ATENCIÓN: ¡la primera temporada de frenesí actualizador del fin de semana del blog tiene banda sonora! Desciende hasta el final de la página para activarla.
Se destripa a continuación Death Proof, de Quentin Tarantino. Yo aviso.
Pasan las semanas y sigue siendo la última película que he visto en el cine. De hecho, creo que hasta que Los cronocrímenes no tenga distribución en España (que mira que sabía que este país estaba lleno de gilipollas, pero que ni un solo distribuidor se atreva con ella...) no volveré a pisar una sala.
Death Proof me encantó. No sé si es la mejor película de Tarantino, y creo que tampoco es la que más me ha gustado de él, pero sí es su película más extraña y la prueba de que Quentin no decae. Mientras la videaba no podía evitar pensar además en otra cosa: que el tarantinismo es otra de las muchas ficciones que circulan por el mercado de las ideas. El tarantinismo no existe. Tarantino sólo hay uno y es inimitable... a pesar de que, él sí, imite a mucha gente.
Tarantino ha prescindido aquí de alterar el orden del tiempo en el relato. Nada de flashbacks, nada de esto aquí todavía no ha pasado, nada de varias líneas de acción, nada de repetir acciones desde diferentes puntos de vista. Para una película que pretende ser básica, puro entretenimiento, se ha quedado con lo básico de la estructura: presentar a unos protagonistas y enfrentarlos a un antagonista.
Que tiene dos partes está a la vista. Son dos mitades (de una película que ya es la mitad de otra: Grindhouse) no sólo diferenciadas por el cambio de personajes, sino también por el tratamiento de la acción. En la primera parte uno no sabe muy bien de qué va la cosa hasta el minuto 45. Hasta ese momento, ¡tres cuartos de hora!, ante nuestros ojos se nos desvelan los detalles de las vidas de unas chicas que salen una noche de fiesta. Como tantas otras noches. Como tantas otras chicas. Sólo esta mitad convierte Death Proof en la película más experimental de Tarantino. Arlene/Mariposa, Shana y Jungle Julia sí, están buenas, pero no tienen nada más de especial. No son personajes de pasado oscuro, ni drogadictas, ni tienen relación con la mafia... ni siquiera tienen problemas. Son chicas normales. No dejan de hablar, y la cámara no está quieta ni un momento. Durante la larga conversación sobre todo y sobre nada en el coche, Tarantino y su montadora desde Reservoir Dogs, Sally Menke, juegan con infinidad de ubicaciones de cámara diferentes en el interior del vehículo. En esta parte, ambos disfrutan descomponiendo las acciones y Quentin se ocupa de filmar planos bonitos, de realizar la película más bonita que ha hecho nunca; en esta lista de planos bonitos incluyo aquellos protagonizados por los culos, las piernas y los pies de las chicas, que no son pocos. De hecho, los planos de carne de las chicas tienen a veces más protagonismo que las chicas mismas. Es normal: pronto van a ser descuartizadas, y esos pedazos de carne que ocupan la pantalla es todo lo que quedará de ellas (de quienes, por otra parte, sabemos bien poco). A los tres cuartos de proyección empieza una persecución muy breve, de resultado sangriento y violento. Tanto que sorprende, porque la película no iba por ese camino. Es una muerte de carretera real: sin que te lo esperes, aquí se acaba todo. Y mata a las protagonistas, como sucede en Psycho.
¿Y ahora qué? ¡Personajes nuevos! ¡¡Más chicas!! ¡¡¡Y más jóvenes!!! Éstas también hablan mucho, pero no tanto, y no hay tanta variedad de planos. Recordad la conversación en el bar con las cuatro (Zoë, Kim, Abernathy y Lee) sentadas a la mesa: creo que la cámara no corta en ningún momento. Así, tendríamos una conversación en movimiento fragmentada con cortes, frente a otra conversación estática sin cortes. Una posible explicación: mientras que las primeras chicas terminan con sus miembros diseccionados en la carretera (esa pierna), las segundas acaban la función de una pieza. Las escenas de diálogo de esta segunda parte son diferentes, y también lo es la persecución, muchísimo más desarrollada. ¡¡¡Y qué persecución!!!
Donde antes buscaba una película bonita, ahora se busca el terror, la tensión, el corazón en un puño. La fuente de todo esto no es sólo Especialista Mike, de quien ya conocemos las intenciones, sino, más todavía, eso que hacen las chicas. Al menos eso sentí yo. Desde el momento en que la especialista sale con que le apetece hacer algo llamado "mástil de barco" yo ya estaba sufriendo porque no sabía de qué hablaban y porque seguro que era peligroso. Y tanto que lo es. Hasta que lo descubrimos, van creando una expectación recompensada con creces, con algo jamás visto. Aunque no las persiga aún el Kurt Russell, sufro porque están haciendo una cosa peligrosísima. Los asientos, además, no tienen reposacabecas.
