principal.
M'he n'anat del tema. Vos deixe un dels vídeos que ens posà Emapunt Tepunt: My Way cantat per Sid Vicious. Ja, sé que no és un model de comportament, però m'agradà la versió.
I la lletra:
And now, the end is near And so I face the final curtain You cunt, I´m not a queer I´ll state my case, of which I´m certain I´ve lived a life that´s full I've traveled each and every highway And more, much more than this I did it my way
Regrets, I´ve had a few But then again, too few to mention I did, what I had to do And saw it through with out exemption I planned each chartered course Each careful step along the highway And more, much more than this I did it my way
There were times, I´m sure you knew When there was fuck fuck fuck-all else to do But through it all, when there was doubt I shot it up or kicked it out I faced the wall and the world And did it my way
I've laughed and been a snake I´ve had my fill, my share of losing And now, the tears subside I find it all so amusing To think, I killed a cat And may I say, not in a gay way Oh no, oh no not me I did it my way
For what is a brat, what has he got When he wears hats and he cannot Say the things he truly feels But only the words, of one who kneels The record shows, I fucked a bloke And did it my way
La Fuerza es poderosa en mí. La siento. No me refiero a la religión de la República Galáctica, sino a la fuerza de resistencia que impide que me ponga con según qué cosas. Por ejemplo, el videoclip que debía entregar el miércoles pero que inconscientemente he ido retrasando hasta optar por acabar presentándolo en septiembre. Tengo los planos. En MPEG-2 y no en AVI, que es como debería tenerlos para editar con Premiere, pero bueno, los tengo. Tengo la música. Más de una, porque todavía no he decidido cuál escoger. El ataque de impotencia que me entró ante el supuesto conversor de MPEG-2 a AVI no me frenó, porque todavía no era importante. Fue visionando y bautizando los planos, con un plano en concreto, uno en el que la cámara avanza a ras de techo a través de tres habitaciones, que me mareé y me entró un dolor de cabeza inhabilitante. Ahí envié el videoclip a hacer puñetas y me despedí de él con un hasta pronto. Tengo que hacerlo, sin duda, pero al tratarse del último trabajo como tal de la carrera, me gustaría quedar contento del mismo y no acabarlo con prisas.
Yo quería. Para inspirarme en esto del montaje no narrativo me había visto la fascinante Koyaanisqatsi (ya os la estáis descargando) y A Movie, ambas analizadas en la biblia de Bordwell. Pero en esto que se me juntaron las ganas de deshacerme de unos cuantos papeles de la habitación, la relectura de la saga del Imperio Secreto del Capitán América (1974), unos episodios de The West Wing, el libro de Bordwell sobre la narración en el cine de ficción y un ligero resfriado, entre otras cosas, y la resistencia vino a manifestarse en forma de dolor de cabeza.
Tras mi primera siesta en un año, y después de unas semanas aparcado, reincorporé el trabajo fin de carrera a mi vida. Tracé los primeros intentos de unos cuadros que deben reflejar las periódicas apariciones del villano de turno, o de personajes recurrentes o fijos, aquellos lugares que se nos presentan en cada número, el avance de subtramas. El número que leí anoche, por ejemplo (primero que leo en inglés), suponía la primera aparición del Amo de Marionetas y de su hijastra Alicia, con quien se inicia la subtrama de la relación de ésta con Ben Grimm / La Cosa.
