Lo que sigue es el último sueño tenido en la mañana de ayer. Seguro no tendrá ni la octava parte de la frescura y el sentimiento que hubiera tenido de haberlo relatado poco después de levantarme, como era mi intención, mientras lo repasaba mentalmente para no olvidarlo. Qué coño, aunque lo hubiera escrito mientras soñaba habría sido trasladado igual de mal. Además, mis tripas me la tienen jurada desde hace días.
Estoy con un grupo de gente. Nadie que me recuerde a nadie de la vida real. Parece mediodía. Paseando por una especie de acera de madera de esas que ponen a la entrada de los saloons, sólo que unas décadas más adelante, pongamos a principios del XX. Colores veraniegos (¿Mainz?). Ropa, como la que podría aparecer en un flashback de la infancia de Charles Montgomery Burns. Nos detenemos en una librería cerrada porque parece que falta poco para que la abran. Yo me espero. Soy testigo de la llegada del amo de la tienda, un hombre joven, y de un chavalín que carga un cajón con libros y tebeos que pretende venderle para la tienda. La gente que me acompaña, como sucede cuando me detengo en una librería en la vida real, me ha abandonado. Al amo de la tienda no le parece adecuado hacer negocios allí mismo, en la entrada, y se alejan, giran una esquina para salir a la acera y los pierdo de vista.
La entrada de la tienda se transforma en mi salita. Me siento en el sofá porque algo me dice que va a empezar una serie que suelo ver. En el televisor, empieza. Imágenes tranquilas. Los créditos del principio, en letras blancas sobreimpresionadas, aparecen y desaparecen. Perfectamente podría figurar el nombre de Lori Jo Nemhauser. Siento, otra vez por ciencia infusa, que estoy viendo una serie de Aaron Sorkin.
Un plano de grúa (como uno que vi hace poco en Studio 60) me muestra el cajón de libros dejado encima de una barca volcada. Según se abre el plano y se eleva la cámara, se desvela que estamos en un puerto, y que están alzando la barca para cargarla en un barco. Tiene toda la pinta de que nadie ha reparado en el cajón.
Corta a un contrapicado tomado desde la superficie de la cubierta del barco, que ya parece, él mismo, estar más inclinado de lo que debería. La cubierta está mojada, y más agua entra en campo. Algo malo está pasando. El traslado de la barca no es todo lo delicado que podría ser y el cajón de libros se vuelca, desparramando por cubierta los ejemplares, que se abren, se mojan y resbalan hacia la cámara.
Un par (mínimo) de viejecitas aparecen de la nada y rescatan los libros de un deterioro atroz resultado de la acción conjunta del agua, el roce y la madera astillada de cubierta. Un plano medio del perfil derecho de una de ellas (deslizándose sobre cubierta) nos la muestra manipulando uno de los libros rescatados para valorar el daño. Con sus ojos rebosando lágrimas y una cara descompuesta, la mujer grita «It's rounded!» refiriéndose a la tipografía. La otra, con una emoción similar (y mostrada en un contrapicado acusado, casi desde la altura de sus rodillas), pronuncia «It's leather!» mientras sostiene y acaricia un volumen que parece haber sido víctima del mordisco de alguna criatura marina. Volvemos a la primera mujer, que sigue hablando como en trance, con el libro sobre su regazo, y ahora dice: «My only religion...», refiriéndose a los libros, por supuesto. [Sí, sueño en versión original, ¿algún problema?].
La acción se interrumpe y se corta a un plano general que muestra a una chica mirándose al espejo en medio de un bosque. Su nariz es "tipo Michael Jackson pero no tan fea". Lleva un vestido veraniego, y todo apunta a que se lo va a quitar, pero por desgracia me despierto antes de que suceda. Mi subconsciente, sin duda, me recuerda de forma amarga que no dispone de información en sus archivos para completar la escena.
Ahora seguro que os da la risa, pero a mí la escena de las viejas, mientras "la veía en la televisión", me ha puesto los pelos de punta de la emoción.
La entrada de la tienda se transforma en mi salita. Me siento en el sofá porque algo me dice que va a empezar una serie que suelo ver. En el televisor, empieza. Imágenes tranquilas. Los créditos del principio, en letras blancas sobreimpresionadas, aparecen y desaparecen. Perfectamente podría figurar el nombre de Lori Jo Nemhauser. Siento, otra vez por ciencia infusa, que estoy viendo una serie de Aaron Sorkin.
Un plano de grúa (como uno que vi hace poco en Studio 60) me muestra el cajón de libros dejado encima de una barca volcada. Según se abre el plano y se eleva la cámara, se desvela que estamos en un puerto, y que están alzando la barca para cargarla en un barco. Tiene toda la pinta de que nadie ha reparado en el cajón.
Corta a un contrapicado tomado desde la superficie de la cubierta del barco, que ya parece, él mismo, estar más inclinado de lo que debería. La cubierta está mojada, y más agua entra en campo. Algo malo está pasando. El traslado de la barca no es todo lo delicado que podría ser y el cajón de libros se vuelca, desparramando por cubierta los ejemplares, que se abren, se mojan y resbalan hacia la cámara.
Un par (mínimo) de viejecitas aparecen de la nada y rescatan los libros de un deterioro atroz resultado de la acción conjunta del agua, el roce y la madera astillada de cubierta. Un plano medio del perfil derecho de una de ellas (deslizándose sobre cubierta) nos la muestra manipulando uno de los libros rescatados para valorar el daño. Con sus ojos rebosando lágrimas y una cara descompuesta, la mujer grita «It's rounded!» refiriéndose a la tipografía. La otra, con una emoción similar (y mostrada en un contrapicado acusado, casi desde la altura de sus rodillas), pronuncia «It's leather!» mientras sostiene y acaricia un volumen que parece haber sido víctima del mordisco de alguna criatura marina. Volvemos a la primera mujer, que sigue hablando como en trance, con el libro sobre su regazo, y ahora dice: «My only religion...», refiriéndose a los libros, por supuesto. [Sí, sueño en versión original, ¿algún problema?].
La acción se interrumpe y se corta a un plano general que muestra a una chica mirándose al espejo en medio de un bosque. Su nariz es "tipo Michael Jackson pero no tan fea". Lleva un vestido veraniego, y todo apunta a que se lo va a quitar, pero por desgracia me despierto antes de que suceda. Mi subconsciente, sin duda, me recuerda de forma amarga que no dispone de información en sus archivos para completar la escena.
Ahora seguro que os da la risa, pero a mí la escena de las viejas, mientras "la veía en la televisión", me ha puesto los pelos de punta de la emoción.
2 comentaris:
'genstanta...
¿A qué te refieres exáctamente? ;P
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