Me acerco aquí para alejarme por hoy (bueno, ayer) de los sinsabores del premiere, que se me cuelga después de cada acción. Un asco, vamos. Por suerte, las obras impresas en papel no se quedan colgadas (¡viva la tecnología analógica!) y, en un ambiente suficientemente iluminado, sumado al milagroso ejercicio de unos órganos fotorreceptores, sigue siendo posible la lectura de tebeos.
Todavía sin mi dosis mensual de novedades (bueno, ha salido el Crisis Infinita #2, que ha sido extraordinariamente distribuido antes de tiempo, en algunos lugares de España con sorpresa incluida, pero esta vez no caeré), seguiré ejercitándome en las labores de pseudo analista de tebeos. La cosa va como sigue: el lunes por la tarde releí el número 1 de The Fantastic Four (noviembre 1961), tomando notas sobre lo que sucedía en cada página. Estoy ya casi seguro de que dedicaré el proyecto al análisis de las aventuras de la primera familia del Universo Marvel. Parece una tontería, pero todavía no he empezado y ya se está complicando. Por ahora tomo como modelos el libro de Rafa Marín sobre Marvel (leído hace unos años) y el de Manuel Barrero sobre Barry Smith. Ayer no avancé mucho en este sentido: sólo leí unas pocas páginas del libro de Barrero, todavía sobre los inicios de Windsor-Smith en Marvel (su número de The X-Men, tres de Daredevil y dos de The Avengers), ocupado como estaba en perder el tiempo y luchando contra el premiere. Barrero me da pistas sobre en qué cosas fijarme cuando analizo una composición de página, pero no es mi intención desgranar las diagramaciones de Kirby en FF (ahí queda eso), ni estudiar la estructura de un solo número o de una determinada (reducida) cantidad de números alrededor de la misma trama, sino, y hasta que tope con una realidad que me lo impida y me haga variar de rumbo, tratar de describir cómo Stan Lee y Jack Kirby, en los años 60, construyeron, mes a mes, un mundo de ficción ambientado en nuestro presente. Me centraré sobre todo en Los 4 Fantásticos, y en cómo, sin ser conscientes de que estaban haciendo historia, sus creadores iban sacándose personajes de la manga al tiempo que definían las personalidades de la familia, expandiendo los límites del edificio Baxter (su base) hacia fuera, hasta muy lejos en el espacio, y hacia dentro, hasta lo más hondo del alma de las criaturas melodramáticas que pueblan el Universo Marvel. También, por supuesto, el fantástico concepto del continuará y el de los personajes invitados. Con un poco de suerte, alguien ya habrá hecho todo esto y lo habrá publicado en EEUU, así que sólo tendré que conseguir el libro, leerlo y sablearlo. Si no lo ha hecho nadie (bueno, Marín les dedica unas cuantas páginas), o lo que encuentre no se adapte exactamente a mis propósitos, entonces me toca trabajar. Lo que sí hay, según leo en la bibliografía de Barrero, son libros (estadounidenses, claro) sobre el comic-book y la historia del tebeo de superhéroes. Será cuestión de localizarlos.
No será sólo leer la primera década de The Fantastic Four y tomar notas (que no es poco), sino tratar la obra en su contexto. Por supuesto, cuento con gran cantidad de artículos en los propios tebeos, pero debería localizar las fuentes en las que se basan. Por ejemplo, cuando me dicen que Kirby dibujó un tebeo entero de 20 páginas del Capitán América en un fin de semana para suplir un retraso de Steranko en la entrega de su siguiente número sobre la muerte de Steve Rogers (por favor, no vayáis a creeros que el Capi sólo ha muerto este año), me lo creo, vale, seguro que Kirby fue capaz de eso, ¿pero dónde lo ha leído quien lo ha escrito?
Barrero intercala la situación personal de Smith como inmigrante ilegal en EEUU con sus trabajos. Algo así debería hacerse con la vida de Lee y Kirby. Claro que, para alguien como Kirby, quien, según dice Abraham García en un especial sobre el autor de hace años, dibujaba casi mil doscientas páginas anuales (tres y pico al día) durante 1962 y 1963, y una media de 670 al año entre 1958 y 1978, poca vida le debía quedar. Al menos enumeraré todas las colecciones que tenía que dibujar cada mes mientras se ocupaba también de Los 4 Fantásticos. Todavía debo echar cálculos: ya os las diré.
Mmm... yo no quería hablar de nada de esto. Al menos, no así. Sigo teniendo pendiente ampliar unas notas sobre el FF #1 y el DD #163, más que nada para tratar de aplicar el "chip Pavía" y el Modo de Representación Institucional (MRI) al tebeo de superhéroes. Pero ya es tarde para eso.