Por entonces (número 8, noviembre 1962) Alicia no había adoptado todavía el apellido Masters, derivado, cuenta la leyenda, por idea de algún lector del nombre artístico de su padrastro: Puppet Master. Leer estos tebeos en inglés no tiene precio. No sólo porque me los haya descargado, ni porque se trate de escaneados de la edición original, sin intermediarios editoriales de ningún tipo, también porque me permite tener acceso a las cartas que enviaban los lectores a la colección. La Fantastic 4 Fan Page, por lo poco que he visto hasta ahora, era escenario de comentarios y debates (que si no me gusta el nombre de Mr. Fantástico, que si la Chica Invisible no hace nada, que por qué la Antorcha tiene dos manos izquierdas en la portada del número 3, que por qué la Cosa tiene cuatro dedos en cada mano) que los autores de la serie convertían en ideas y argumentos para la misma. Es un espacio de lo más prometedor, sobre todo teniendo en cuenta que en el número 5 ya aparece una carta de Roy Thomas, quien se convertiría en guionista estrella de Marvel en la segunda mitad de la década y que gobernaría el destino de los inquilinos de los pisos superiores del edificio Baxter en los setenta.
Una cosa más. La relación entre Ben y Alicia tiene una base un tanto perversa. Desde el primer número de Fantastic Four sabemos que Ben está, igual que su amigo Reed Richards / Mr. Fantástico, interesado en Susan Storm / Chica Invisible. En el número 8, el Amo de Marionetas se fija en el parecido entre Susan y Alicia, por lo que disfraza a ésta de la Chica Invisible para colarse en la base de los 4F sin levantar sospechas y que Ben, controlado por el marionetista, se enfrente al resto del equipo. El resto de la aventura consistirá en rescatar a Susan y en detener un motín en una prisión, así como los planes de dominio global del villano. Lo perverso reside, no sólo en que tanto Susan como Alicia parezcan menores, sino en que representan el mismo modelo de chica, y en que gracias a esto, Ben puede tener una chica igualita a la de su amigo en físico, uniforme y peinado.
La siesta, por cierto, no me sentó nada bien. Me provoca insomnio por la noche.
Por si hubiera alguien por ahí (que lo dudo) que va tomando nota de los futuros posts que prometo pero que todavía no han amanecido por aquí, avisarle a ese único lector (al menos habrá uno, digo yo) que servidor se acuerda de ellos ("¡mierda!") y que los tiene presentes para este verano.
Me refiero, en primer lugar, a un texto que espero abordar pronto sobre aquella película 9/11 Mysteries. Part 1. Demolitions, de la que nadie se acuerda y a la que no le habréis dado ni una sola oportunidad, pero cuyo visionado no me cansa y por ello la vuelvo a recomendar aquí. Tras una rápida búsqueda para dejaros de nuevo el enlace (libres sois de ignorarlo), he descubierto que los responsables han colgado este mes una nueva versión con media hora más de metraje, que espero ver pronto. Desgraciadamente, ha desaparecido el vídeo subtitulado en castellano que enlacé hace meses, pero supongo que no tardará en remediarlo algún alma caritativa aficionada a la traducción y subtitulación no remunerada.
El avance editorial para este verano también incluye un artículo sobre por qué me gusta tanto Lost y en qué se parece a la etapa de John Byrne en Superman (1986-1988), así como a otras colecciones. No, no tendrá nada que ver con los misterios de la isla ni con el apunte de que nadie más que Hurley sabe que con los números introducidos cada 108 minutos en la estación The Swan ganó la lotería en el continente.
Cuando lo acabe (no sé cuándo), también me gustaría hablar aquí de Cultura del apocalipsis. Como ese día tardará en llegar, al menos os diré que lo compré porque estaba en la onda del pOp cOntrOl. Crónicas post-industriales de Miguel Ibáñez (de lo que se entera uno leyendo ese libro), y que podéis haceros una idea de su contenido si le echáis un vistazo a La guerra invisible, un texto de Anton Szandor LaVey recopilado en Cultura del apocalipsis y transcrito por Lord Absence en su blog. Si os sobra tiempo, pasad vuestra vista aunque sea por encima por Sociedad Borderline para el siglo XXI, otro éxito de Lord Absence.
Quedan temas en mi lista de textos pendientes, pero como no recuerdo haberme referido a ellos, los mantendré en secreto.
