dijous, de febrer 02, 2006

NOCHES EN VELA

Sólo han pasado tres semanas desde mi vuelta, tres semanas que en tiempo de Gandia se habrían sucedido rápido y sin incidentes, pero que en tiempo de Alemania transcurren a una velocidad e intensidad alteradas. En Gandia me habrían tocado exámenes, y habría sabido qué día empezaban y qué día acababan, y que durante ese período no habría tenido clase.
El sistema de aquí no permite tanto conocimiento. Sólo sé que marzo da inicio al semestre de verano, y que durante los dos primeros meses del año los profesores ponen fechas de exámenes y de entrega de trabajos. Esto ocurre sin que paren las clases, y cada carrera sigue su propio ritmo. Es de locos. No dicen: “hasta aquí las clases. Queda abierto el periodo de exámenes”. De forma que, hasta ahora que empiezo a ver el final del semestre de invierno, no me he hecho una idea de cuándo terminarán estos acontecimientos, si lo hacen alguna vez.
Al volver sabía, como mínimo, que me tocaban trabajos. Ya la primera noche me acosté tarde para enseñar en clase al día siguiente una animación bastante rústica, que había realizado tan sólo para ilustrar por dónde irían los tiros de la animación y para saber yo mismo si era capaz de animar algo, después de meses sin tocar el Premiere y años el Photoshop.
Sabía que tenía pendiente escribir la voz over para un image film que defendiera la biometría, además de una animación para ilustrar un texto sobre la peste en Bingen en 1666, así como una presentación individual sobre el Museu de les Ciències y dos más en grupo: una sobre fotos de animales y otra sobre televisión interactiva. A los dos días me cayeron encima tres ensayos de dos páginas para las tres asignaturas de Media Culture. Para Historia del Cine he reciclado, traducido, adaptado y resumido el trabajo sobre The Birds que presenté el curso pasado en Análisis de Relatos. Para el curso de estética me he servido de los apuntes de la misma asignatura de los días relativos a The Roaring Twenties (¿he dicho ya que estoy enamorado de esa asignatura? Una joya). Y el tercero no me dio tiempo a acabarlo, así que lo dejé estar sin preocuparme más. Total, nada o casi nada de lo que haga o apruebe aquí me va a servir para Gandia.
Todo esto viene a cuento de que entre los trabajos, el portátil y la conexión a Internet, que conseguí el primer domingo, se me ha roto el ciclo del sueño de tal manera que lo que tengo ahora ni es ciclo ni es sueño.
Veo que estoy en la primera fase de una adicción, y que tengo que empezar a controlarme si quiero (y quiero) volver a tener tiempo para leer, ver películas, pensar y escribir. Por ahora ya he dejado de acostarme a las 5 o las 6 de la mañana, más que nada porque no se puede vivir contra el Sol en un país tan limitado por las horas de luz. En España vivimos del Sol y contra el Sol, pero el entorno nos ha dotado de una mente enferma para soportar tal conflicto, además de que esa situación es permitida por los horarios de los comercios. Aquí no es posible.
Con lo de los trabajos en grupo me he dado cuenta (esto sí indica que estoy muy enfermo) de que echo en falta coordinar a la gente. Aquí soy una pieza más del engranaje, que se queda callado mientras el resto discute en alemán y le dice lo que tiene que hacer y para cuándo. Está bien porque me despreocupo muchísimo. No es que añore la universidad en sí, pero sí los trabajos en grupo de Gandia. El espíritu de trabajo que veo aquí es muy parecido, excepto porque los alemanes entran casi directamente a hablar de la tarea, mientras que a nosotros (al menos a mí) se nos desvía enseguida la mente hacia otros temas y rendimos menos (pero nos lo pasamos mejor).


PD: con esto sólo quiero demostrar que soy el tipo más aburrido al este del Rhin. Y que sí, me gusta mi carrera, ¿qué pasa?