Todavía sin mi dosis mensual de novedades (bueno, ha salido el Crisis Infinita #2, que ha sido extraordinariamente distribuido antes de tiempo, en algunos lugares de España con sorpresa incluida, pero esta vez no caeré), seguiré ejercitándome en las labores de pseudo analista de tebeos. La cosa va como sigue: el lunes por la tarde releí el número 1 de The Fantastic Four (noviembre 1961), tomando notas sobre lo que sucedía en cada página. Estoy ya casi seguro de que dedicaré el proyecto al análisis de las aventuras de la primera familia del Universo Marvel. Parece una tontería, pero todavía no he empezado y ya se está complicando. Por ahora tomo como modelos el libro de Rafa Marín sobre Marvel (leído hace unos años) y el de Manuel Barrero sobre Barry Smith. Ayer no avancé mucho en este sentido: sólo leí unas pocas páginas del libro de Barrero, todavía sobre los inicios de Windsor-Smith en Marvel (su número de The X-Men, tres de Daredevil y dos de The Avengers), ocupado como estaba en perder el tiempo y luchando contra el premiere. Barrero me da pistas sobre en qué cosas fijarme cuando analizo una composición de página, pero no es mi intención desgranar las diagramaciones de Kirby en FF (ahí queda eso), ni estudiar la estructura de un solo número o de una determinada (reducida) cantidad de números alrededor de la misma trama, sino, y hasta que tope con una realidad que me lo impida y me haga variar de rumbo, tratar de describir cómo Stan Lee y Jack Kirby, en los años 60, construyeron, mes a mes, un mundo de ficción ambientado en nuestro presente. Me centraré sobre todo en Los 4 Fantásticos, y en cómo, sin ser conscientes de que estaban haciendo historia, sus creadores iban sacándose personajes de la manga al tiempo que definían las personalidades de la familia, expandiendo los límites del edificio Baxter (su base) hacia fuera, hasta muy lejos en el espacio, y hacia dentro, hasta lo más hondo del alma de las criaturas melodramáticas que pueblan el Universo Marvel. También, por supuesto, el fantástico concepto del continuará y el de los personajes invitados. Con un poco de suerte, alguien ya habrá hecho todo esto y lo habrá publicado en EEUU, así que sólo tendré que conseguir el libro, leerlo y sablearlo. Si no lo ha hecho nadie (bueno, Marín les dedica unas cuantas páginas), o lo que encuentre no se adapte exactamente a mis propósitos, entonces me toca trabajar. Lo que sí hay, según leo en la bibliografía de Barrero, son libros (estadounidenses, claro) sobre el comic-book y la historia del tebeo de superhéroes. Será cuestión de localizarlos.
No será sólo leer la primera década de The Fantastic Four y tomar notas (que no es poco), sino tratar la obra en su contexto. Por supuesto, cuento con gran cantidad de artículos en los propios tebeos, pero debería localizar las fuentes en las que se basan. Por ejemplo, cuando me dicen que Kirby dibujó un tebeo entero de 20 páginas del Capitán América en un fin de semana para suplir un retraso de Steranko en la entrega de su siguiente número sobre la muerte de Steve Rogers (por favor, no vayáis a creeros que el Capi sólo ha muerto este año), me lo creo, vale, seguro que Kirby fue capaz de eso, ¿pero dónde lo ha leído quien lo ha escrito?
Barrero intercala la situación personal de Smith como inmigrante ilegal en EEUU con sus trabajos. Algo así debería hacerse con la vida de Lee y Kirby. Claro que, para alguien como Kirby, quien, según dice Abraham García en un especial sobre el autor de hace años, dibujaba casi mil doscientas páginas anuales (tres y pico al día) durante 1962 y 1963, y una media de 670 al año entre 1958 y 1978, poca vida le debía quedar. Al menos enumeraré todas las colecciones que tenía que dibujar cada mes mientras se ocupaba también de Los 4 Fantásticos. Todavía debo echar cálculos: ya os las diré.
Mmm... yo no quería hablar de nada de esto. Al menos, no así. Sigo teniendo pendiente ampliar unas notas sobre el FF #1 y el DD #163, más que nada para tratar de aplicar el "chip Pavía" y el Modo de Representación Institucional (MRI) al tebeo de superhéroes. Pero ya es tarde para eso.
2 comentaris:
Paciencia en vena con Premiere... aunque si que debe de ser grande en lo que andas para que se muera por el camino el programita...
Si al menos estuviera trabajando con una pieza grande-grande no me sentiría tan frustrado. Pero sólo trato de sacar adelante menos de un minuto... Hoy seguiré.
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