dimecres, de juliol 25, 2007

LA VECCHIA ITALIA. I FUMETTI

(u: ojalá estos italianos se ahoguen entre las montañas de tebeos que editan)

Estaba informado desde hace años de que Francia e Italia son, digamos, los únicos países de Europa que disponen de una auténtica industria del tebeo. Había conseguido, mediante un amigo o a través de mis padres, alguna muestra de lo que allí se editaba. Estaba informado, pero no preparado para lo que me iba a encontrar. Jamás habría imaginado escenario semejante.

Ya en los quioscos de Termini (/términi/) me fijé en la omnipresencia de los tomitos de Tex, el personaje estrella de la casa Bonelli e icono del fumetto. "Fumetto" (fumetti en plural) es la palabra italiana para tebeo, y deriva de los globos de texto que, como nubes de humo (nuvolette), exhalan los personajes de cómic cuando hablan o piensan. Es como si nosotros, en vez de usar la palabra tebeo (derivada de la revista TBO, nacida en 1917 y cuyas siglas todavía no sé qué significan) para referirnos al cómic, hubiéramos expandido el significado de bocadillo para referirnos también a aquél. En tal caso actualmente contaríamos con librerías especializadas en bocadillos y yo sería un impulsivo y apasionado lector de bocadillos. También, como en vez de comérmelos me los leería, no me sobrarían unos quilos.

No sólo puedes encontrar en cualquier quiosco el último número de los principales personajes de Bonelli, sino que también se halla disponible una abundante cantidad de números atrasados, ya sea individualmente (con ediciones originales o reediciones / ristampa) o retractilados de dos en dos. Por doquier, el rey es Tex. Según la Wikipedia, Tex y Dylan Dog venden 800000 copias cada mes (el dato no cita fuente). Aun en el caso de que esas cifras fueran conjuntas, la mitad ya constituye unas ventas impresionantes, que pulverizan las obtenidas actualmente por los superhéroes en Estados Unidos. Si es cierto que esos dos personajes venden 800000 ejemplares cada uno, eso los acercaría a las cantidades de los más vendidos en el mercado estadounidense de hace décadas, lo que convertiría a Bonelli en una editorial realmente popular. Más todavía si tenemos en cuenta que la población de Italia es una quinta parte de la de EEUU. La repanocha, vamos. (Para cifras de ventas de los 60, ver aquí).

Hace cinco años, antes de la colección de Planeta, no tenía ni idea de quién era Tex. La seguí entera, a pesar de las decenas de erratas que podían encontrarse en cada tomo porque las aventuras, oye, no estaban mal. Salieron un par de tomos más (que no tengo pero que todavía se encuentran por las librerías) y ahí acabó la cosa. Tiempo después, Aleta empezó la publicación de otros personajes de Bonelli a los que no he hecho ni caso. Por el precio. Antes de volver desde el aeropuerto de Fiumicino, compré por 2,70 el último número de Nathan Never, el #194. Repito: por 2,70 euros. Por ese precio le doy una oportunidad. Por los 5 euros que pide Aleta por cada número no me lo pienso: NO me lo compro.

Nathan Never ha sido un descubrimiento (si se puede llamar descubrimiento a un tebeo que se publica desde hace 16 años). En 94 páginas, con un estilo de dibujo muy americano, los autores presentan una historia de thriller de acción y saltos temporales que se lee bastante bien y entretiene, y que me dejaron con ganas de saber qué ocurrirá en los siguientes cinco capítulos en los que se desarrollará todo. Es una historia tipo de protagonista duro y silencioso marcado por un pasado que tiene que resolver unos crímenes, trama que sí, hemos visto numerosas veces, pero por eso mismo no tiene nada que envidiar a otros productos del Imperio, y sobre todo hay que tener en cuenta que está realizado ¡aquí al lado!

El mismo Nathan Never #194 incluye unas páginas en color al final que anuncian otras cabeceras de la editorial. Para que os hagáis una idea del poderío de Bonelli, y sólo a modo de ejemplo, refiero aquí los títulos anunciados en esas páginas (16 en total), llamadas Il Giornale de Sergio Bonelli Editore, y el año de creación de los mismos: Dylan Dog (1986), Demian (2006), Dragonero (el primer número es del mes pasado), Julia (1998), Nathan Never (1991), Brendon (1998), Martin Mystère (1982), Dampyr (2000), Volto Nascosto (a partir de octubre), Magico Vento (1997), Zagor (1961), Bandidos! (un número único, parece ser, a la venta a partir de el viernes) y Tex (1948). No son éstos los únicos personajes de Bonelli; si a alguien le interesa más, no le será difícil dar con el resto de títulos.

Las fechas describen una editorial activa, que no se conforma con vivir de las rentas de personajes creados hace más de medio siglo, sino que en esta década, en este año en curso, sigue colocando títulos nuevos en el mercado. Supongo que ése es el resultado cuando se reúne gente que en vez de querer publicar tebeos quiere HACER tebeos. Así les va.

Mientras decidía si llevarme el Nathan Never o no, se me acercó un hombre joven, trajeado y con maletín, que me preguntó si era el último número. Le respondí que sí, que era el de julio. Su cara de reacción ante el montón de Nathan Never nuevecitos no me pareció tanto la de un seguidor del personaje como la de alguien que se encontraba por casualidad con un viejo amigo. Y creo, creo con seguridad, que en ese momento contemplé ese espécimen de ser humano que ha sido bautizado por los estudiosos como "comprador ocasional". El comprador ocasional existe, yo lo he visto, y habita en Italia.