Con sólo doce entradas en diez meses, he considerado necesario el sentarme unos minutos para reflexionar sobre las causas de esta bajísima productividad. No es complicado identificar el principal impedimento. Hasta hace tres meses (¿ya?) me dedicaba a la redacción de mi trabajo final de carrera. Así, no es que haya escrito poquísimo este año, sino que los textos no iban destinados al blog. Tras acabarlo en septiembre, necesitaba alejarme un poco de la escritura y del portátil, que uso en contadas ocasiones desde entonces. También tenía otros asuntos pendientes, que voy solventando.
Este distanciamiento del portátil ha conllevado, a su vez, que se me haga cuesta arriba el hecho de sentarme delante de la pantalla para producir unos párrafos que pueda subir. Podría no volver a hacerlo: no es ninguna obligación. Pero me gustaba subir entradas al blog, y escribir me gusta y me sienta bien. Escribir, sí; con teclado, poco o nada. Se me ha aparecido la solución cuando he recordado los inicios del blog, abierto en Alemania hoy hace cuatro años. Entonces todavía no tenía el portátil y escribía a mano, en una libreta, una primera versión, bastante completa, de aquellos textos que luego colgaba. Debo, por tanto, aceptar que soy un tipo de bolígrafo y papel, una pareja que me gustaría que fueran mis herramientas de trabajo, y que el ordenador es útil para pasar todo a limpio, darle formato y comunicarme con el mundo --al menos para mí.
Este distanciamiento del portátil ha conllevado, a su vez, que se me haga cuesta arriba el hecho de sentarme delante de la pantalla para producir unos párrafos que pueda subir. Podría no volver a hacerlo: no es ninguna obligación. Pero me gustaba subir entradas al blog, y escribir me gusta y me sienta bien. Escribir, sí; con teclado, poco o nada. Se me ha aparecido la solución cuando he recordado los inicios del blog, abierto en Alemania hoy hace cuatro años. Entonces todavía no tenía el portátil y escribía a mano, en una libreta, una primera versión, bastante completa, de aquellos textos que luego colgaba. Debo, por tanto, aceptar que soy un tipo de bolígrafo y papel, una pareja que me gustaría que fueran mis herramientas de trabajo, y que el ordenador es útil para pasar todo a limpio, darle formato y comunicarme con el mundo --al menos para mí.
2 comentaris:
¿Y si me ofrezco de transcriptora?
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