En caso de que alguno de vosotros visite con frecuencia este enlace y esté hastiado de ver siempre el mismo post (de hace ya) colgado, deciros que tal vez (y tal vez no) dentro de unos años sea un posteador regular, pero ahora, tener este blog no me convierte en bloguero. Antes necesito, y estoy en ello, recuperar antiguas rutinas, así como deshacerme de otras de mi vida anterior y crearme unas nuevas.
Siempre he sido algo tonto (y no me discutáis, estoy de veras HARTO de que me contraríen en este aspecto), por lo que soy de acciones y razonar lentos. Mi habitación va poco a poco, muy poco a poco, tomando forma y recuperándose del impacto que supuso mi reaparición cargado de trastos, como si no tuviera ya suficientes.
Eso ocurrió hace más de tres semanas, tiempo que he dedicado a ver a los amigos; deshacer maletas; aprobar Géneros; suspender alemán (mi gramática es lamentable); estudiar y no presentarme a Derecho; ir a la universidad de noche con Pau; empezar a tirar recortes de periódicos y suplementos enteros...
Primera decisión: a la mierda la lectura de periódicos y la conservación de recortes. Me interesa muy poco o nada lo que cuentan los medios de comunicación, porque lo que transmiten no es información. Es, desde hace 50 años y cada vez más, entretenimiento. Y servidor se entretiene con películas, libros y tebeos. No quiero que me vendan como realidad algo que no lo es. Aparte, no quiero ver ni oír a los políticos españoles, y los recortes ocupan espacio.
...ver películas, ya sea en cine (La joven del agua y United 93) o no (A Funny Thing Happened on the Way to the Forum, Jaws, The Quatermass Xperiment, Fahrenheit 9/11); tramitar la cancelación de mi contrato de teléfono alemán (para ello, está todavía en marcha una conversación epistolar con el Kundenbretuung de O2 en Núremberg); matricularme del último curso de carrera; matricularme de alemán; renovarme el DNI; cortarme el pelo; donar libros a la biblioteca del pueblo...
Segunda decisión: tenemos un tiempo limitado de vida, y no podemos acumular y acumular libros que SABEMOS que no vamos a leer jamás. No hablo de aquellos que TAL VEZ leamos, sino de los que NUNCA vamos a leer porque no nos interesan lo más mínimo. Libros inútiles para nosotros pero útiles para otros: fuera. Y por casa aún quedan. Y también ocupan espacio.
...tirar cajas vacías de CDs y otros trastos (pues no hay mierda en la habitación); iniciar trámites para convalidar Derecho de la Información (por favor, por favor, por favor) por algunas asignaturas de Derecho; reestructurar un poco los tebeos en las estanterías; quejarme de que hayan escrito mal mi segundo apellido en la nueva tarjeta del banco; leer ¿Qué han hecho con mi país, tío?, de Michael Moore, en vez de estudiar Derecho; empezar a ponerme al día con las revistas atrasadas de cine (Imágenes de Actualidad y Dirigido por; el resto es basura); leer por fin la etapa de Wein, Claremont, Cockrum y Byrne en The Uncanny X-Men (desde el número 94 de agosto de 1976 al 145 de junio de 1981; voy por el 111)...
Tercera decisión: esos tebeos recogidos en la edición del coleccionable de La Patrulla-X llevaban unos años comprados y no leídos. Les ha llegado el momento. También me he puesto con unos pocos de Spiderman del verano de 2005 (unos Amazing y Peter Parker de 1980 y 1981) y me pondré con otros de la Biblioteca Marvel del Capitán Marvel que esperan turno. También está la colección de El País por ahí. No dejaré de comprar tebeos, no dejaré de leer tebeos de superhéroes, pero antes de reincorporarme a algunas de las colecciones que seguía (mínimo: Daredevil, Vengadores y X-Statix), leeré los números que tengo por casa. Sólo me he permitido un capricho: iniciar el coleccionable del Superman de John Byrne. Por John Byrne he reestructurado una estantería, para que ella albergue su etapa en La Patrulla-X desde finales de los 70 a principios de los 80, en Los 4 Fantásticos de 1981 a 1986, y en Superman desde 1986 a 1988 (y los que siguieron a Byrne en esta época: Wolfman, Ordway, Stern, Jurgens). Leí por primera vez este Superman con 7 u 8 años, y entonces los leí muchas muchas veces, pero la colección estaba y está llena de huecos, de sagas truncadas que no afectaban a la calidad ni al interés de cada número, pues no parecía importarme demasiado leer y releer aventuras que tenía a medias, que sabía que tenía a medias porque mi padre no había comprado la continuación. Dentro de unos días sabré, por fin, qué es esa figura gigante blanca y roja que Lois Lane encuentra dentro de una pirámide en Mesoamérica, tras el enfrentamiento entre Clark Kent y una momia enorme (por favor que lleguen hasta 1991 o hasta la muerte de Superman). Por cierto, para aquellos que lo quieran saber: tal y como se muestra en el número 1 de la miniserie The Man of Steel, de 1986, los padres de Kent se llaman Jonathan y Martha, y a no ser que Byrne modificara a Siegel y Shuster, deberían haberse llamado siempre así, y no como una edición electrónica del Trivial de los ochenta nos intentaba colar la noche del 20 de agosto. También se me ha pasado por la cabeza juntar aquellos tebeos que no echaría en falta, para ver de qué forma me deshago de ellos.
...empezar la traducción de mi currículum al castellano (por caprichos del destino, la versión más completa está en inglés); aprovechar el horario apestoso que tengo y pensar en empezar a mover el proyecto en este primer cuatrimestre; recordar hechos y nombres de personas; revisitar lugares; percibir los cambios que ha experimentado Gandia desde enero; pensar, al ver A Funny Thing Happened on the Way to the Forum, que me entusiasma el Richard Lester de A Hard Day’s Night y el Richard Lester de Robin and Marian, pero que no sé qué coño hace el Richard Lester de A Funny Thing Happened on the Way to the Forum ni por qué le gusta a Pavia esta película; recuperar las ganas de vivir y la fe en el cine tras ver (sí, por primera vez, la semana pasada) Jaws...
A esto, y a algunas cosas más, me he dedicado estas últimas tres semanas. El propósito principal es seguir librando de basura mi habitación en los ratos libres y deshacerme de papeles. Parece una obsesión, pero necesito como mínimo que entre menos mierda de la que sale.
Siendo sincero, el propósito principal es otro: rodar de una puta vez y saber si sirvo o no. Porque si no hago nada, mi vida no tendrá mucho sentido. Y buscarme un trabajillo a tiempo parcial o de fines de semana para pagar lo que pueda costar el rodaje (yo pienso barato) y algún viajecillo. Pronto, muy pronto, me pongo con todo ello.