Aviso: esta entrada va de tebeos (toda no, pero casi). Algunos os sentiréis perdidos entre nombres de autores, colecciones y fechas de edición, pero por eso he puesto también fotitos que tanto os gustan, para ver si consigo atraer vuestra atención hacia alguno de los elementos que incluya. ¡Y hablo de Star Wars, coño, que ayer cumplió 30 años! ¿Se puede pedir más?
Hace cinco años y medio estábamos enfrascados en un trabajo sobre Stanley Kubrick para Historia del Cine de primero. El peso de las imágenes que incluimos para ilustrarlo nos obligó a dividir el texto para guardarlo en cuatro o cinco disquets. Así trabajábamos. Entonces parece que ninguno teníamos todavía grabadora de CDs; no faltaría mucho para ello, pero justo entonces, cuando nos hacía falta, eso no existía o no estaba extendido. A finales de primero copié en VHS algunos de los cortos que hicimos en clase porque el laboratorio no debía contar con grabadora todavía (o yo no sabía que existía o no sabía usarla, que también puede ser).
Con el tiempo se generalizaron las grabadoras de CDs y DVDs, y a este respecto tengo que escribir aquí un comentario que expresó hace años mi compañero de carrera Epunto Gepunto Emepunto: si las multinacionales han bajado tanto los precios para que todo el mundo podamos hacer nuestras propias copias de cualquier cosa, es porque les interesa que copiemos. Desde el momento en que las grabadoras se hicieron asequibles, toleraron, democratizaron e incitaron a la piratería. Seguro que las discográficas (si no las pequeñas, las grandes) se llevan parte del pastel de las empresas de tecnología. (Jordi, eso son acusaciones sin fundamento; déjame en paz). Copiar mueve dinero. Si no les interesara que copiáramos, no nos habrían dado las herramientas para poder hacerlo.
Los alumnos de segundo con los que estoy en contacto estos días conocen un entorno de trabajo muy diferente del que tuve yo. ¿Quieres que te pase este archivo? Espera, que ahora te lo paso con mi usb (o MP3, o PSP). ¿Que no nos da tiempo a acabar de editar la noticia en los ordenadores de la universidad? Tranquilo, que ahora lo copiamos todo en mi disco duro externo y ya seguimos en casa. Es increíble la facilidad con la que se copian y cortapegan los archivos hoy en día.
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Madre de dios, cómo me despisto. Total hace unos minutos que he escrito lo de arriba y ya no sé cómo quería continuar. En algún momento el texto debía empezar a transitar hacia el hecho de que si todo lo comentado me sorprende, más todavía lo consigue que hace 30 años estrenaran La guerra de las galaxias, resultado de muchísimos trucajes ópticos y unos ordenadores de mierda.
Aquella película, Una nueva esperanza, sigue siendo para mí la mejor de la saga, con el argumento más sencillo posible: rescatar a la princesa que va de blanco y derrotar al tipo que va de negro que seguro que es el malo. Por cierto, que la primera vez que leí el título de A New Hope fue en un salón recreativo de Eurodisney, hace diez años, meses antes del reestreno en salas de la trilogía original. Antes de eso no sabía nada de que la primera película era la cuarta.
Debido al éxito fulminante que obtuvo, cualquiera diría que Star Wars surgió de la nada. Pero de la nada, nada sale. Más allá de las referencias que todo el mundo sabe y ayer muy bien recordó Rafa Marín (Flash Gordon + Kurosawa + western = Star Wars), no está de más indicar otras influencias más contemporáneas a la realización del primer film y que yo creo más directas. Si no en Lucas, sí en la psique de los espectadores adolescentes de entonces que seguro reconocieron en la pantalla historias que ya habían leído. En tebeos, claro.
Tenemos por una parte al Doctor Muerte, aparecido por primera vez en el número 5 de julio de 1962 de The Fantastic Four (de Jack Kirby), con su rostro desfigurado oculto bajo una armadura de metal. "¿Dónde estabas tú en el 62?", fue la frase de promoción de American Graffiti. "Leyendo tebeos de los 4F y tomando notas para una idea que se me ha pasado por la cabeza", pudo ser la respuesta de Lucas. El origen de Muerte se narró en el segundo anual de la colección, de 1964.
