Por otra parte, un aumento del precio del petróleo convierte en rentables yacimientos que hace un tiempo no lo eran. Y que sólo lo serán si el precio se mantiene alto; esto es, al alcance de menos gente.
De vez en cuando se anuncia el descubrimiento de algún nuevo yacimiento con la misma alegría que, no sé, una persona inteligente experimentaría ante el hallazgo de un portal que nos comunicara con otra dimensión de la que pudiéramos extraer materias primas y energía limpia sin límite y sin mayor perjuicio para el planeta. Son noticias transmitidas con entusiasmo, pero tramposas.
Es cierto que se descubren nuevos yacimientos. Pero cada vez menos y de los pequeños (aunque les llamen gigantes). Por ejemplo, el del año pasado en la costa de Brasil, con unas reservas estimadas de 8000 millones de barriles. A primera vista puede parece mucho, pero el problema es que no somos conscientes de todo el petróleo que quemamos. Si el consumo actual mundial se mantiene en los 85 millones de barriles diarios, entre todos nos puliríamos el famoso yacimiento en tres meses. Incluso si se lo quedaran todo los brasileños, a su ritmo de consumo actual de unos dos millones al día les duraría 10 años, lo que significa que sí, serían autosuficientes, pero alcanzarían en pico en menos tiempo todavía. ¿De verdad vale la pena?
¿Qué sentido tiene seguir exprimiendo el planeta para estirar este insostenible modo de vida sólo unos años? Por lo visto, el petróleo nos ha cegado tanto y nos ha vuelto tan imbéciles como para que no nos demos cuenta de que si explotamos esos últimos yacimientos ahora, los resultados serán los siguientes:
-una crisis climática global en punto de no retorno.
-unos territorios devastados.
-unas instalaciones millonarias inservibles dentro de pocos años.
-una sociedad acostumbrada a vivir con petróleo SIN petróleo.
¿Tan hijos de puta somos que no nos importa arrasar con todo lo que queda por unas gotas más?
La propaganda capitalista nos ha inculcado a fuego que el crecimiento es bueno. Sin embargo, un organismo cuyas hormonas no puedan controlar y detener tal crecimiento es un organismo enfermo.
De vez en cuando se anuncia el descubrimiento de algún nuevo yacimiento con la misma alegría que, no sé, una persona inteligente experimentaría ante el hallazgo de un portal que nos comunicara con otra dimensión de la que pudiéramos extraer materias primas y energía limpia sin límite y sin mayor perjuicio para el planeta. Son noticias transmitidas con entusiasmo, pero tramposas.
Es cierto que se descubren nuevos yacimientos. Pero cada vez menos y de los pequeños (aunque les llamen gigantes). Por ejemplo, el del año pasado en la costa de Brasil, con unas reservas estimadas de 8000 millones de barriles. A primera vista puede parece mucho, pero el problema es que no somos conscientes de todo el petróleo que quemamos. Si el consumo actual mundial se mantiene en los 85 millones de barriles diarios, entre todos nos puliríamos el famoso yacimiento en tres meses. Incluso si se lo quedaran todo los brasileños, a su ritmo de consumo actual de unos dos millones al día les duraría 10 años, lo que significa que sí, serían autosuficientes, pero alcanzarían en pico en menos tiempo todavía. ¿De verdad vale la pena?
¿Qué sentido tiene seguir exprimiendo el planeta para estirar este insostenible modo de vida sólo unos años? Por lo visto, el petróleo nos ha cegado tanto y nos ha vuelto tan imbéciles como para que no nos demos cuenta de que si explotamos esos últimos yacimientos ahora, los resultados serán los siguientes:
-una crisis climática global en punto de no retorno.
-unos territorios devastados.
-unas instalaciones millonarias inservibles dentro de pocos años.
-una sociedad acostumbrada a vivir con petróleo SIN petróleo.
¿Tan hijos de puta somos que no nos importa arrasar con todo lo que queda por unas gotas más?
La propaganda capitalista nos ha inculcado a fuego que el crecimiento es bueno. Sin embargo, un organismo cuyas hormonas no puedan controlar y detener tal crecimiento es un organismo enfermo.