dimarts, de maig 27, 2008

DECLARACIÓN DE PRO-LÍQUIDOS

Hoy David Raya comparece ante el Parlamento Europeo en Bruselas para exponer su caso, como enfermo de fibrosis quística y diabetes, en contra del Reglamento (CE) 1546/2006 de la Comisión de 4 de octubre de 2006, que modificó las medidas para la aplicación de las normas comunes de seguridad aérea. Los controles de líquidos no tienen otra finalidad que la de que nos gastemos los cuartos en bebidas, cremas y perfumes en la sala de espera. Ni seguridad ni hostias.

Desde aquí, muchos ánimos para David. El Parlamento debe retroceder en este aspecto. Porque, no lo olvidemos, una institución que aprueba un reglamento secreto es una institución fascista.

dilluns, de maig 26, 2008

DOSCIENTOS UNO

En compensación por los últimos textos, inauguro el camino hacia la tercera centuria (¿llegará?) con un vídeo que le vi hace meses a absence y que me quedé con las ganas de poner por aquí:



Ella es Tracey Ullman. No sé si el «sonido Blondie» existe, pero me encanta.

divendres, de maig 23, 2008

LOS 8 DE MARVEL

Si en el pasado tardé más de 19 meses en llegar a escribir el post número 100, ahora sólo han hecho falta 10 y medio para doblar la cantidad. Para celebrarlo, un texto de los largos (sí, otro). Aquí llega... ¡EL NÚMERO 200!

La leyenda narra que Martin Goodman, propietario de Atlas, la editorial que todavía no era Marvel Comics, llegó a un acuerdo a finales de los cincuenta con la empresa distribuidora de la rival DC para sobrevivir a la crisis que sufría entonces el mercado del comic book. La implantación del Comics Code en 1954, un código de censura interno de las editoras, desencadenó el cierre de la línea de comic books de EC, que a su vez causó el cierre de la distribuidora Leader News, que se llevó consigo a otras muchas pequeñas editoriales que dependían del dinero que Leader les avanzaba gracias a los ingresos que generaban los tebeos de EC. El número de títulos se quedó en la mitad y los dibujantes emigraron a la publicidad o a las tiras de prensa.

A Goodman, además, le falló la distribuidora y despidió a todos sus trabajadores menos a Stan Lee; interrumpió la producción el verano de 1957 durante un año. A pesar de cancelar más de cincuenta cabeceras, Atlas se las arregló, tirando de material realizado con antelación o tal vez incluso de reediciones (desconozco el tema al detalle), para mantener una quincena de títulos en las tiendas. El mes de portada con menos colecciones fue octubre de 1957, que contó sólo con Patsy Walker #73 y el único número de Dippy Duck (distribuidos en julio, seguramente). El periodo de sequía en los quioscos terminó hacia el final del verano, cuando Goodman encontró una nueva distribuidora, la de DC, que sólo le permitía sacar ocho títulos al mes.

Éstas fueron TODAS las cabeceras de Atlas en octubre de 1957

La limitación de ocho títulos al mes a partir de finales de 1957 aparece recogida en varias fuentes:

1. «Goodman made a deal with rival publisher DC to get his few remaining comics to the stands via DC’s own distribution system, which usually carried a few other lines. However, DC agreed to handle only eight Goodman comic books a month». DANIELS, Les. Marvel. Five Fabulous Decades of the World’s Greatest Comics. Harry N. Abrams, Inc., Publishers. Nueva York: 1991. [pp.80-81].

2. «Marvel initially survived the aftershocks of 1954 better than most because publisher Martin Goodman distributed his comic books through his own distribution company. To save expenses, Goodman shut down his distribution operation and signed a contract with DC Comics, which agreed to distribute a monthly total of eight Marvel through its Independent News Company». WRIGHT, Bradford W. Comic Book Nation. The Transformation of Youth Culture in America. The Johns Hopkins University Press. Baltimore (Maryland, EEUU): 2001. [p.201].