Tenemos también la Guerra Kree-Skrull. Que qué es eso, Jordi. No, si ya me imaginaba yo. Pues mirad, yo la leí hace unos años y sólo recuerdo que me encantó en todos los aspectos. Lo básico: es un conflicto planetario iniciado hace eones entre las civilizaciones Kree y Skrull (creedme), del que se nos informa y tiene su desarrollo en los números 89 al 97 (VI-1971 a III-1972) de The Avengers, escritos por Roy Thomas y dibujados por Neal Adams y los hermanos Buscema. Tiene cabida todo el mundo: la Inteligencia Suprema, los Inhumanos, el Capitán Marvel, Rick Jones, Nick Furia, los Mandroides, la Zona Negativa, Annihilus... todo bien mezcladito, con los Vengadores en medio de todo el meollo, que resulta ser una aventura cósmica como no se había visto en Marvel, con viñetas que muestran el avance a través del espacio de las naves gigantescas de la armada imperial Skrull (como en ésta del número 96). Tal que en una película que yo me sé.
Hace poco me inicié en la saga del Cuarto Mundo de Jack Kirby. No es precisamente la obra de Kirby que recomendaría, porque leyéndola lo único que queda claro es que son tebeos dibujados por Kirby, pues lo que es el argumento lía un poco. Si hay alguien ahí fuera que quiera probar con el Kirby de los 70, que empiece por Los Eternos (1976-78), por su etapa en Capitán América (1976-77) o por el tomo de Pantera Negra (1977-78).
El Cuarto Mundo es el título genérico de la saga desarrollada en las colecciones New Gods, Forever People, Superman's Pal Jimmy Olsen y Mister Miracle, todas de DC. Por lo leído en New Gods, es un conflicto entre Apokolips y Nueva Génesis, con el personaje de Orion en medio. Orion es el héroe de la historia e hijo de Darkseid, el amo de Apokolips. Vale, me diréis que lo del padre oscuro es el pan nuestro de cada día, pero echad un vistazo al aspecto de Apokolips, aquí al lado. Aalgoo se parece a aalgooo... y no señalo a naadiee...
La carretera de las influencias tiene dos sentidos, e igual que va, vuelve. Cuando uno lee la etapa de John Byrne en los 4F a principios de los ochenta, en plena fiebre galáctica, con esas recurrentes visitas a otros mundos y encuentros con civilizaciones de criaturas extrañas, es inevitable pensar que esas aventuras tienen lugar en el mismo universo de Star Wars, y que nos muestran rincones que jamás veremos en la pantalla.
Tal vez sea porque los dos tienen barba, pero a veces pienso que John Byrne y George Lucas son la misma persona. Por una parte, Lucas, de la mano de Spielberg, dominaron los 80 con sus guerras estelares, sus Indiana Jones, regresos al futuro, además de con otras producciones con el mismo sello o películas exploit. Byrne, por otra, y con un talento similar para realizar entretenimiento de calidad, conquistó el tebeo de superhéroes de esa década. Tras unos años a finales de los 70 con la Patrulla-X, de la que se despidió en The Uncanny X-Men #143 (IV-1981), y una corta etapa en Captain America (julio 1980 a marzo 1981; #247-255), recibiría a la nueva década como se merece con su labor en Fantastic Four (#232-293; junio 1981 a agosto 1986) y en las colecciones de Superman a partir de octubre de 1986.
La sombra de Star Wars se percibe sobre todo en Fantastic Four, pero también un poco en la saga del exilio de Superman, de 1989, que no son números directamente escritos por Byrne pero narran las consecuencias de las líneas argumentales que él abrió.
Vale, de acuerdo, de una viñeta aquí y otra viñeta allá no salen seis películas. Sólo digo que el espíritu de las aventuras más-grandes-que-la-vida de Kirby, así como los conflictos galácticos descritos en los cómics Marvel pocos años antes del estreno de Una nueva esperanza, son elementos que estaban ahí, en una cosa tan estrambótica como un tebeo de superhéroes, plasmado en un material conocido como papel, intermediario entre un universo y la imaginación.
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