Pero cuando aparece el maníaco... y las persigue... y le disparan... y le persiguen ellas a él... Eso no tiene precio. Emociones como éstas son el mejor argumento a favor de ver las películas en sala de cine. Me lo pasé en grande. (¡¡¡Quiero ver Bullitt en pantalla grande!!!).
Aparte, está todo lo demás. Desconozco totalmente las referencias que cita Tarantino a lo largo del film. Bueno, sí veo mucho de Peckinpah. Lo de los homenajes está muy bien, igual que ese rollo de que "Grindhouse es un esfuerzo por reconstruir las condiciones espectatoriales de los cines de doble sesión" de hace treinta años, pero a la hora de la verdad una película debe sostenerse sola. Tiene, creo, más valor aquello que se ve en la pantalla. Y lo que se ve es un ejercicio metalingüístico que más que referirse a una forma de consumir cine se refiere a una forma de mostrar el cine. En vez de seguir una vez más los dictados del Modo de Representación Institucional (MRI; el lenguaje cinematográfico consolidado en los años 30-40-50 y vigente hasta nuestros días que, si bien no lo conocemos todos, sí todos hemos asimilado y reconocemos), se los salta de vez en cuando para pasárselo bien, de la misma manera que se lo pasa bien acercando la cámara a los culos y a los pies de las chotas.
Así, tenemos zooms que no vienen a cuento, escenas interrumpidas (el baile de Mariposa), planos alargados innecesariamente, una bobina en B/N, fallos de sonido, música melodramática introducida con calzador cuando Jungle Julia envía un SMS (¿no estábamos en los setenta?), un final totalmente forzado, sin epílogo de ningún tipo... ¿Pero esto dónde se ha visto?
Sigue subiendo.
Se destripa a continuación Death Proof, de Quentin Tarantino. Yo aviso.
Pasan las semanas y sigue siendo la última película que he visto en el cine. De hecho, creo que hasta que Los cronocrímenes no tenga distribución en España (que mira que sabía que este país estaba lleno de gilipollas, pero que ni un solo distribuidor se atreva con ella...) no volveré a pisar una sala.
Death Proof me encantó. No sé si es la mejor película de Tarantino, y creo que tampoco es la que más me ha gustado de él, pero sí es su película más extraña y la prueba de que Quentin no decae. Mientras la videaba no podía evitar pensar además en otra cosa: que el tarantinismo es otra de las muchas ficciones que circulan por el mercado de las ideas. El tarantinismo no existe. Tarantino sólo hay uno y es inimitable... a pesar de que, él sí, imite a mucha gente.
Tarantino ha prescindido aquí de alterar el orden del tiempo en el relato. Nada de flashbacks, nada de esto aquí todavía no ha pasado, nada de varias líneas de acción, nada de repetir acciones desde diferentes puntos de vista. Para una película que pretende ser básica, puro entretenimiento, se ha quedado con lo básico de la estructura: presentar a unos protagonistas y enfrentarlos a un antagonista.
Que tiene dos partes está a la vista. Son dos mitades (de una película que ya es la mitad de otra: Grindhouse) no sólo diferenciadas por el cambio de personajes, sino también por el tratamiento de la acción. En la primera parte uno no sabe muy bien de qué va la cosa hasta el minuto 45. Hasta ese momento, ¡tres cuartos de hora!, ante nuestros ojos se nos desvelan los detalles de las vidas de unas chicas que salen una noche de fiesta. Como tantas otras noches. Como tantas otras chicas. Sólo esta mitad convierte Death Proof en la película más experimental de Tarantino. Arlene/Mariposa, Shana y Jungle Julia sí, están buenas, pero no tienen nada más de especial. No son personajes de pasado oscuro, ni drogadictas, ni tienen relación con la mafia... ni siquiera tienen problemas. Son chicas normales. No dejan de hablar, y la cámara no está quieta ni un momento. Durante la larga conversación sobre todo y sobre nada en el coche, Tarantino y su montadora desde Reservoir Dogs, Sally Menke, juegan con infinidad de ubicaciones de cámara diferentes en el interior del vehículo. En esta parte, ambos disfrutan descomponiendo las acciones y Quentin se ocupa de filmar planos bonitos, de realizar la película más bonita que ha hecho nunca; en esta lista de planos bonitos incluyo aquellos protagonizados por los culos, las piernas y los pies de las chicas, que no son pocos. De hecho, los planos de carne de las chicas tienen a veces más protagonismo que las chicas mismas. Es normal: pronto van a ser descuartizadas, y esos pedazos de carne que ocupan la pantalla es todo lo que quedará de ellas (de quienes, por otra parte, sabemos bien poco). A los tres cuartos de proyección empieza una persecución muy breve, de resultado sangriento y violento. Tanto que sorprende, porque la película no iba por ese camino. Es una muerte de carretera real: sin que te lo esperes, aquí se acaba todo. Y mata a las protagonistas, como sucede en Psycho.