3.
«Goodman convinced Independent News (a distributor owned by rival DC) to distribute their titles. But Independent wouldn’t let him publish forty to sixty books anymore. They’d take only eight a month, and these would contain mostly inventory work». RO, Ronin. Tales to Astonish: Jack Kirby, Stan Lee, and the American Comic Book Revolution. Bloomsbury Publishing PLC. Nueva York: 2005. [p.62].

Eso es lo que dicen las fuentes (también es posible que las dos últimas copien de la primera). Ocho es un número muy exacto, y yo quería saber qué ocho títulos sacaba Atlas/Marvel cada mes. Por supuesto, con la jugada de las colecciones bimestrales, podía producir hasta dieciséis diferentes, pero alternarlas de manera que
al mes aparecieran sólo ocho. Empecé a echar cuentas y no me salían.

Bueno, al principio sí. Entre noviembre de 1957 y septiembre de 1960 Atlas (o lo que quedara de ella, pues su logo dejó de aparecer en las cubiertas) efectivamente sacó ocho comic books por mes. ¿Cuáles? Éstos:

-desde el número #87 al #93 (y último) de Patsy Walker in... Miss America.
-desde el número #74 al #90 de Patsy Walker.
-desde el número #81 al #98 de Millie the Model.
-desde el número #39 al #55 de Two-Gun Kid.
-
desde el número #75 al #92 de Kid Colt Outlaw.
-desde el número #72 al #89 de Love Romances.
-desde el número #55 al #70 (y último) de Battle.
-desde el número #60 al #76 de Strange Tales.
-desde el número #49 al #60 de Journey into Mystery.
-desde el número #55 al #71 de Patsy and Hedy.
-el número #17 de Rawhide Kid, de agosto de 1960.
-el número #7 de My Girl Pearl, de agosto de 1960.
-desde el número #15 al #20 (y último) de Navy Combat.
-desde el número #14 al #29 (y último) de Wyatt Earp.
-desde el número #43 al #60 de Gunsmoke Western.
-desde el número #9 al #19 (y último) de World of Fantasy.
-desde el número #1 al #5 (y último) de Strange Worlds.
-desde el número #1 al #11 de Tales of Suspense.
-desde el número #1 al #11 de Tales to Astonish.
-desde el número #1 al #6 de A Date With Millie.
-desde el número #1 al #6 de Kathy, the Teenage Tornado.
-desde el número #60 al #77 de My Own Romance.

Da igual que se vean los números 100 y 102: Big Premiere Issue!

En total, 22 títulos que, bien repartidos, salieron de ocho en ocho. Los resaltados en negrita son los que mutaron en cabeceras de superhéroes. Se supone (o creía yo, cuando empecé a investigarlo) que la limitación impuesta por DC duró
hasta 1968, cuando Marvel convirtió Tales of Suspense y Tales to Astonish en Captain America y The Incredible Hulk (en abril); nacieron Captain Marvel, The Invincible Iron Man y Prince Namor, the Sub-Mariner (en lo que se conoce como mayo del 68, de conmemoración estos días); Strange Tales se transformó en Doctor Strange, provocando la independencia de Nick Fury, Agent of SHIELD (en junio); y apareció Silver Surfer (agosto). Lo cierto es que la ampliación de colecciones empezó incluso antes del famoso Fantastic Four #1. Retrocedamos.

Tres portadas, dos dibujantes, una única composición

A partir de octubre de 1960 (siempre según la fecha de portada), unos pocos números de Kid Colt Outlaw pasan a mensual, y lo mismo sucede, de forma permanente, con Strange Tales, Journey into Mystery, Tales to Astonish y, muy poco después, también con Tales of Suspense. En abril de 1961 finaliza My Girl Pearl y en junio es sustituida por Amazing Adventures, donde nacería Spider-Man el año siguiente. Estos movimientos ocasionan, si no me he equivocado contando ni me dejo fuera ningún título, que Marvel publique unos meses 11 y otros 9 colecciones hasta mayo de 1961.