Y recordad, cada vez que no dejáis un comentario, la CIA mata a un niño. ¡Pero si todo el mundo sabe que eso lo hará de todas maneras! Además, Jordi, qué prefieres, ¿que te lean o aprender a escribir? Jooooo, si hay gente que se expresa mucho peor que yo y le dejan comments. ¿Por qué ocurre eso, seño? Yo me creo de que este blog se ha convertío en una forma rápida de saber si Jordi sigue vivo. "Amoavé, ha po'teao? Que sí? Pues ya que no' vamo' pa' ve' otra' paginita' má' interesante'. Que no? E'peraremo' una semanica má' a ve' siscribe algo o aparese el cadáver". Tú no te preocupes por eso ahora, que eso no es importante. Lo importante es cojas una rutina de escribir cosicas por aquí o por allá, que entre tanta mierda seguro que florece alguna cosica resultona. Bueeeno.
Y con eso, me despido hasta dentro de unos días (o hasta que me dé por escribir algo), cuando deje de ocuparme el penúltimo trabajo de la carrera, un videoclip (o algo que se le parezca) que debo entregar la semana que viene. Adiós muy buenas.
1. Sábado, día 2. Mercadona del hospital. 18:35h. Un hombre detrás de mí en la cola vacía su cesta en la caja. Seis botes de ensaladilla de cangrejo. Nueve envases de mermelada de arándanos. Unas cuatro latas de alguna fruta en almíbar (todavía en la cesta, no las vi bien). Nada más. Creo que el hombre se percató de que estaba haciendo un caso excesivo a su compra, pero aquello merecía mi atención. Y la de cualquiera: ¿hay algún dietista en la sala? Encima se dio cuenta de que uno de los botes de mermelada no era de arándanos y a punto estuvo de apartarlo; murmuró una queja al respecto. ¿Podría querer todo aquello para una fiesta? ¿Para una receta? ¿Para qué fiesta y para qué receta, entonces? Un amigo me comentó después de que le relatara el suceso que tal vez tuviera una tienda. Vosotros no visteis al hombre. Ese hombre se alimentaba de eso.
2. Martes, día 5. Abad Solà. 17h. Camino del examen de alemán, me asaltan las dudas. A ver, quién te manda a ti estudiar alemán. ¿Te hacía falta? ¿Es acaso un idioma importante? ¿Cómo coño se te pasó por la cabeza? ¿En qué estabas pensando? Total, ¿para qué?, para que te entren dolores de cabeza con la puta Deklination des Adjektivs, que además no entra. No, no lo intentes, que no entra.
3. Miércoles, día 6. Aula 7. 10h. Examen de Film Comedy, último de la carrera y además en inglés. Más fácil no podía ser. Encima nos hizo analizar la primera secuencia de la fantabulosa y perfecta The Party, de Blake Edwards. Para celebrarlo, ayer no hubo entrada ni me dejé los ojos en Internet perdiendo el tiempo, sino que me leí tres de Superman y tres de Sandman antes de acostarme. Leer tebeos: remedio infalible para subir el ánimo.
Tiene toda la pinta de ser una noticia apócrifa, lo que se dice una leyenda urbana, pero me llamó la atención leerla el pasado domingo en... el Pequeño País.
(Sí, yo me informo mirando los dibujitos y las foticos, ¿algún problema?)
Buscando por ahí, parece que el suceso se remonta a este enero, y figura en un par de sitios que parecen periódicos o algo, en idiomas raros o en inglés, pero no en alemán, que es lo que a mí me crea sospechas. Además que no me suena que hubiera prisión en Darmstadt, pero sí en Dieburg, y a ella debe referirse el asunto.
Aparte, el dibujo es de Antonio G. de Santiago, quien lleva trabajando para El País mínimo 20 años (sólo puedo confirmar hasta donde alcanzan mis archivos). De estilo muy reconocible, y a buen seguro identificable por los que han sido y/o son sus lectores, a mí siempre me ha dado la impresión de que el hombre está desaprovechado (bueno, supongo que tendrá otros trabajos, pero no los conozco).
