Lo que sigue es una visión muy personal de la Marvel pre-crisis y post-crisis de los noventa, con ecos de la etapa crítica anterior de 1957 y algún que otro tema relacionado.
Cualquiera se lo cree ahora, pero hace justo once años, el 27 de diciembre de 1996, Marvel Comics se declaró en bancarrota. Es una historia extraña de la que desconozco los detalles, pero que parece que empezó con la salida de la editorial a bolsa en julio de 1991, que coincidió, no sé si a propósito (imagino que algo tendría que ver, digo yo), más o menos con la publicación de dos números uno superventas: X-Force #1 (agosto 1991) y X-Men #1 (octubre). A cargo de Rob Liefeld el primero y de Jim Lee el segundo, alcanzaron unas cifras respectivas de 3,9 y 7,5 millones de ejemplares vendidos, que convirtieron en poco los 2,5 millones de ejemplares del Spider-Man #1 de Todd McFarlane obtenidos el año anterior. Son éstas cifras que jamás había alcanzado el mercado del comic book. The Amazing Spider-Man, por ejemplo, vende en la presente década la tercera parte de lo que vendía en los 60, cuando rondaba los 360.000 ejemplares (no me extraña: eran tebeos excelentes, y la única etapa que yo salvaría de la quema), cifra que seguía estando lejos de los éxitos de los años 40, en los que Captain America Comics y Action Comics (Superman) alcanzaban el millón cada mes.
[INCISO 1: Por si hay alguien que vaya muy pero que muy perdido en esto de los superhéroes, no, ni la Patrulla-X es de 1991 ni Spider-Man fue creado en 1990. Tanto Spider-Man, a secas, como X-Men, también sin adjetivo ni artículo, eran nuevos títulos mensuales protagonizados por Spider-Man y por dios sabe qué seres mutantes, personajes todos que disfrutaban ya de una colección madre y algún satélite. Las colecciones principales eran desde 1963 The Amazing Spider-Man y The (Uncanny) X-Men (el "uncanny" vino después)].
El caso es que yo por entonces no seguía nada de Marvel. Había leído algo a través de Los Cómics de El Sol (suplemento tipo Pequeño País de entonces, en formato cuadernillo, que en vez de nutrirse de personajes españoles, tintines o tiras americanas, dedicaba casi todas sus páginas a reeditar episodios sueltos de la Marvel de los ochenta) y me había gustado, pero nunca había visto un tebeo Marvel en un quiosco. Empecé a encontrarlos cuando me fijé en la portada del número 1 de Daredevil: Caída del Paraíso. En la época en que seguí aquella miniserie que en los USA no era tal, pues incluyó los números 319 a 325 de la serie regular, y con unos cada vez más esporádicos tebeos de Superman, recuerdo que intenté aficionarme a Marvel, pero los dibujos que salían de las páginas de los tebeos de mutantes me echaban para atrás, y lo poco que compré de Spider-Man (antes de cambiara al formato tomo actual), Thor o Spider-Woman no consiguió engancharme. Aquellos dibujos inducían a uno a arrancarse los ojos y no arrepentirse por ello.
Por tanto, y de una manera indirecta, McFarlane, Liefeld y Jim Lee son responsables, primero, de que servidor diera la espalda a las aventuras de unos personajes que se suponía eran producidas para ser consumidas por gente de mi edad y, segundo, que me dedicara a leer manga casi por completo durante más de media década. (Si bien me corroe que exista un tebeo de Alan Moore dibujado por Liefeld, que no tendré más remedio que leer algún día, por más que la vez que pude hojearlo casi vomito la primera papilla).
[INCISO 2: Los comic book de superhéroes tienen fama de ser comerciales, palomiteros y mainstream, y tal vez en el mercado estadounidense lo sean, o al menos lo fueron con total seguridad en los 40, pero no tengo tan claro que esa afirmación se haya aplicado aquí alguna vez. Me parece muchísimo más sencillo leer tebeos europeos que comic books. Por varias razones: 1) el lector puede disfrutar de las obras en la biblioteca sin gastarse un céntimo, pues las bibliotecas siempre han tendido a adquirir tebeos europeos en cartoné. El lector de superhéroes realiza él mismo el desembolso. 2) los títulos más importantes (Tintín, Astérix, Mortadelo y Filemón, Lucky Luke, Iznogoud, Spirou, etc.) están reeditándose continuamente, sin padecer cambios radicales de formato. 3) si uno lee, por ejemplo, Píldoras azules, de Frederik Peeters (muy recomendables, autor y obra), y quiere saber más sobre Píldoras azules, no le queda otra opción que releer el libro, pues no hay más. Si uno lee, por ejemplo, un comic book del Daredevil de Brubaker y quiere saber más del Daredevil de Brubaker, tendrá que comprarse tanto algunos números anteriores como otros posteriores, y si se interesa además por el personaje de Daredevil, con una historia de más de cuatro décadas en EEUU, no le queda más remedio que escarbar, en el contexto editorial español, en diferentes ediciones de diferentes editoriales y, debido a la transición Forum-Panini de hace tres años, es poco probable que encuentre ejemplares de hace tan sólo una década. 4) es necesario superar la asociación de ideas grapa = formato enclenque = historias poco consistentes para asomarse a los superhéroes. 5) el lector debe vencer la molestia inicial de manejar un reparto básico de varias docenas de personajes, procedentes incluso de colecciones que no le interesan o no ha leído jamás, que servirán para adquirir una visión de conjunto, necesaria para apreciar mejor la historia. 6) ...no, leer superhéroes no es fácil, y me duele cuando son despreciados].
