(Nota: este blog ha permanecido inactivo durante más de dos semanas debido a una concatenación de circunstancias incompatibles con el blog mismo –pero qué frase más tonta, dios. La caducidad del antivirus y los problemas de instalación de otros nuevos, el viaje de cuatro días a Berlín, la escapada de un día a Köln, la realización inacabable de unas piezas de animación de siluetas de cartulina para ilustrar la peste en Bingen en 1666, la desaparición de las ganas de hablar con nadie, y el viaje a Suecia de Phuong (eso me ha dicho la india del segundo), el vietnamita que me proporciona la señal de Internet y que ha estado unos días sin reactivar mi señal hasta hace un par de horas).
14 de marzo de 2006, 20:15h. Salgo de Köln. Me he despedido de Álex y acabo de cruzar el Rhein, rumbo a Wiesbaden, donde cambiaré a un RB que me dejará en Darmstadt HBF a las 22:20h. Viajo con un billete comprado hace 48 horas en la estación Friedrichstraße de Berlín (o en Hackescher Markt), donde todavía estaba a las 10 de la mañana de ayer. Y mañana a las 11 debo estar en casa de la familia Khosravi en Frankfurt am Main. Tres días, tres capitales de Alemania, que decía una que yo me sé. Entremedias, no sé cuándo tendré tiempo para pasar y colgar este post, o para ver Faces y otra vez Shadows, ambas de Cassavetes, y escribir sendos comentarios de 700 palabras para el cuaderno del cineclub de la EPSG que reparten Rubén y Pau cada lunes noche entre los –escasísimos o nulos– asistentes a las proyecciones de los ciclos de películas que preparamos con amor, aunque a veces éste sea el único amor en nuestras vidas.
Aparte: se me acaba de ocurrir que viajando en ICE la mesa sobre la que me apoyo puede partirme por la mitad en un accidente. Valoro la posibilidad de sentarme enfrente, pues dispongo de los cuatro asientos para mí, pero prefiero no tener ninguna esperanza. Tampoco la tengo en otras situaciones.
Ni sé tampoco cuándo empezaré a escribir un texto de 1400 palabras sobre la ciencia ficción, el siguiente ciclo, o el de 700 sobre The Day the Earth Stood Still, de Robert Wise. El no-sé-cuándo se opone a las fechas de entrega, que son anteriores al fin de semana para el primero de Cassavetes y durante las dos siguientes para los otros textos.
Mientras no encuentro momentos, logro disfrutar, a pesar de todo, de cuatro días y tres noches en compañía de Bea, Dani, Pablo y Rodrigo en Berlín; de la fugaz reaparición anoche de Irene, recién regresada, a la espera de otro(s) instante(s); y de un día entero con Álex en Köln.
Guapísima ella, no se ha dejado fotografiar argumentando que nunca sale bien. Lo que no deja de ser del todo incierto, porque una foto de Álex no es Álex, y verla y hablar con ella, que me cuente cosas de ella y de nuestra gente en Gandia, bien vale dormir sólo 4 horas tras volver de Berlín y levantarse a las 5:30h para poder pillar el bus que me lleve a Darmstadt; y de ahí, el RB que me deje en Frankfurt; y de ahí, el ICE para Köln, la ciudad que tanto ama y que me ha enseñado durante once horas.
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