PD: como curiosidad, un sketch emitido la semana pasada en Camera café se basaba en la misma idea. Mi padre, que se los traga todos, dijo que era repetido, pero a mí me venía de nuevo.
PPD: parece que Darmstadt también tiene cárcel, después de todo.
No me parece que destripe datos importantes de la película con este texto (tal vez alguna cosilla), pero si preferís verla antes, es vuestra elección. Mis intenciones aquí son: a) venderos la película, b) que mi interpretación os aporte matices en caso de que la hayáis visto o lo pretendáis, c) que la volváis a ver.
Empieza por el principio. El principio es un trávelling lateral tomado desde el asiento del conductor de un coche, mostrando la hilera de casas a su derecha y los fuegos artificiales en el cielo disparados la noche del 4 de julio de 1969, poco antes del asesinato de Darlene Ferrin en Vallejo, California. Hay muchos planos desde el interior de vehículos y muchos trávellings en la película, pero el trávelling del principio es el primer contacto con la narración. Es importante por ser el primero, pero es capital descubrir por qué es tan importante como para que nos lo muestren en primer lugar.
Dos características de éste y todos los trávellings de la película: es horizontal y es recto. ¿Es esto una gilipollez? De ninguna manera. La historia narra las repercusiones de los crímenes de Zodiac en un grupo de personas desde esa fecha de 1969 hasta 1991, en una serie de hechos correlativos y siempre hacia delante, como presentados en una línea temporal horizontal y recta, en la que la narración jamás inventa un pasado que no hemos visto para mostrarlo fuera de tiempo. Sólo los personajes, en sus diálogos, como podríamos hacer nosotros mismos, recuerdan, recapitulan, investigan e interpretan el pasado, que en su universo, como en el nuestro, ya tan sólo puede hallarse en legajos de papel.
La segunda vez que vi Zodiac, el pasado viernes por la noche, entré tarde a la sala y me perdí las primeras escenas, así que sólo he visto el famoso trávelling una vez, por lo que es posible que el coche girara alguna curva o que incluso encadenara por fundido desde una hilera de casas hasta otra en una acera diferente o en la misma un poco más adelante. Nosotros, al contrario que los personajes del film, podemos volver a su historia siempre que queramos. El cine cumple una función: satisface la fantasía de volver cuantas veces queramos a un suceso del pasado y revivirlo exactamente como sucedió, sin deformaciones ni jugarretas de nuestra memoria. No es posible en nuestra vida regresar al pasado, y por eso sentimos satisfacción en revisionar películas o en ver por primera vez otras nuevas muy parecidas. Y otra cosa: cuando vamos al cine y compramos una entrada, no estamos comprando una película, sino el recuerdo de la misma, y ese recuerdo es diferente para cada espectador porque nadie ve la misma película, sino versiones de la misma. Su versión. Pagamos por conservar en nuestra memoria las neblinas de una historia. Por que nos entretengan, nos emocionen y consigan que nuestro cuerpo reaccione ante una ficción. ¿No os parece fantástico?
Zodiac es un asesino en serie. Un perturbado. Zodiac, de Fincher, rescata el conflicto entre horizontalidad y verticalidad de otra narración de hace 47 años sobre otro asesino en serie basado (de forma mucho menos fiel) en otro hecho real: Psycho, de Hitchcock. En ella, ese conflicto se establecía en la secuencia de genérico de Saul Bass para describir el desequilibrio del protagonista (que fundía después en una panorámica horizontal sobre la ciudad de Phoenix, Arizona). En Zodiac, aparte de muchos trávellings (y del símbolo -una cruz- que el asesino adopta como firma), encontramos a la hora y media de película una colosal panorámica hacia arriba (pan-up) que nos muestra la construcción a cámara rápida del edificio Transamerica de San Francisco, que ha estado alzándose sobre la ciudad durante el primer período de la investigación. Este plano tiene lugar poco después del interrogatorio a Arthur Leigh Allen, poco más o menos justo en la mitad de la película. La construcción de la pirámide es una entre las varias secuencias de "paso del tiempo", necesarias en una historia que se desarrolla durante 22 años.