En tanto que no viví los años previos a la bancarrota de 1996, tampoco me enteré de nada de lo de Heroes Reborn hasta que no leí referencias en los cómics de Heroes Return. Lo de Heroes Reborn parece que fue una mierda muy gorda que siguió al exterminio de los héroes que supuso Onslaught. Tiempo después, con las redistribuciones, di una segunda oportunidad a esos años centrales de la década, pero de verdad que podrían quemar todos esos números y no se perdería nada. Por el contrario, Heroes Return es una cosa bien diferente. Fue entonces cuando de verdad Marvel me conquistó y subí al carro gustoso. A la calidad de las etapas más actuales de las colecciones Marvel (Los Vengadores de Busiek y Pérez, Los 4 Fantásticos de Marín y Pacheco, Daredevil de Bendis y Maleev) se sumaron las bibliotecas Marvel de Forum que oxigenaron el mercado en 1999. Las acciones de Marvel cambiaron de manos, autores capaces salvaron las colecciones, y sólo año y medio después, la crisis era historia.
Pero no era la primera vez. En el verano de 1957, como consecuencia de la crisis que afectó a las distribuidoras de cómics tras la autoimposición del Comics Code y el cierre de la línea de comic books de la editorial EC, Atlas (el nombre de Marvel antes de 1961) perdió también su distribuidora, canceló más de 50 títulos y paró la producción durante un año. Después, el propietario de Atlas, Martin Goodman, llegó a un acuerdo con Independent News, la distribuidora de DC; el dibujante Joe Maneely cayó del tren y murió; Jack Kirby volvió... y la crisis era historia.
Cualquiera se lo cree ahora, pero hace justo once años, el 27 de diciembre de 1996, Marvel Comics se declaró en bancarrota. Es una historia extraña de la que desconozco los detalles, pero que parece que empezó con la salida de la editorial a bolsa en julio de 1991, que coincidió, no sé si a propósito (imagino que algo tendría que ver, digo yo), más o menos con la publicación de dos números uno superventas: X-Force #1 (agosto 1991) y X-Men #1 (octubre). A cargo de Rob Liefeld el primero y de Jim Lee el segundo, alcanzaron unas cifras respectivas de 3,9 y 7,5 millones de ejemplares vendidos, que convirtieron en poco los 2,5 millones de ejemplares del Spider-Man #1 de Todd McFarlane obtenidos el año anterior. Son éstas cifras que jamás había alcanzado el mercado del comic book. The Amazing Spider-Man, por ejemplo, vende en la presente década la tercera parte de lo que vendía en los 60, cuando rondaba los 360.000 ejemplares (no me extraña: eran tebeos excelentes, y la única etapa que yo salvaría de la quema), cifra que seguía estando lejos de los éxitos de los años 40, en los que Captain America Comics y Action Comics (Superman) alcanzaban el millón cada mes.
[INCISO 1: Por si hay alguien que vaya muy pero que muy perdido en esto de los superhéroes, no, ni la Patrulla-X es de 1991 ni Spider-Man fue creado en 1990. Tanto Spider-Man, a secas, como X-Men, también sin adjetivo ni artículo, eran nuevos títulos mensuales protagonizados por Spider-Man y por dios sabe qué seres mutantes, personajes todos que disfrutaban ya de una colección madre y algún satélite. Las colecciones principales eran desde 1963 The Amazing Spider-Man y The (Uncanny) X-Men (el "uncanny" vino después)].