¿Y ahora qué? ¡Personajes nuevos! ¡¡Más chicas!! ¡¡¡Y más jóvenes!!! Éstas también hablan mucho, pero no tanto, y no hay tanta variedad de planos. Recordad la conversación en el bar con las cuatro (Zoë, Kim, Abernathy y Lee) sentadas a la mesa: creo que la cámara no corta en ningún momento. Así, tendríamos una conversación en movimiento fragmentada con cortes, frente a otra conversación estática sin cortes. Una posible explicación: mientras que las primeras chicas terminan con sus miembros diseccionados en la carretera (esa pierna), las segundas acaban la función de una pieza. Las escenas de diálogo de esta segunda parte son diferentes, y también lo es la persecución, muchísimo más desarrollada. ¡¡¡Y qué persecución!!!
Donde antes buscaba una película bonita, ahora se busca el terror, la tensión, el corazón en un puño. La fuente de todo esto no es sólo Especialista Mike, de quien ya conocemos las intenciones, sino, más todavía, eso que hacen las chicas. Al menos eso sentí yo. Desde el momento en que la especialista sale con que le apetece hacer algo llamado "mástil de barco" yo ya estaba sufriendo porque no sabía de qué hablaban y porque seguro que era peligroso. Y tanto que lo es. Hasta que lo descubrimos, van creando una expectación recompensada con creces, con algo jamás visto. Aunque no las persiga aún el Kurt Russell, sufro porque están haciendo una cosa peligrosísima. Los asientos, además, no tienen reposacabecas.
Pero cuando aparece el maníaco... y las persigue... y le disparan... y le persiguen ellas a él... Eso no tiene precio. Emociones como éstas son el mejor argumento a favor de ver las películas en sala de cine. Me lo pasé en grande. (¡¡¡Quiero ver Bullitt en pantalla grande!!!).
Aparte, está todo lo demás. Desconozco totalmente las referencias que cita Tarantino a lo largo del film. Bueno, sí veo mucho de Peckinpah. Lo de los homenajes está muy bien, igual que ese rollo de que "Grindhouse es un esfuerzo por reconstruir las condiciones espectatoriales de los cines de doble sesión" de hace treinta años, pero a la hora de la verdad una película debe sostenerse sola. Tiene, creo, más valor aquello que se ve en la pantalla. Y lo que se ve es un ejercicio metalingüístico que más que referirse a una forma de consumir cine se refiere a una forma de mostrar el cine. En vez de seguir una vez más los dictados del Modo de Representación Institucional (MRI; el lenguaje cinematográfico consolidado en los años 30-40-50 y vigente hasta nuestros días que, si bien no lo conocemos todos, sí todos hemos asimilado y reconocemos), se los salta de vez en cuando para pasárselo bien, de la misma manera que se lo pasa bien acercando la cámara a los culos y a los pies de las chotas.
Así, tenemos zooms que no vienen a cuento, escenas interrumpidas (el baile de Mariposa), planos alargados innecesariamente, una bobina en B/N, fallos de sonido, música melodramática introducida con calzador cuando Jungle Julia envía un SMS (¿no estábamos en los setenta?), un final totalmente forzado, sin epílogo de ningún tipo... ¿Pero esto dónde se ha visto?
Sigue subiendo.
1 comentari:
Be, ha arribat el moment de parlar de la peli. Jordi, se te'n va la flapa. No entenc els teus gustos, definitivament. T'he fet cas i l'he vista. I açò és el que pense:
1-La pel·lícula és entretinguda, cosa q està més en el saber fer del director q en les intencions.
2-La pel·lícula és un decidit alegat a favor de la violència, un recrear-se buida i perillosament en ella, per lo qual no puc acceptar-la com al q preten ser i no em queda altre remei que posar-li un zero, perque si bé una pel·lícula ha d'estar ben contada o tindre una elaboració estètica, ha de respondre també a uns patrons ètics (açò per suposat és molt personal), perque com bé saps no hi ha cine inocent, i no em crec cap pel·lícula en la q lo principal q aporte el texte siga "hijo de puta, cabrón, hostia puta" i demés vocabulari elaborat del q no tinc res en contra però q deixa clar les intencions de l'autor, i són les intencions i no altra cosa les que em toquen els collons i fan q acabe de vore una peli com aquesta indignat, per molts culs, mamelles, cuixes i demés parts de l'anatomia femenina que pretenga mostrar-me.
3-Mary Elizabeth Winstead és una de les actrius més boniques del cinema hollywoodiense. Llàstima, tot aparença, en fi, però recrea la vista, això si.
4-En resum, em pareix una peli prescindible i per suposat no em gastaria els 7 euracos que pot costar al cinema, ni de conya. I més per contribuir a la industria, algo que a mí, sincerament m'agradaria vore desaparèixer ;-)
5-He dit ja que M. Elizabeth W. és una preciositat?
Publica un comentari a l'entrada