dilluns, de maig 31, 2010

LA ISLA MISTERIOSA

En una isla en la que un hombre con las piernas paralizadas, John Locke, puede mover un dedo del pie, levantarse y caminar; en una isla en la que una enferma terminal de cáncer, Rose Nadler, se cura; en una isla por la que pasea un cadáver, Christian Shepherd, salido de su ataúd, y que guía a su hijo, Jack Shepherd, hasta una cueva con dos esqueletos yacientes junto a una piedra blanca y otra negra; donde un veinteañero obeso, Hugo Reyes, ve muertos y habla con ellos; donde los embarazos de las mujeres acaban mal; donde habita un hombre, Richard Alpert, que no envejece; y otro, Desmond Hume, que es capaz de viajar en el tiempo; y una nube de humo negro vuela, mata y devora. En una isla que, a pesar de todo lo anterior, consiguió que olvidáramos que era una isla mágica y creyéramos que solo era misteriosa, era cuestión de tiempo que aparecieran los magos, revelaran el truco y perdiera parte de su encanto.

Y adquiriera otros con el cambio de perspectiva.