Las colecciones más raras no sobrevivieron demasiado

Con Amazing Adventures comienza una oleada de nuevas cabeceras: Linda Carter (septiembre), The Fantastic Four (noviembre), The Incredible Hulk (mayo 1962), The Amazing Spider-Man (marzo 1963), Sgt. Fury and His Howling Commandos (mayo), The Avengers (septiembre), The X-Men (septiembre) y Daredevil (abril 1964). Con pocas variaciones, durante esta época Marvel saca entre 10 y 11 títulos al mes, cantidad que con el paso a mensual de Fantastic Four, Amazing Spider-Man, Sgt. Fury y The Avengers ya no bajará de 11. Luego, unos meses 13, otros 11; después unos 12, otros 13, alguno 15... The X-Men y Daredevil también son mensuales. Es evidente que los muy ajustados ocho quedaron atrás hace tiempo. Eso sin contar los Annuals, claro.

Aunque ahora lo parezca, entonces Marvel no sólo publicaba superhéroes. En un momento tan álgido para el género como fue La trilogía de Galactus (marzo a mayo de 1966), las siguientes colecciones pre-FF seguían en el mercado: Millie the Model, Two-Gun Kid, Kid Colt Outlaw, Patsy and Hedy, Rawhide Kid y A Date With Millie.

Ante el escenario expuesto, sólo pudieron ocurrir dos cosas:

POSIBILIDAD A: El acuerdo de distribución entre Marvel e Independent News se renegoció y fue ampliando con los años.

POSIBILIDAD B: Marvel engañó miserablemente a DC para ganar terreno en los quioscos. Lo que a su vez implica: b.1) Que en DC no sabían contar; o b.2) Que en DC no se preocuparon demasiado por la competencia (esto sí es cierto: las altas esferas despreciaban el estilo Marvel).

¿Alguien conoce cuál es la correcta?

PD: todo esto es algo que me he encontrado en el camino de preparación de mi proyecto final de carrera, que debo haber entregado dentro de justo cinco (5) semanas. Hasta que no lo acabe no informaré con más detalle.

divendres, de maig 16, 2008

SPECTRA, DÍA 2 (VIERNES 18)

(Nada. Ni un mísero «¿dónde estás, Senador?» ni tampoco el entrañable «¡queremos un hijo tuyo!». Se sube uno al carro de los ausentes después del puente de mayo y nadie reclama mi vuelta. Tenga usted un blog para esto... Bueno, dos fines de semana fuera de casa, un par de redacciones de alemán y unas pocas páginas del proyecto más tarde...).

Lo mejor de este tipo de crónicas es redactarlas con los acontecimientos todavía frescos. Si no se hace así, luego se requiere de mayor tiempo para recordar lo vivido y meditar sobre lo escuchado. A saber lo que puede salir a estar alturas. Here we go again.


1.
Javier Cavanilles, redactor de El Mundo en Valencia, fue el encargado de abrir la tarde a eso de las seis con una conferencia titulada «Las mentiras de la conspiración». Antes, Mike Ibáñez lo había presentado como coautor de Los caras de Bélmez, libro donde desmonta la historia de las caras que se dibujan solas en las paredes. Si uno escribe su nombre en un buscador descubre que a raíz de este asunto no le han llovido los amigos precisamente. Lo de las caras de Bélmez no es nada que me quite el sueño, pero alguien tenía que salir a decirlo: no existen las manchas de humedad de trazo inteligente. Puede parecer una noticia curiosa vista en un informativo, ese programa en el que suspendemos nuestra incredulidad muchísimo más que cuando vemos ficción; sin embargo, si nos detenemos un instante a pensar, es como aquella vez que vimos cómo a una niña le salían trozos de cristal del ojo. No puede ser.