El caso es que yo por entonces no seguía nada de Marvel. Había leído algo a través de Los Cómics de El Sol (suplemento tipo Pequeño País de entonces, en formato cuadernillo, que en vez de nutrirse de personajes españoles, tintines o tiras americanas, dedicaba casi todas sus páginas a reeditar episodios sueltos de la Marvel de los ochenta) y me había gustado, pero nunca había visto un tebeo Marvel en un quiosco. Empecé a encontrarlos cuando me fijé en la portada del número 1 de Daredevil: Caída del Paraíso. En la época en que seguí aquella miniserie que en los USA no era tal, pues incluyó los números 319 a 325 de la serie regular, y con unos cada vez más esporádicos tebeos de Superman, recuerdo que intenté aficionarme a Marvel, pero los dibujos que salían de las páginas de los tebeos de mutantes me echaban para atrás, y lo poco que compré de Spider-Man (antes de cambiara al formato tomo actual), Thor o Spider-Woman no consiguió engancharme. Aquellos dibujos inducían a uno a arrancarse los ojos y no arrepentirse por ello.
Por tanto, y de una manera indirecta, McFarlane, Liefeld y Jim Lee son responsables, primero, de que servidor diera la espalda a las aventuras de unos personajes que se suponía eran producidas para ser consumidas por gente de mi edad y, segundo, que me dedicara a leer manga casi por completo durante más de media década. (Si bien me corroe que exista un tebeo de Alan Moore dibujado por Liefeld, que no tendré más remedio que leer algún día, por más que la vez que pude hojearlo casi vomito la primera papilla).
[INCISO 2: Los comic book de superhéroes tienen fama de ser comerciales, palomiteros y mainstream, y tal vez en el mercado estadounidense lo sean, o al menos lo fueron con total seguridad en los 40, pero no tengo tan claro que esa afirmación se haya aplicado aquí alguna vez. Me parece muchísimo más sencillo leer tebeos europeos que comic books. Por varias razones: 1) el lector puede disfrutar de las obras en la biblioteca sin gastarse un céntimo, pues las bibliotecas siempre han tendido a adquirir tebeos europeos en cartoné. El lector de superhéroes realiza él mismo el desembolso. 2) los títulos más importantes (Tintín, Astérix, Mortadelo y Filemón, Lucky Luke, Iznogoud, Spirou, etc.) están reeditándose continuamente, sin padecer cambios radicales de formato. 3) si uno lee, por ejemplo, Píldoras azules, de Frederik Peeters (muy recomendables, autor y obra), y quiere saber más sobre Píldoras azules, no le queda otra opción que releer el libro, pues no hay más. Si uno lee, por ejemplo, un comic book del Daredevil de Brubaker y quiere saber más del Daredevil de Brubaker, tendrá que comprarse tanto algunos números anteriores como otros posteriores, y si se interesa además por el personaje de Daredevil, con una historia de más de cuatro décadas en EEUU, no le queda más remedio que escarbar, en el contexto editorial español, en diferentes ediciones de diferentes editoriales y, debido a la transición Forum-Panini de hace tres años, es poco probable que encuentre ejemplares de hace tan sólo una década. 4) es necesario superar la asociación de ideas grapa = formato enclenque = historias poco consistentes para asomarse a los superhéroes. 5) el lector debe vencer la molestia inicial de manejar un reparto básico de varias docenas de personajes, procedentes incluso de colecciones que no le interesan o no ha leído jamás, que servirán para adquirir una visión de conjunto, necesaria para apreciar mejor la historia. 6) ...no, leer superhéroes no es fácil, y me duele cuando son despreciados].
En tanto que no viví los años previos a la bancarrota de 1996, tampoco me enteré de nada de lo de Heroes Reborn hasta que no leí referencias en los cómics de Heroes Return. Lo de Heroes Reborn parece que fue una mierda muy gorda que siguió al exterminio de los héroes que supuso Onslaught. Tiempo después, con las redistribuciones, di una segunda oportunidad a esos años centrales de la década, pero de verdad que podrían quemar todos esos números y no se perdería nada. Por el contrario, Heroes Return es una cosa bien diferente. Fue entonces cuando de verdad Marvel me conquistó y subí al carro gustoso. A la calidad de las etapas más actuales de las colecciones Marvel (Los Vengadores de Busiek y Pérez, Los 4 Fantásticos de Marín y Pacheco, Daredevil de Bendis y Maleev) se sumaron las bibliotecas Marvel de Forum que oxigenaron el mercado en 1999. Las acciones de Marvel cambiaron de manos, autores capaces salvaron las colecciones, y sólo año y medio después, la crisis era historia.
Pero no era la primera vez. En el verano de 1957, como consecuencia de la crisis que afectó a las distribuidoras de cómics tras la autoimposición del Comics Code y el cierre de la línea de comic books de la editorial EC, Atlas (el nombre de Marvel antes de 1961) perdió también su distribuidora, canceló más de 50 títulos y paró la producción durante un año. Después, el propietario de Atlas, Martin Goodman, llegó a un acuerdo con Independent News, la distribuidora de DC; el dibujante Joe Maneely cayó del tren y murió; Jack Kirby volvió... y la crisis era historia.
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