Zodiac, más que una película sobre Zodiac, es una historia sobre cómo los crímenes de Zodiac destruyen las vidas de aquellos que los investigan. El relato nos presenta a dos parejas contrapuestas de personajes masculinos. De un lado: Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal), dibujante, y Paul Avery (Robert Downey Jr.), periodista, ambos en la redacción del San Francisco Chronicle. De otro: los detectives Dave Toschi (Mark Ruffalo) y Bill Armstrong (Anthony Edwards) de la policía de San Francisco.
Los arcos dramáticos de Graysmith y Toschi vertebran la película. Sus respectivos compañeros sirven para mostrarnos lo que pueden perder o en qué pueden llegar a convertirse. Bill, el compañero de Toschi, deja el caso tras un tiempo sin tener novedades del mismo porque ya no quiere estar disponible las 24 horas. De esta forma Bill, abrazado de su mujer, desaparece del relato. Sabe retirarse a tiempo y salva su vida privada.
Paul, del Chronicle, se obsesiona hasta tal punto con el caso que no tiene vida privada. Antes de que acabe la película, el proceso de degradación de este personaje le habrá llevado a expulsarse él mismo de la sociedad. A este respecto, es significativa la visita que recibe de Graysmith. Robert ha ido a solicitarle ayuda en la investigación para la redacción de un libro sobre Zodiac. Al fondo del plano, entre ellos dos, una pantalla muestra un primitivo videojuego de tenis. El jugador de la izquierda (bueno, la rayita de la izquierda) lanza continuamente una pelota (un puntito) hacia el jugador de la derecha, inmóvil. Graysmith, a la izquierda del plano, no deja de pedir a Paul, a la derecha, que le ayude, que salga del agujero, pero ninguna de sus pelotas le es devuelta. Robert le ha dado la oportunidad de volver a protagonizar la investigación, pero Paul ha decidido salirse del relato. Este personaje sólo aparece una vez más, en una escena muy corta; su historia ya ha sido contada.
Graysmith es un padre separado con dos hijos. Todavía joven, es normal que quiera rehacer su vida, e inicia una relación con Melanie (Chloë Sevigny). Para entonces Zodiac ya se ha cruzado en su vida, y constituye una pasión incluso más fuerte y duradera. Una obsesión que le deja sin familia.
¿Y Toschi? Tiene esposa, y sabemos por algún diálogo que también hijos, aunque nunca los veamos. Esta extraña relación con los niños se ve remarcada en una de las primeras escenas del personaje. Tras la muerte del taxista Stein, Toschi pregunta a unos niños que han sido testigos del homicidio. Esta escena está resuelta con un solo plano de Toschi formulando preguntas y reaccionando ante las variadas respuestas de unas voces infantiles cuyos propietarios jamás aparecen en el contraplano, como si no se quisiera relacionar de ninguna manera a Toschi con niños.
Para que no me quede un texto demasiado largo, ni robarme a mí mismo más horas de esta tarde, a continuación, otros detalles que me han gustado o llamado la atención de Zodiac:
-la aparición de Dave Toschi, y cómo reconstruye la muerte del taxista en el mismo escenario del crimen. Sin flash-backs ni planos tipo CSI.
-las elipsis. Algunas: la vuelta de Lee a su caravana, donde le esperan Toschi & Co.; la elipsis que quiebra la secuencia del rapto de la mujer en la carretera. Estos cortes tan bruscos pueden relacionarse con las discontinuas reapariciones de Zodiac.
-la profundidad de campo en la redacción del Chronicle.
