Tampoco hace mucho que no me paso por aquí, pero a mí me ha parecido una eternidad. Como se suele decir, otros malhaceres me roban el tiempo. Recupero hoy una serie a la que todavía deben quedarle unas cuantas entradas más. Si no os interesa, la puerta siempre está abierta (para irse y para volver), y a esos pocos que pasan por aquí cada día aunque no actualice, muchas gracias.
De tebeos de Bonelli están todos los quioscos llenos, eso ha quedado claro. ¿Pero y de los otros? Menos títulos y en mucha menor cantidad. Con Bonelli da la sensación de que uno podría completar su colección de Tex hasta números de hace más de una década sólo yendo de quiosco en quiosco (os animo a intentar lo mismo aquí con cualquier cabecera). Si seguimos valorando la presencia en quioscos, bastante por detrás, pero segundos al fin y al cabo (bueno, también se veía mucho Diabolik, editado por Astorina), se encuentran los personajes de Marvel, publicados por Panini de una forma bastante más diferente de como los vemos aquí --en esto entraré otro día. De Planeta/DC vi muy poco o nada de nada.
Aunque pueda parecerlo, no fui buscando sólo superhéroes, sino tebeos en general y, puesto que estaba en Italia, enterarme de qué autores italianos hay por ahí (aparte de Hugo Pratt y Manara). Buscaba, sobre todo, una tienda de cómics. No quería un quiosco callejero, de los que está Italia lleno...
...ni buscaba el de estación,
carente de estantería;
tampoco una librería,
con estupenda sección.
Mis ojos sólo bailaban
por una fumetteria.
carente de estantería;
tampoco una librería,
con estupenda sección.
Mis ojos sólo bailaban
por una fumetteria.
Esperaba encontrar una parecida a las de Valencia, lo que se dice una librería especializada. Pero no. En Salerno encontramos una, de casualidad, y no tenía nada que ver. Éste es su aspecto exterior:
Por dentro me recordó al aspecto que tendría mi habitación si ésta fuera más estrecha, quitara la cama, cubriera con estanterías cualquier superficie de pared que recibiera luz solar, sacara TODOS los tebeos que tengo en el armario («¡El secreto del carente fondo de armario del Senador, revelado!») y los colocara en doble fila sobre las baldas, volvieran a su emplazamiento original TODOS los tebeos que he ido repartiendo por otros rincones de la casa (o he ido endosando a mi hermano), juntara los cómics que me gustan con los que no, mezclara las colecciones, levantara montones delante de las estanterías desde el suelo a la cintura, dejara pasar un año para que el polvo y la humedad se adueñaran de todo, abriera la puerta al público y dijera «¡Mirad qué montón de mierda tengo a la venta! ¡Busquen, busquen la joya!». Lo que se dice una librería de viejo, pero sólo de tebeos.
He aquí un detalle para los cortos de vista:
A esta fumetteria hay que entrar con fe y determinación, porque la ausente clasificación de los ejemplares se opone a la empresa que pueda uno tener de localizar algo de su interés. Tras unas horillas (la fe es grande en mí), y después de perderme la segunda vez que intenté acercarme a la tienda, conseguí dar con algunas joyitas.
Como este primer volumen de una recopilación de Fantastic Four, casi con el mismo contenido que el tomo que publicó Panini en junio (tiene un número americano más), 15 euros más barato (podía comprarlo en cartoné por 10, pero nada como la rústica para pasar páginas; además, con 10 tengo dos) y con idéntica introducción de Stan Lee. Editó Comic Art en junio de 1992, antes del desembarco de Panini. Además, conserva los títulos en inglés; Panini podría haberse currado unos títulos como los que aparecieron en la Biblioteca Marvel, que adaptó de maravilla las fuentes originales, pero no ha sido así.
O este tochito de 366 páginas por 3 euros:
Incluye Favola di Venezia, en color, que ya leí en castellano, y Una ballata del mare salato, a la que ya le tenía ganas. Veremos qué tal está. Cayeron más de esta colección de La Repubblica, y el que primero he leído y me ha encantado me era completamente desconocido. ¿Quién? Otro día.
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