Cavanilles dedicó poco tiempo al tema de Bélmez. Sí profundizó, en cambio, en la definición de la antiquísima costumbre humana de conspirar («unión de varias personas contra su superior o soberano»), y en el hecho de que desde hace décadas las teorías de la conspiración se asocien con o nazcan en los Estados Unidos. Nada extraño si se tiene en cuenta que en su misma Declaración de Independencia de 1776, los trece primeros Estados ya se aliaron en contra del Rey Jorge III de Gran Bretaña. Vamos, que conspirar forma parte del American way of life de toda la vida.

Acostumbrado ya al ambiente presentado el jueves (y supongo que también porque no le conocía), el tono de monólogo cómico que introdujo Cavanilles me pilló un poco con el pie cambiado y tardé en amoldarme. Por una parte, ridiculizó un poco el movimiento conspiranoico, cuyos miembros, dijo, son conspiranoicos porque mola creer saber cosas secretas que el resto de los mortales ignora, porque esto los hace creerse más listos y porque, de paso, les ayuda a configurarse una identidad que los distinga como grupo. Por otra, alertó de la necesidad de no perder el ojo crítico para valorar toda información venga del lado que venga. Eso sí, a pesar de la autocrítica que manifestó sobre las ideas conspiranoicas, sí reconoció que éstas pueden acercarse más a la verdad que la versión oficial. O, como mínimo, pueden ayudarnos a cambiar el punto de vista sobre los temas o a que nos quitemos las vendas. Porque, añado, es muy extraño que tres edificios se derrumben de idéntica forma el mismo día y en la misma ciudad.

Lo que sí parece interesar más a Cavanilles, y de cuya existencia no duda, es el Club Bilderberg, que reúne cada año desde 1954 y a puerta cerrada a la gente más poderosa del mundo. Según la Wikipedia, en la lista de asistentes a la reunión del año pasado en Estambul figuran los Reyes de España, Bernardino León (del Gobierno), Matías Rodríguez Inciarte (del Banco Santander) y Juan Luis Cebrián (de PRISA). En otra lista de asistentes en general aparecen también Felipe González y Esperanza Aguirre. En principio, no es para nada descabellado que los millonarios del planeta se junten de vez en cuando. Otra cosa es explicar cómo todos estos nombres son públicos si se supone que son reuniones secretas, o si es que existe alguien que se entretenga inventando nombres de asistentes. Imagino que todo ello vendrá explicado en los libros que al respecto se han publicado en España en los últimos años.

Si bien mientras atendía esta charla de Cavanilles me pareció en su momento que las jornadas habían bajado un poco el listón, he de reconocer que tanto la suya como la última intervención de la tarde, a cargo del fotógrafo Joan Fontcuberta, enmarcaron muy bien, con el humor distendido de ambas, el tema estrella que trajo la periodista Gudrun Greunke: el síndrome tóxico atribuido al aceite de colza.

2. Lo de la colza es algo bien gordo. Quién más quién menos, todos hemos crecido con la copla de que el aceite de colza es malo porque mató a mucha gente hace años. Bien, eso es lo que se dice. Y de lo que se dice a la vida real suele ir un abismo, si es que existe alguna relación. Poisoned Lives (1991), el documental impulsado por Greunke que realizó Yorkshire Television a partir de su libro El montaje del síndrome tóxico, nos mostró una historia bastante diferente de la versión oficial mantenida hasta ahora.

No tiene ningún sentido que yo me detenga aquí a describir la secuencia de los hechos cuando en otro lugar alguien que se dedicó a investigar el caso ya se ha ocupado de ello. Lo que más me extraña es que bastara una explicación tan endeble como la proporcionada por las autoridades para que la gente no mirara más allá de la colza. Y es que la versión que sostienen, que bastó para encarcelar a unos empresarios del aceite, no viene sino a decir que a pesar de ser tóxico aquel aceite, ninguno de los análisis (nacionales e internacionales) determinó que contuviera ninguna sustancia mortal o que causara unos efectos degenerativos tan acelerados. Esto es, que el mismo aceite que ha acabado matando a más de 1000 personas no mató a ninguno de los ratones a los que se les inocularon las muestras más tóxicas recogidas; es más, no sólo no murieron sino que engordaron y se volvieron más activos. Todos.

