Desde hace unos meses, conducir se ha convertido en una experiencia nueva. Sigue sin ser algo que me entusiasme ni necesite compulsivamente, como es el atiborrarme de lecturas dispares y de porno (ambos vicios infantiles que ya no me abandonarán jamás), pero desde que Pau me dio un dvd repleto de música destinado a ser escuchado en el reproductor mp3 del coche nuevo, si tengo que coger el coche, ese dvd va conmigo, e introducirlo en la ranura es la primera acción que llevo a cabo después de acomodarme al volante. Cuando giro el contacto, se silencia unos segundos, pero tras esa pequeña interrupción, la música no deja de sonar hasta que alcanzo el destino -la universidad, por lo general.
The First Song, de Band of Horses, me da la bienvenida cada vez que empieza el disco. Al principio solía dejarla, pero últimamente salto a otras canciones, como Close your Eyes, Beneath the Rose o Don't You, de Micah P. Hinson o, en los últimos días, Left your Door Unlocked, de Harlan T. Bobo, que me recuerda al ambiente melancónico de The Book of Illusions de Auster, novela que me tiene absorbidos los sesos desde hace una semana. He escuchado también estas canciones en el portátil, pero no suenan ni de lejos la mitad de bien que teniendo una línea de asfalto en el horizonte.
No acostumbro a hacer demasiado caso a la música. Cada uno tiene sus aficiones y sin duda saber de grupos, estilos y canciones no es la mía. Ya me ocupan suficiente tiempo las historias presentadas en novelas, cuentos, ensayos, tebeos, películas, series de TV o periódicos. Es por ello que de vez en cuando no viene mal que alguien me aconseje con un puñado de canciones a las que valga la pena poner la oreja encima.
Para que os hagáis una idea de lo que con bastante probabilidad sea lo que esté escuchando el día que me estampe contra uno de los quitamiedos de alguna salida de la carretera o me sorprenda algún camión de cara, aquí una muestra: Beneath the Rose, de Micah P. Hinson (26 años ahora, tres menos cuando sacó esta canción; para deprimirse).
The First Song, de Band of Horses, me da la bienvenida cada vez que empieza el disco. Al principio solía dejarla, pero últimamente salto a otras canciones, como Close your Eyes, Beneath the Rose o Don't You, de Micah P. Hinson o, en los últimos días, Left your Door Unlocked, de Harlan T. Bobo, que me recuerda al ambiente melancónico de The Book of Illusions de Auster, novela que me tiene absorbidos los sesos desde hace una semana. He escuchado también estas canciones en el portátil, pero no suenan ni de lejos la mitad de bien que teniendo una línea de asfalto en el horizonte.
No acostumbro a hacer demasiado caso a la música. Cada uno tiene sus aficiones y sin duda saber de grupos, estilos y canciones no es la mía. Ya me ocupan suficiente tiempo las historias presentadas en novelas, cuentos, ensayos, tebeos, películas, series de TV o periódicos. Es por ello que de vez en cuando no viene mal que alguien me aconseje con un puñado de canciones a las que valga la pena poner la oreja encima.
Para que os hagáis una idea de lo que con bastante probabilidad sea lo que esté escuchando el día que me estampe contra uno de los quitamiedos de alguna salida de la carretera o me sorprenda algún camión de cara, aquí una muestra: Beneath the Rose, de Micah P. Hinson (26 años ahora, tres menos cuando sacó esta canción; para deprimirse).
3 comentaris:
No recuerdo en cual, creo que es la de Ed Wood, que el protagonista se la pasa repitiéndose que Orson Wells hizo ciudadano Kane con 24 años. Eso, sumado a que de repente los deportistas empiezan a ser más jóvenes que tu y ver que uno aun no ha hecho na de na, ni a la vista está, deprime, si...
La canción muy guapa, el vídeo tb. Quiero una copia de ese DVD Pau, maño.
Un abrazote bien fuerte!
Si además estas a las puertas de los 24 y aun no tienes carnet de conducir la depresión toma el cariz de tragedia...
La música y la conducción siempre han ido cogidas de la mano. Ayer mismo, cuando volvía de Madrid escuché en el coche A Horse With No Name de America. La melodía de la canción y los verdes campos manchegos (que llegan hasta el infinto) producen, en su conjunto, la sensación de formar parte de un video musical.
Me alegro que hayas encontrado esa sensación.
Pd.- ahora que termina mi contrato, y tendré más tiempo, me leeré tu segundo texto.
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