Si hay algo que me toca las pelotas últimamente es que cada vez que hay un atentado en el mundo se diga, bueno, los medios de comunicación repitan, que se trata de un nuevo atentado de Al Qaeda o del terrorismo islámico (o islamista, como corrigieron luego, pues ser islamista es ser radical). Primero, porque cuando atentaba el IRA nadie se refería a sus crímenes como acciones del "terrorismo católico" (o catolicista). O incluso cuando lo hace ETA (¿son occidentales, no? Entonces deben ser católicos fijo). ¿Por qué no dicen que son terroristas católicos? ¿No es lo que son? No, no es lo que es: es terrorismo y punto. Igual que ahora.
A alguien le interesa retratar a los árabes... que por cierto, qué palabra más vaga. Cómo se nota cuando nuestro lenguaje ha tratado a otra cultura como enemiga durante siglos: árabes son tanto aquellos que hablan árabe (lengua oficial en 24 países de dos continentes), como aquellos que habitan la Península Arábiga, como cualquiera que pase cerca y se le ocurra dejarse barba y vestir turbante. Y además es un "moro de mierda". Y, por supuesto, aunque no signifique lo mismo, todos los árabes siguen el Islam. Igual que todos los europeos somos católicos. Lo siento, pero no cuela.
Sigo: a alguien le interesa retratar a los árabes no sólo como "el otro", sino también como "los enemigos", "los malos", "los malhechores" (evil-doers, que decía aquél), como un grupo cohesionado que ataca, como HYDRA, en cualquier lugar del mundo en el momento más inesperado y casi siempre con éxito. Sí, he comparado a Al Qaeda con unos villanos de cómic porque eso es exactamente lo que los políticos y los medios han creado: unos personajes de ficción. Lo peor de todo es que lo están consiguiendo.
Por suerte, poco a poco, la verdad empieza a ser revelada. Es satisfactorio leer los artículos que Loretta Napoleoni ha publicado en El País (2-VIII y 9-IX). En esencia, sostiene que ninguno de los atentados atribuidos a Al Qaeda ha sido planificado ni perpetrado por Al Qaeda. Sí, por supuesto, por grupos de terroristas, pero sin relación entre sí. [Por dios, si hasta me cuesta creer que todos los de ETA se conozcan y estén organizados, como si ETA sólo hubiera una. Si durante las primeras décadas de su existencia dedicaron gran parte del tiempo a dividirse (y ya hace casi medio siglo que empezaron), ¿quién nos dice que no siguen haciéndolo?].
Napoleoni escribe que Al Qaeda desapareció tras la batalla de Tora Bora en diciembre de 2001 (donde, por cierto, se decía que los talibanes tenían una base subterránea que dejaba en pañales a las de SHIELD, y hasta Rumsfeld afirmaba* que no sólo tenían una, sino varias). Eso, si existió alguna vez. También cita a Jason Burke, periodista de The Observer, para sostener que Bin Laden era muy impopular hace seis años, incluso entre los suyos, y que Al Qaeda era un grupo casi desconocido fuera de Afganistán. El propio Burke va más lejos. Como él mismo explica a partir del minuto 8 de The Shadows in the Cave, la tercera parte de la miniserie documental The Power of Nightmares. The Rise of the Politics of Fear, producida por Adam Curtis y emitida por BBC Two en octubre y noviembre de 2004, la creación del mito de Al Qaeda se debió a una necesidad de la inteligencia estadounidense de enfrentarse a un grupo cohesionado y jerarquizado, para así poder aplicar su legislación relativa al crimen organizado y juzgar a los cabecillas de los atentados (a Bin Laden) en las embajadas de Tanzania y Kenia de agosto de 1998 aunque no participaran directamente en ellos.
Curtis dice que no hay evidencias de que Bin Laden usara el término Al Qaeda para referirse a su grupo hasta después del 11 de septiembre (curioso, muy curioso), cuando se dio cuenta de que era así como los llamaban, y de que si les seguía el juego de que ellos eran Al Qaeda, una poderosa red terrorista de alcance mundial, parecerían de verdad poderosos aunque no fuera así.
Tenemos, por tanto, que la idea de una organización terrorista internacional con tentáculos capaces de atentar en cualquier lugar del "mundo libre" no existe. Pero es que, si uno lo piensa bien, no puede existir. La imagen de Bin Laden en una cueva con un globo terráqueo decidiendo en qué lugar del mundo va a atentar, llamando por teléfono a la delegación de Al Qaeda del país elegido para ordenarles la acción, que el grupo la lleve a cabo sin rechistar y que después se regodee del éxito... que los telediarios vendan una y otra vez esta idea... es risible. En este sentido, no es extraño que los superhéroes ocupen las pantallas de cine: han venido a enfrentarse a esos villanos de cómic que han inventado los medios (son sus enemigos, al fin y al cabo).