En realidad, según Greunke (y los análisis que la respaldan), la enfermedad fue causada por un envenenamiento a base de plaguicidas organofosforados que se habían aplicado sobre unos tomates cultivados en Almería (la misma Almería que ya era famosa por lo de Palomares). El mapa de la enfermedad trazado por el Dr. Antonio Muro coincidía con la red de distribución de la partida de tomates, y no lo hacía con las rutas de los camiones del aceite, como había observado un responsable de Sanidad destituido tras averiguarlo.

Los organofosforados son un tipo de enlace químico descubierto a principios del siglo pasado que empezó a sintetizarse poco antes de la segunda guerra mundial con dos finalidades: 1) como pesticida (i.e.: malatión, parathion), 2) como gas nervioso (i.e.: sarín, soman, tabun). A este respecto, Grunke apuntó que el mismo CESID trabajó con la tesis de que el síndrome tóxico podía haberse debido a un ensayo de arma química (de la CIA, por supuesto).

Y ahora, aunque parece que cambie de tema, voy a dar un pequeño rodeo para volver al mismo sitio. Tras la proyección y los comentarios sobre la misma, Raúl Sensato (el Doctor Repronto), presente entre el público, recuperó unas palabras leídas por Greunke en la presentación del vídeo que se nos habían quedado clavadas a más de uno: «Me temo que hay muchos más escándalos de este tipo. Sólo hay que pensar en casos como el SIDA» (copiado del dossier de Spectra). A las preguntas de Raúl, Greunke afirmó que el SIDA «no existe». No niega que enferme ni que muera gente, sólo que no enferma ni muere de SIDA. Más todavía: que los síntomas del SIDA son diferentes en cada continente y que la epidemia en África no es de la magnitud con la que nos la describen.

Puede que con el SIDA le haya ocurrido a Greunke aquello que reza el refrán: «cuando uno tiene un martillo todo lo que ve son clavos». O puede que también tenga razón, no lo sé. Partiendo de lo que nos dijo de que los primeros cinco homosexuales de Los Ángeles contagiados no se conocían entre sí, se me ocurre un ejercicio de imaginación. Su desarrollo, en el siguiente párrafo.

En mayo de 1981 mueren en España los primeros afectados del síndrome tóxico. Un epidemiólogo del Centers for Disease Control and Prevention (CDC) se acerca a Madrid a investigar. En junio del mismo año, una publicación del CDC informa de los primeros enfermos de SIDA. Lo primero pudo ser un ensayo de arma química sobre civiles no seleccionados. Lo segundo pudo ser el ensayo de una enfermedad creada por el hombre inoculada en homosexuales. Nada nuevo. Según cuenta John Marks en su En busca del candidato de Manchuria, la OSS desarrolló durante la 2GM «un importante arsenal de venenos químicos y biológicos» que igual que servían para matar también lo hacían para causar «picor de piel, calvicie, diarrea y mal olor corporal» (p.74). La cuestión era neutralizar el adversario o influir en su comportamiento. Al amparo de la misma filosofía, la CIA habilitó pisos francos (safehouses) en San Francisco a partir de 1955 con la finalidad de administrar drogas y otras sustancias a determinados individuos y observar sus efectos. O sea, experimentar con sujetos sin su conocimiento. Buscaban personas de todo tipo, pero la CIA puso especial atención en prostitutas, drogadictos, indigentes y supongo que también homosexuales. Entonces entraban todos dentro del mismo saco y, después de todo, aquello era San Francisco. Tras el cierre («sobre el papel», dice Marks, p.218) de esas casas una década más tarde, no me extrañaría que siguieran los experimentos y que en uno de aquellos dieran con la pandemia aterradora de nuestra época.

