¡Es tiempo de elecciones en todo el país y las hordas de la democracia llaman a nuestras puertas para robarnos nuestras voluntades! ¡Encolan sus abominables y retocados rostros estropeando aún más si cabe la visión de las horrendas calles que pisamos cada día! ¡Sus furgonetas de colores merodean inmisericordes introduciendo promesas y sonidos aturdidores en nuestras desprevenidas mentes! ¡Asaltan los medios de comunicación y conquistan el espacio radioeléctrico y digital anunciando la llegada de un nuevo orden! ¡SU nuevo orden! ¡Vienen a someternos! ¡Vienen a insultarnos! ¡Pretenden que olvidemos sus acciones! ¡Que finjamos que no hemos visto nada! ¡Que renovemos nuestra confianza! ¡Nos piden el voto!
Si fuéramos honestos, desaparecerían las campañas electorales. Primero, dilapidan recursos públicos. Segundo, no sirven para nada. Tercero, quitémonos las caretas por completo y reconozcamos que no tenemos democracia. Lo que nos han vendido como democracia es un régimen con dictaduras que aparentemente se renuevan cada cuatro años. Durante cada legislatura, el pueblo dispone realmente de muy pocas herramientas para ejercer el poder que, según se dice sucede en democracia, le pertenece.
Mediante sufragio, el pueblo delega en unos representantes que se deben más a su partido que a sus votantes; es la "disciplina de partido" que no aparece mencionada en el artículo 23 de nuestra Constitución. Los votantes ni siquiera han podido elegir de entre todos los candidatos posibles, buscando la combinación que les parezca óptima, pues las listas cerradas nos obligan a un "todo o nada". Me encantaría poder votar a uno de aquí y a otro de allá, porque en definitiva, o así debería ser, son personas las que resultan elegidas por el resultado de los votos, y no siglas. También para verles aprendiendo a gobernar juntos y a experimentar ese concepto que les es tan extraño de "respeto al contrario". Los partidos políticos son generadores de odio: separando, dividiendo a la gente según sus ideas, se refuerza el concepto del "otro". Cuantos más "ellos" haya, menos "nosotros" seremos.
No acaba ahí la cosa. Tras el recuento de votos, el reparto de escaños siguiendo la ley D'Hondt, que en pocas palabras regala escaños a los partidos mayoritarios y no concede ni siquiera uno a los que no llegan al mínimo (pero sí están más cerca de ese escaño que el partido que finalmente lo obtiene). También está aquello de que en este país cada voto no vale lo mismo.
Y otra. Que gobierne un partido sólo porque haya obtenido el 51% (o el 55%, o el 60%; tanto da) de los votos tal vez sea anunciado por su cúpula y en los medios como un triunfo espectacular, y tal vez según la tradición popular se le otorgue de autoridad necesaria para efectivamente constituir gobierno, pero tal y como lo veo, el 55% sigue siendo poco más de la mitad de los votantes, no de los electores, que son más, y tampoco de la población, que es el todo, y si no falla el cálculo no habrá sido tenida en cuenta la opinión de casi la mitad de los votantes. Resultado: un partido apoyado por poco más de la mitad de los votantes acaba gobernando a todos los ciudadanos. Un gobierno de mayoría absoluta (facilitado por la ley D'Hondt) NO es democracia. Que lo llamen "gobierno de la mayoría" si quieren.
Me diréis que si no viviera en democracia no podría siquiera expresarme aquí, o que la aplicación de la fuerza sobre la población civil sería más contundente y sangrienta, que nuestras libertades estarían claramente limitadas o hurtadas. Cierto, pero tiempo al tiempo. Las dictaduras tal y como han pervivido en el imaginario son cosa del pasado. Ahora funcionan de forma más sutil.
¿A qué viene esta rabieta? La semana pasada visitó nuestra universidad una hija del Che, Aleida. Sin estar de acuerdo con todo lo que dijo, y teniendo mis reservas previas sobre la figura del Che (por lo de matar gente y eso), sí recordó que en Europa presumimos de democracia, o de "gobierno de la mayoría", pero a la hora de la verdad, cuando esa mayoría de la población se opone a una guerra, importamos una mierda.
No debería votar. No me sienta bien. Me deja mal cuerpo. Me siento sucio. Usado. Porque votando, aunque sea "en contra de", revalido y perpetúo este sistema. Pero "los otros" me gustan menos.
PD: la viñeta es del Superman #24 (XII-1988), de Roger Stern y Kerry Gammill.
PPD: en "se le otorgue de autoridad" yo buscaba un verbo diferente, pero ya sabéis cómo me patinan las neuronas.
No debería votar. No me sienta bien. Me deja mal cuerpo. Me siento sucio. Usado. Porque votando, aunque sea "en contra de", revalido y perpetúo este sistema. Pero "los otros" me gustan menos.
PD: la viñeta es del Superman #24 (XII-1988), de Roger Stern y Kerry Gammill.
PPD: en "se le otorgue de autoridad" yo buscaba un verbo diferente, pero ya sabéis cómo me patinan las neuronas.
1 comentari:
amén hermano!
Sempre podem crear nosaltres el nostre propi sistema... Viure en comuna aillada de tot menus del emule, no?
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