Han creado un enemigo imaginario para distraer a la opinión pública del auténtico enemigo que tiene la humanidad: el ejército de la República de Estados Unidos. Porque... ¿qué otro país va por ahí invandiendo a su antojo? No tienen rival, y eso les hace impunes. Pero no por ello dejan de ser criminales.
*en el minuto 21 de The Shadows in the Cave.
A alguien le interesa retratar a los árabes... que por cierto, qué palabra más vaga. Cómo se nota cuando nuestro lenguaje ha tratado a otra cultura como enemiga durante siglos: árabes son tanto aquellos que hablan árabe (lengua oficial en 24 países de dos continentes), como aquellos que habitan la Península Arábiga, como cualquiera que pase cerca y se le ocurra dejarse barba y vestir turbante. Y además es un "moro de mierda". Y, por supuesto, aunque no signifique lo mismo, todos los árabes siguen el Islam. Igual que todos los europeos somos católicos. Lo siento, pero no cuela.
Sigo: a alguien le interesa retratar a los árabes no sólo como "el otro", sino también como "los enemigos", "los malos", "los malhechores" (evil-doers, que decía aquél), como un grupo cohesionado que ataca, como HYDRA, en cualquier lugar del mundo en el momento más inesperado y casi siempre con éxito. Sí, he comparado a Al Qaeda con unos villanos de cómic porque eso es exactamente lo que los políticos y los medios han creado: unos personajes de ficción. Lo peor de todo es que lo están consiguiendo.
Por suerte, poco a poco, la verdad empieza a ser revelada. Es satisfactorio leer los artículos que Loretta Napoleoni ha publicado en El País (2-VIII y 9-IX). En esencia, sostiene que ninguno de los atentados atribuidos a Al Qaeda ha sido planificado ni perpetrado por Al Qaeda. Sí, por supuesto, por grupos de terroristas, pero sin relación entre sí. [Por dios, si hasta me cuesta creer que todos los de ETA se conozcan y estén organizados, como si ETA sólo hubiera una. Si durante las primeras décadas de su existencia dedicaron gran parte del tiempo a dividirse (y ya hace casi medio siglo que empezaron), ¿quién nos dice que no siguen haciéndolo?].
Napoleoni escribe que Al Qaeda desapareció tras la batalla de Tora Bora en diciembre de 2001 (donde, por cierto, se decía que los talibanes tenían una base subterránea que dejaba en pañales a las de SHIELD, y hasta Rumsfeld afirmaba* que no sólo tenían una, sino varias). Eso, si existió alguna vez. También cita a Jason Burke, periodista de The Observer, para sostener que Bin Laden era muy impopular hace seis años, incluso entre los suyos, y que Al Qaeda era un grupo casi desconocido fuera de Afganistán. El propio Burke va más lejos. Como él mismo explica a partir del minuto 8 de The Shadows in the Cave, la tercera parte de la miniserie documental The Power of Nightmares. The Rise of the Politics of Fear, producida por Adam Curtis y emitida por BBC Two en octubre y noviembre de 2004, la creación del mito de Al Qaeda se debió a una necesidad de la inteligencia estadounidense de enfrentarse a un grupo cohesionado y jerarquizado, para así poder aplicar su legislación relativa al crimen organizado y juzgar a los cabecillas de los atentados (a Bin Laden) en las embajadas de Tanzania y Kenia de agosto de 1998 aunque no participaran directamente en ellos.
Curtis dice que no hay evidencias de que Bin Laden usara el término Al Qaeda para referirse a su grupo hasta después del 11 de septiembre (curioso, muy curioso), cuando se dio cuenta de que era así como los llamaban, y de que si les seguía el juego de que ellos eran Al Qaeda, una poderosa red terrorista de alcance mundial, parecerían de verdad poderosos aunque no fuera así.
Tenemos, por tanto, que la idea de una organización terrorista internacional con tentáculos capaces de atentar en cualquier lugar del "mundo libre" no existe. Pero es que, si uno lo piensa bien, no puede existir. La imagen de Bin Laden en una cueva con un globo terráqueo decidiendo en qué lugar del mundo va a atentar, llamando por teléfono a la delegación de Al Qaeda del país elegido para ordenarles la acción, que el grupo la lleve a cabo sin rechistar y que después se regodee del éxito... que los telediarios vendan una y otra vez esta idea... es risible. En este sentido, no es extraño que los superhéroes ocupen las pantallas de cine: han venido a enfrentarse a esos villanos de cómic que han inventado los medios (son sus enemigos, al fin y al cabo).
Han creado un enemigo imaginario para distraer a la opinión pública del auténtico enemigo que tiene la humanidad: el ejército de la República de Estados Unidos. Porque... ¿qué otro país va por ahí invandiendo a su antojo? No tienen rival, y eso les hace impunes. Pero no por ello dejan de ser criminales.
*en el minuto 21 de The Shadows in the Cave.
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