Claro que también podría ser, como se dice, una enfermedad zoonótica desmadrada. Seguiremos investigando. En cualquier caso, no cabe duda que estas epidemias se convierten en una herramienta perfecta para controlar mediante el miedo a grandes masas de población.

3. Joan Fontcuberta animó la tarde con su charla titulada «Fotografies conspiratives». A raíz de la lectura de Photo Fakery (escrito por Dino A. Brugioni, histórico analista de imágenes de la CIA), Fontcuberta nos animó a desconfiar de las imágenes y a que nos opusiéramos a la conspiración que, desde el mundo del arte, ha transmitido durante décadas la idea falsa de que las fotografías reflejan la realidad tal y como es.

Cualquiera con un poco de idea sabe que las imágenes no son de fiar. Más gente todavía desconoce que el retoque fotográfico no nació con el photoshop. Lo que no sabía es que el primer daguerrotipo ya fue en sí un montaje.

Si os fijáis, esas personitas que aparecen en la esquina inferior izquierda no pudieron impresionarse de ningún modo en la placa a no ser que alguien les dijera que se estuvieran quietas durante más de 10 minutos.

Fontcuberta nos habló de Bonk Business, una empresa finlandesa que prosperó a finales del XIX gracias al aceite de anchoa y que con el tiempo inventó máquinas como ésta, que funcionaba con el mismo aceite; también nos presentó las guías de viaje de Jetlag, sobre países tan recónditos como Molvanîa o Phaic Tăn; o de su descubrimiento personal de la odisea del cosmonauta Ivan Istochnikov, al que homenajeó en su exposición fotográfica Sputnik. Si podéis, miraos los vídeos de su charla, porque fue de lo mejor de Spectra.

4. Apéndices:
-La charla de Gudrun Greunke: uno, dos, tres y cuatro (lo del SIDA, en este último).
-Raúl Sensato también escribió sobre el síndrome tóxico.
-La xerrada de Joan Fontcuberta (en català): un, dos, tres, quatre, cinc, sis i set.

Ea, ya tenéis con que entreteneros unos días, aquellos que todavía entráis. Por mi parte, este texto dejará de rondarme la cabeza y podré pasar a completar el post número 200, que supongo que colgaré un día de éstos.

dijous, de maig 01, 2008

ABYECTA 08

Es tiempo ya de explicar cómo nos fue el fin de semana en el festival Proyecta del CEU. La impresión general, no importa los años que pasen desde la última vez que uno asistiera a un atracón de cortos, es que un porcentaje muy elevado es basura. Casi dan ganas de presentar aquellos trabajos en los que he participado de los que no estoy orgulloso porque, como mínimo, están al mismo nivel. Por otra parte, la mínima porción restante tiene cada vez mayor calidad. La lástima son los finales. Un mal endémico en el mundo de los cortometrajes es que pocas veces uno sabe 1) dónde y qué cortar, o 2) cómo acabar. Es lo más difícil de abordar en un corto (no, yo tampoco lo sé, pero me doy cuenta).

Por supuesto, el jurado no premió los mejores cortos. El ganador, My Happy End (tiene tráiler), era muy bueno, pero era de animación y debía haber tenido su categoría correpondiente. Fuera quedó la impecable factura de Pralnia, enviado desde Varsovia, y del corto argentino Al sol en bici, ambos de final fallido o alargado. Mayor error fue no reconocer a Die Kirche im Dorf como corto más redondo. La historia de un cura que quiere conservar su iglesia resulta en principio nada atractiva, pero han conseguido no salirse de la sencillez de la idea, desarrollarla de forma interesante, concluirla de manera acertada y con un tratamiento de imagen que imita a la neblina del interior de una iglesia. Nos quedamos con ganas de haber llegado el segundo día unos minutos antes y haber visto entero La habitación contigua, que tenía muy buena pinta (aquí una muestra de lo que nos perdimos).