-los planos / contraplanos frontales y centrados. Realmente llamativo. La forma más extendida de filmar conversaciones entre dos o varios personajes es colocar la cámara a un lado del eje que se forma entre ellos y mostrar unos planos de cada uno con una ligera lateralidad. Algunas conversaciones de Zodiac siguen este modelo. Pero no todas. Demasiadas veces para una película normal, el contraplano es el espectador, y los personajes miran a cámara para dirigirse a su interlocutor. ¿Por qué? Aparte de para que todos gritemos al unísono "¡Viva Ozu!", esta manera de representar conversaciones acerca el film a la realidad, donde cada uno de nosotros hablamos con otras personas mirándolas de frente y a la cara (o al menos se intenta). Es un elemento más de los usados por Fincher en su propósito de que esta película se acercara lo más posible a la verdad.
Ea. Ahora le pongo el cartel de la pinícula al principio para llamar su atención, enlazo un vídeo del youtube por en medio para que le den al play, escuchen mientras la cancioncilla de la peli (Hurdy Gurdy Man, de Donovan) y no me se duerman, y yo ya me puedo ir a estudiar alemán, que falta me hace.
Hoy estaba. El jueves, no. Imaginaba que no estaría, pero aún así pasé. No había nada sobre la superficie del expositor de cristal. No debía estar. Me acerqué a escarbar un poco entre los diferentes títulos, pero nada. Todavía el de la semana pasada. Salí a la rotonda y allí, unos metros por delante, andaba ella a punto de cruzar al paseo. Nadie, a la una y media, más estrambótico ni elegante que ella a la vista, con su parasol blanco de bastón de madera (del mismo tono que los paraguas de los chinos). Atraía las miradas. Sabía más o menos por dónde vivía, y me pilla de camino, así que la seguí. ("¿Sigues a la gente, Jordi? Estás enfermo"; Sí, y si tienen un buen culo, mejor, pero no era el caso). Ese barrio es un imán para mis profesores de instituto. Ocho, como mínimo. Y otros dos que no deben vivir mucho más lejos. Algunos, compartiendo escalera. Otros, hasta cama.
En el instituto tenía mala fama. Fama de dura, de exigente. No fue un gran año. Aprobé Filosofía de COU en septiembre, y no guardo tan mal recuerdo. Ahora que pienso, creo que la tuve también en tercero. Por algún rincón debe andar la libreta. La he visto más veces: paseando con una amiga (ella, claro) sobre todo y, este año, también en dos actos de la escuela oficial. No la he saludado nunca, pero me sigue pareciendo una buena mujer. Implicada.
En la acera del parque, desaparece en un portal. Reduzco el paso para no encontrarla todavía abriendo la puerta. El número del portal me llama la atención. Buscaba el último número de 52. Y allí estaba.
El suelo bajo nuestras ciudades es el excremento sobre el que se asienta Occidente. Para horadarlo, ventilarlo y facilitar la acción de las bacterias y el resurgimiento de la vida y la razón llegará un día la Gran Lombrith, oxigenadora de Subterránea. Mientras Occidente se expande, se debilita y desaparece, hasta el Día del Último Suspiro, entreteneos con las alucinaciones del primer profeta de su llegada, el Senador Lombrith.
Como lombriz, estoy destinado a ocupar el tiempo en mi agujero, leyendo novelas, tebeos, libros de cuentos, estudios sobre cine, algún ensayo que otro, viendo películas, tanto largometrajes como cortometrajes, de ficción o documentales, siguiendo series de TV (amando el formato) y, de vez en cuando, escribiendo algo, imaginando que yo también podría hacer algo para devorar los cerebros de la gente y convertir esta sociedad en otra todavía más apática.
Tras Valencia y Gandia, Benirredrà: gran infancia. Huyendo de un viejo agricultor por los huertos, hinchándonos a mandarinas, construyendo una cabaña tras otra, colándonos en obras, subiéndonos a árboles, escalando montañas, entrando en cuevas. Así se educa a un niño, pero no a un adulto, por lo que desconozco muchas normas de la vida en sociedad. Cuando no me siento parte de ella, prefiero vivir en suciedad, como lombriz y como niño. (6-III-2006).