Hubo además videoclips, spots y videocreaciones, de los que se salvarían bien pocos. El jurado reconoció a una bazofia fundamentalista católica (era el lugar) que mientras uno no sabía de qué iba parecía que empezaba muy bien, pero pronto perdía el norte y se ponía a adoctrinar mensajes de paz y esperanza. No, gracias. Puede ser algo personal, pero no me gustan las palabras en pantalla más allá de los rótulos o los subtítulos. Cuando se sustituye una imagen de solidaridad por la palabra «solidaridad», hay alguien que no ha entendido nada del lenguaje audiovisual.

¿Y qué pasó con nuestro Vides pecuàries? Nada, que quedó segundo en la categoría de documental. En ex aequo. Mientras bajaba las escaleras con Pau y Revivalista pensaba: «Qué c******s, un ex aequo». Que quede claro: la decepción no viene por quedar segundos ni por compartir el premio. Decepcionante es que igualen Vides pecuàries a Memòries d'una marxa.

Memòries d'una marxa (sobre la Marcha Verde de 1975) contará con las mejores intenciones del mundo pero está mal realizado. Saltos de eje en las entrevistas, mujeres decapitadas por el encuadre, golpes atronadores al micro de corbata por parte de uno de los entrevistados en varias ocasiones, planos desequilibrados o directamente feos, fotografía deficitaria y, sobre todo, errores de estructura que hacen que 1) el espectador se pierda, 2) no sepa hasta pasado un buen rato de qué coño va el documental. Podemos aceptar perder contra Calle Real 70, de mejor factura global pero con otro tipo de carencias no menos importantes. Fue un golpe que nos igualaran con Memòries.

Calle Real 70, sobre Papá Humbertico, un joven músico de hip-hop cubano, es otra cosa. Con mucha apariencia de documental, falla en el enfoque y en la estructura. Lo que más me sorprendió de los documentales seleccionados fue que, durando lo mismo, casi media hora, la percepción del tiempo en cada uno de ellos fuera diferente. Después de ver Calle Real 70 pensé que le sobraban 15'... porque me pareció que duraba tres cuartos, sin recordar que 30 minutos era la duración máxima aceptada. Mi hermano y otro amigo se durmieron con Calle Real 70, lo que tiene mucho mérito, si uno lo piensa bien. No es fácil provocar el sueño en dos personas con un documental de sólo media hora proyectado a media mañana... el primer día del festival, poco tiempo después del descanso y tras un corto que nos llamó a todos la atención (Un juego de toallas). Tiene delito ser tan soporífero a esas horas. Sin embargo, es comprensible.

Calle Real 70 abusa de unos bustos parlantes de los que apenas sabemos nada y que vienen a expresar el mismo mensaje, repetido una y otra vez: que Papá Humbertico es una buena persona, que les ha ayudado mucho a todos y que es un icono de la música cubana que no agrada al régimen. Sin embargo, contando como contaban con un músico y con las vistas de las calles y paisajes de Cuba, ni el uno cantando ni los otros como planos de transición se prodigan demasiado. Por no decir que no aparecen. Es cierto que incluyen la actuación de un cantante con público al principio, pero como se encuentra tan al principio que todavía no conocemos a Humbertico, el espectador no puede asegurar que fuera él (si es que recuerda esa escena).

Vamos, que Vides pecuàries era la mejor opción. Por otra parte, después del disgusto, hemos llegado a aceptar que ser seleccionado y proyectado en sala de cine, en un territorio hostil, supuso ya una victoria, y que no podíamos esperar más (nuestra universidad y la del CEU son competidoras). También nos ha quedado claro que el documental fluye y provoca emociones positivas en el público.

La vida festivalera de Vides pecuàries ha empezado, y desde aquí iré informando de los siguientes pasos.